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¿Sueñan los androides con moda digital?

¿Cuál es el valor de una prenda que desaparece al apagar el celular? Según Morgan Stanley, el mercado de moda digital, que engloba a todas las prendas y accesorios que solo existen virtualmente en formatos de realidad virtual, realidad aumentada y NFTs, podría estar valuado en 50 mil millones de dólares en 2030. Conclusión: aparentemente mucho.

En junio de este año, Mark Zuckerberg y Eva Chen, directora de fashion partnerships de Instagram, anunciaron el lanzamiento de la Avatars Store de Meta. Una imagen publicada en Instagram, en la que los avatares de ambos ejecutivos estaban vestidos con diseños de Prada, Thom Browne y Balenciaga adaptados al mundo virtual, adelantaba la noticia.

Uno de los grandes ejes sobre los que Meta fomenta la creación de moda digital es la expresión. Desprovista de sus límites naturales, que van desde el mismo cuerpo humano a la capacidad económica, productiva y tecnológica de un individuo, empresa o nación, la indumentaria virtual goza de posibilidades ilimitadas en cuanto a su morfología, construcción y portabilidad.

La idea regente es que esta libertad puede conducir a la moda hacia su condición esencial como una herramienta para que cada usuario pueda expresar su individualidad o su pertenencia y sus emociones y pensamientos a un menor costo y generando un menor daño ambiental. Por lo tanto, si bien la moda continúa siendo una industria empujada por el consumo de bienes suntuarios, una especie de democratización empieza a tener lugar en el plano digital.

Con un crecimiento cada vez mayor de las tecnologías que rodean al metaverso, esa palabra que está en boca de todos y se emplea para definir un mundo virtual en el que uno puede adentrarse completamente y tener una sensación de inmersión total, la existencia de la moda digital se torna inevitable. Sus inicios son frecuentemente vinculados a los videojuegos, con las skins de Fornite siendo aquellas que constantemente rompen los esquemas de la novedad. Entre sus colaboraciones más exitosas se encuentran aquellas realizadas con la NFL, de las que se vendieron 3.3 millones de unidades alcanzando un total de 50 millones de dólares en unas pocas semanas.

En el presente, uno de los desarrollos más experimentales es aquel de compañías como DRESSX y Tribute, especializadas en comercializar prendas de AR para colocar sobre imágenes o videos en redes sociales. Además de su potencial expresivo y falta de límites a la creatividad, uno de los grandes beneficios de esta alternativa que se presenta particularmente útil para los creadores de contenido es la combinación de bajo costo y escaso impacto ambiental.

Las prendas de este tipo, si bien en muchos casos todavía no alcanzan a emular la cualidad tangible de la indumentaria real, ofrecen la posibilidad de usar algo distinto e innovador todos los días sin generar desechos ni contaminar con un solo límite: existen solamente en el mundo virtual. Lo que para una mentalidad analógica no tiene sentido alguno, es una mejora necesaria para el consumidor nativo digital. De hecho, según un reporte de BoF insights, aproximadamente el 70% de la Generación Z y X en Estados Unidos considera relevante su identidad digital y el 50% está interesado en adquirir un activo digital vinculado a la moda en los próximos 12 meses.

Bajo esta nueva luz, lo que antes parecía una decisión empresarial novedosa es una necesidad. De la misma manera que las compañías están presentes en negocios físicos y tiendas de eCommerce, pronto tendrán que empezar a plantear puntos de venta y experiencias de marca en la realidad virtual. Con el beneficio de la posibilidad que brinda lo digital, serán las ideas y el pensamiento creativo el verdadero motor de su éxito online.

Un año más tarde, y con un panorama considerablemente menos distópico de lo que Philip K. Dick retrató en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la novela de 1968 que luego fue adaptada al cine por Ridley Scott, la moda digital materializa la noción de futuro que solo parecía posible en la ciencia ficción. Vestidos virtuales, avatares digitales y mundos paralelos hechos de bits: hay cada vez menos límites para la imaginación humana en el escenario de un sueño que se cumplió.