La administración de Claudia Sheinbaum reportó en abril una disminución del 32,9% en homicidios respecto a septiembre de 2024 y una reducción del 12% en el promedio diario de asesinatos comparado con el año anterior. Números que reflejan un triunfo significativo en la batalla contra la violencia en México.
El gobierno destaca casi 19,000 arrestos por delitos de alto impacto desde octubre de 2024, el decomiso de 144 toneladas de droga, que incluye más de dos millones de pastillas de fentanilo, y la confiscación de más de 9,600 armas de fuego. Además, 839 laboratorios clandestinos fueron destruidos en 17 estados.
La percepción empresarial también parece mejorar. Según la American Chamber of Commerce of México, el 39% de las empresas operando en territorio mexicano se sienten más seguras que el año anterior, un incremento notable desde el 17% registrado en 2022.


Aunque el problema de la inseguridad es muy complejo y no se puede reducir a números. Es por ello que esta administración ha localizado algunos focos rojos: Guanajuato continúa siendo el epicentro de la violencia con 145 homicidios en abril, lo que representa el 11.8% del total nacional. La batalla territorial entre el Cártel de Santa Rosa de Lima y el Cártel Jalisco Nueva Generación mantiene a este estado como el más sangriento de México.
Además ha detectado que la concentración de la violencia resulta preocupante: el 51.5% de los homicidios ocurren en sólo siete estados (Guanajuato, Estado de México, Sinaloa, Jalisco, Guerrero, Michoacán y Baja California), exponiendo la desigualdad territorial en materia de seguridad.
Analistas independientes señalan inconsistencias metodológicas que podrían distorsionar estos resultados positivos. Un cambio en la contabilización de desaparecidos podría estar reduciendo “artificialmente” las estadísticas de homicidios, creando una falsa sensación de mejora.


Los conflictos activos, como la guerra en Sinaloa, uno de los estados más violentos con 84 homicidios en las primeras tres semanas de abril, quedan parcialmente invisibilizados. Esto se debe a la ausencia de presencia policial efectiva en zonas controladas por el crimen organizado.
Mientras ciertos indicadores muestran progresos, México continúa enfrentando desafíos estructurales en su lucha contra el crimen organizado. Los datos, aunque prometedores, deben interpretarse con cautela en un contexto donde la violencia sigue siendo una realidad cotidiana para millones de mexicanos.