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Crece tensión en fronteras de la Unión

Los problemas fronterizos de la Unión Europea siguen causando preocupación para los mandatarios del Viejo Continente. Igual que lo sucedido a mediados de este año en la frontera entre Ceuta y Marruecos, los problemas migratorios vuelven a causar serias tensiones entre la Unión y sus vecinos. Esta vez los protagonistas son Bielorrusia y Polonia. 

La situación es la siguiente: la mayoría de los inmigrantes son de Oriente Próximo, muchos de ellos de Irak y Siria. Ahora mismo se encuentran en un enclave fronterizo muy cercano a una ciudad llamada Grodno en territorio bielorruso, que no pertenece a la Unión Europea, y tratan desde ahí cruzar la valla con alambre de espino para ingresar a Polonia, que sí es un país miembro de la Unión. Los enfrentamientos entre la guardia fronteriza polaca y los migrantes han sido múltiples y causantes de preocupaciones relacionadas a los derechos humanos. 

Se alega que la situación es provocada por Lukashenko, el dictador que gobierna Bielorrusia, y se trata de una nueva maniobra con la que ejercer presión sobre la Unión Europea, con la que ya tuvo roces también este mismo año cuando se dio el secuestro del periodista opositor Román Protasévich, para el que secuestró un avión de pasajeros que había salido de Grecia. Además, también se dieron tensiones entre el país del este y el bloque occidental en torno a las pasadas elecciones bielorrusas, cuando cientos de personas salieron a las calles a protestar por los resultados poco democráticos y se encontraron con una dura respuesta por parte de su gobierno, que no dudó en reprimirlos con todos los medios que tenía a su disposición.

La historia entre la Unión Europea y Bielorrusia es larga, está llena de distintos enfrentamientos, y este es el nuevo capítulo que ahora se nos presenta. 2.000 migrantes se encuentran concentrados estos días en la frontera con Polonia, esperando poder pasar a un país que los rechaza abiertamente, y es que, para colmo, Polonia es uno de los países en los que la ultraderecha está creciendo de forma más descarada y exponencialmente de la Unión, por lo que no reina en el país un espíritu especialmente amigable en cuanto a la recogida e inclusión de migrantes se refiere. Pero esto no es casualidad; el régimen de Lukashenko, sabiendo que la inmigración es uno de los puntos flacos de la Unión Europea, por los debates airados y las situaciones que provoca, aprovecha esta debilidad y maniobra de acuerdo a esto para desestabilizar a la Unión, porque no hay otro objetivo más que ese detrás de las acciones de su gobierno. 

Lo que se ha creado, orquestado por Bielorrusia, es una nueva ruta de migración que se publicita como una vía segura de acceso a Europa, en contraposición a otras peligrosas en las que muchos se dejan la vida. De esta forma, cientos de personas procedentes de Oriente Próximo y de países del Golfo o África aterrizan en Minsk, capital bielorrusa, con la promesa de estar de camino a Europa. Ellos son los que injustamente pagan las artimañas políticas y los ajetreos que se sirven de su situación para sus propios fines. Ahora, miles de ellos se encuentran en la frontera con Polonia, soportando temperaturas bajo cero, cercados por alambres y militares, porque Polonia desplegó al ejército en la zona, sin saber qué será de ellos. 

Esto, como se ha advertido desde la Unión Europea, puede considerarse trata de personas. En consecuencia, se están pensando imponer sanciones que castiguen este comportamiento tan cruel que deshumaniza a los migrantes y los expone a situaciones en las que corren peligro, y en las que son poco más que marionetas en un juego de poder. En palabras de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el Ejecutivo comunitario está viendo las formas de “cómo sancionar, incluso mediante la inclusión en listas negras, a las aerolíneas de terceros países que participan activamente en la trata de personas”. Se está contemplando, por embajadores de la Unión, castigar al aeropuerto de la capital bielorrusa y sus operaciones en tierra como forma de prevenir estas situaciones. 

Dentro de este relato falta todavía uno de sus personajes: Rusia. El Kremlin ha negado su participación en la orquestación del conflicto migratorio, pero el miércoles pasado mostró su apoyo a Bielorrusia enviando dos bombarderos estratégicos Tu-22M3 de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia, que servirán para patrullar de forma indefinida la frontera de Bielorrusia con los países de la Unión Europea. Nos encontramos, entonces, ante una situación en la que la tensión está escalando, y que no se sabe cómo evolucionará; por un lado están el ejército polaco, la OTAN, que ha mostrado todo su apoyo a Polonia, y la Unión Europea que prepara sus sanciones contra Lukashenko. Por otro lado los bombarderos rusos, Lukashenko que amenaza con cortar el flujo de gas ruso con el que Europa se abastece, y que pasa por Bielorrusia. Y en medio los migrantes. 

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