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Un adiós a Issey Miyake

Issey Miyake nació en Hiroshima en 1938 y falleció la noche del 5 de agosto de 2022 a causa de un cáncer de hígado. Tenía siete años cuando el ataque nuclear estadounidense que daría comienzo al fin de la Segunda Guerra Mundial cayó sobre su ciudad. En 2009, Miyake dijo al New York Times que no quería que lo conozcan por ser “el diseñador que sobrevivió a la bomba atómica”, aunque su trabajo, cargado de ligereza y alegría y desprovisto de severidad y solemnidad, lo contradigan. Sus recuerdos de este teatro del horror y el hecho de contarse entre los sobrevivientes de la tragedia —su madre falleció en 1948 por exposición a la radiación— fueron para él una fuente inagotable de tristeza pero también de vida, el orígen de un hambre por combatir la destrucción con creación, belleza y optimismo. 

Entre un escultor y un biólogo, Miyake osciló entre el arte y la ciencia en el desarrollo de prendas que pudieran perfeccionar por completo la relación fundamental de la moda: aquella del cuerpo en movimiento y un retazo de tela. Rehuyendo al ejercicio meramente conceptual de la indumentaria, el diseñador se abocó a una experimentación centrada en la dinámica y las emociones del ser humano para crear, con especial énfasis en la potencia de este verbo, piezas que le permitieran vivir, expresarse y sentir.

Inició su carrera estudiando diseño gráfico en una escuela de arte de Tokio y se trasladó a París en 1965, donde asistió a la Ecole de la Chambre Syndicale de la Couture Parisienne y luego trabajó en los ateliers de Guy Laroche y Hubert de Givenchy, aprendiendo los secretos y complejidades de la alta costura y accidentalmente presenciando la revolución estudiantil de Mayo del ‘68. La combinación de técnicas ancestrales y nuevas tecnologías, el diálogo entre lo antiguo y lo moderno, le permitió descubrir un lenguaje que tradujera su filosofía de diseño enfocada en lo humano y la portabilidad y una noción estética oriental en piezas accesibles y “habitables” que dejaran libre al cuerpo y a la imaginación.

Fundó su estudio de diseño en 1970 y se presentó por primera vez en la Semana de la Moda de París en 1973. Luego de una década de experimentación e investigación, el diseñador logró volcar todo su conocimiento en diseños más prácticos que lo convirtieron en un símbolo del ready to wear. Así, en los ‘80, junto a Yohji Yamamoto y Rei Kawakubo, Miyake saltó a la fama definitiva con la revolución japonesa en la moda parisina que, con sus siluetas rebeldes, morfologías y materiales extraños y temáticas imperfectas, tomó Europa por asalto.

Sin embargo, el idioma que Miyake hablaba, y tardó varios años en desarrollar, tomó su forma definitiva en 1993 con la línea Pleats Please, una colección de básicos de poliéster plisado inspirados en el origami japonés. Ingeniada a partir de la investigación del ballet contemporáneo que tuvo que realizar para diseñar el vestuario para la compañía de ballet de William Forsythe de Frankfurt en 1991, el movimiento y el dinamismo se convirtieron en el centro de su identidad. A partir de ese momento, muchos de sus desfiles emplearon, en lugar de modelos tradicionales, bailarines vestidos con las nuevas colecciones que montaban un espectáculo de danza.

Muchos de los conjuntos que pasaron por sus pasarelas traen a la mente el recuerdo de una flor, como las retratadas por Nobuyoshi Araki en su serie Flowers o las miles de plantas que pintó la norteamericana Georgia O’Keeffe; o de una piedra preciosa, tan natural como geométrica. Desde los bolsos Bao Bao, un accesorio “vivo” que adopta diversas formas a través de su uso, a su concepto A-POC (A Piece of Cloth), basada en la creación de prendas sin costuras que la clienta cortaba a su medida, y la particular preferencia de Steve Jobs, fundador de Apple, por sus camisetas de cuello tortuga, de las que teóricamente habría comprado más de cien: el componente matemático, orgánico y tecnológico de sus piezas trasciende la funcionalidad para convertirse en el reflejo de un modo de concebir la vida. “Todo el diseño se cruza, no hay límites entre el arte, el diseño y otras actividades creativas”, mencionó al New York Times en 2016.

El funeral de Issey Miyake contó únicamente con la presencia de familiares, de acuerdo con sus deseos, y no hay en el horizonte planes de llevar a cabo una ceremonia pública.