Un viejo villano que nadie quiere ver: el diésel contaminado acaba con nuestras industrias

Una batalla se libra en los tanques industriales. Un coctel tóxico de lodo, bacterias y agua está devorando la economía mexicana

Piénsalo así: el diésel es la sangre que mantiene vivo al gigantesco organismo industrial de México. Lo vemos en maquinaria pesada, en generadores de emergencia, en tractores, etc. Pero hay un problema que nadie quiere enfrentar: esa sangre está cada vez más contaminada (diésel contaminado) y las consecuencias son brutalmente reales.

En los proyectos de construcción que transforman el paisaje urbano del país, ocurre un ritual casi diario. Un operador de excavadora enciende su máquina a las 6:00 am, listo para mover toneladas de tierra. Pero lo que recibe es un estruendo metálico, una nube de humo negro y después… nada. La máquina de $350,000 dólares queda convertida en un armatoste sin utilidad.

Todo porque nadie puso atención a lo que había dentro del tanque de diesel. Cada hora que pasa con la maquinaria detenida por diésel contaminado, la empresa pierde miles de pesos. 

Pero ahora que se piensa en ser más eficientes con los combustibles, poco se piensa en cuidar el que ya tenemos almacenado. Esto no es una anomalía. Es la manifestación de una crisis: el diésel contaminado almacenado en México se está convirtiendo en un caldo de cultivo tóxico. Y mientras las empresas gastan millones en nuevos equipos, ignoran que están alimentando sus máquinas con veneno líquido.

Maquinaria pesada con diésel contaminado
Cortesía Pureza Diésel

El resultado no solo es mayor costo, sino más contaminación ambiental e ineficiencias en el uso de combustibles. Lo que pasa es que el diésel contaminado está vivo. No en un sentido retórico, sino biológico.

Dentro de cada tanque sin mantenimiento crecen colonias enteras de microorganismos que literalmente se comen el combustible. Estas bacterias y hongos, transforman el diésel limpio en una sustancia viscosa que los técnicos llaman “lodo microbiano” o, más crudamente, “mierda del diablo”.

“He abierto tanques que parecían ecosistemas completos”, cuenta un técnico de Pureza Diesel MX con más de 30 años de experiencia. La compañía evolucionó la manera de hacer servicios de mantenimiento. Desde su Laboratorio de Inyección Diesel (Certificado por Stanadyne) fue observando las causas y necesidades de los diferentes sistemas de inyección que llegaban a reparación. “Una vez encontramos algo similar a una medusa de 15 centímetros flotando en el combustible de un generador hospitalario. Era una colonia bacteriana que había crecido durante años.”

Esta contaminación no es sólo asquerosa; es económicamente devastadora. Se estima que en 2024, las empresas mexicanas perdieron aproximadamente $14,500 millones de pesos en reparaciones y tiempos muertos relacionados con combustible contaminado, según la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones.

La solución ante el diésel contaminado

En medio de esta crisis silenciosa, un grupo de técnicos está implementando lo que podría considerarse una revolución energética a pequeña escala. Pureza Diésel MX ha desarrollado lo que llaman “la diálisis del combustible industrial”. Su sistema móvil de tres etapas es como una unidad médica de emergencia que puede resucitar miles de litros de diésel contaminado.

“Primero eliminamos los sólidos grandes con un filtro de bolsa, luego las partículas medianas con filtros finos, y finalmente extraemos el agua y los contaminantes microscópicos con un filtro ‘water block‘ de alto micraje,” explica el fundador de la empresa. “Es básicamente una transfusión completa para tu diésel.”

El sistema se complementa con tecnología magnética que captura partículas ferrosas, al proteger los delicados sistemas de inyección que pueden costar más que un auto nuevo. Es decir, sumergen un magneto profesional al que se adhieren esas partículas difíciles de detectar y sustraer.

Las matemáticas no sólo hacen obvia la elección de prevenir sobre pagar costosas reparaciones, sino que es el compromiso con el planeta el que debe pesar más a la hora de decidir cuidar el combustible que ya tenemos almacenado.