México ha encontrado en el TMEC una pieza clave para su crecimiento económico e industrial. La segunda fase del acuerdo regional en Norteamérica, signado el 1 de julio de 2020, ha dejado innegables réditos para la economía mexicana: cifras récord en exportaciones y en atracción en inversión extranjera directa, solo por mencionar algunas. No obstante, el balance también supone un desafío futuro en materia laboral, de energía y agricultura. Las políticas internas del Gobierno de López Obrador en energía y el veto al maíz transgénico son algunos puntos de muestra de los focos rojos que pondrán a prueba el talante negociador de EE UU, México y Canadá en los próximos meses.
El 1 de julio de 2024 los tres países firmantes daban por sentado que la entrada en vigor del TMEC –la segunda versión del Tratado de Libre Comercio signado en 1994– supondría un día histórico para la integración de las cadenas de producción global y un punto de inflexión para convertir a México en un centro de exportador de vanguardia. Algunos de los vaticinios se cumplieron. En 2023, Estados Unidos importó más bienes y servicios de México que de ningún otro país del mundo, desplazando a China por primera vez en 21 años. Las exportaciones mexicanas a su vecino del norte, sumaron 475.606 millones de dólares el año pasado, un alza del 4,6% en comparación con 2022, según datos oficiales. En el balance de estos cuatro años, los expertos coinciden en que el impacto del acuerdo comercial a favor de México es innegable, principalmente en el sector automotor, electrónico y de manufacturas.
“Los cuatro años del TMEC constituyen el más reciente eslabón de una historia de éxito comercial que arrancó hace 30 años, cuando entró en vigor el TLCAN. Estamos ante un acuerdo comercial muy exitoso, favoreciendo desde luego a las regiones o a las entidades federativas particularmente de la zona norte y Bajío de nuestro país a los sectores automotriz electrónico textil y diría yo maquiladora y particularmente a las empresas que se convirtieron en proveedoras directas e indirectas del mercado de Estados Unidos es decir a los exportadores finales y a las empresas que son proveedoras de esos exportadores hacia el resto del mundo, pero particularmente hacia Estados Unidos y desde luego también hacia Canadá”, asegura Pedro Tello, experto en temas industriales.
Tello reconoce que la próxima revisión del acuerdo, prevista para 2026, será áspera para los tres países dadas las diferencias de alto nivel entre los tres países en materia de energía y agricultura y que tendrá que resolver el próximo Gobierno de Claudia Sheinbaum. “Habrá que ver cuál es la decisión que toma el Gobierno de Sheinbaum, particularmente, sobre el peso que tendrán Pemex y la CFE en la definición de la política energética. Esa es una primera cuestión muy importante. Segundo, qué va a ocurrir con el famoso maíz transgénico y, tercero, que me parece muy relevante también la desaparición de órganos autónomos que están planteados como parte de las reformas pendientes de hacer analizadas por el Congreso que entrará en funciones a partir de septiembre, así que nos espera una agenda, antes de la revisión del TMEC, marcada ya por varios puntos de fricción y que no estará exenta de la incorporación de más temas en función de cómo se vaya percibiendo el ambiente para los negocios en los tres países”, zanja.
Raymundo Tenorio, profesor emérito del TEC de Monterrey, refiere como uno de los principales hitos para México la actualización en las reglas de origen, un cambio que jugo a favor de los bienes industriales que más exporta el país latinoamericano a Estados Unidos, principalmente, en la industria automotriz, manufactura y electrónicos. En contraparte, el Gobierno mexicano no ha salido bien parado ante una veintena de quejas laborales contra empresas afincadas en el país por supuestas violaciones a la libertad sindical. “Los sindicatos prácticamente de Estados Unidos presionaron a su Gobierno porque en filiales de empresas americanas en México no se han respetado las condiciones de las negociaciones entre los trabajadores y los empresarios y esto ha sido por una deficiencia de la Secretaría del Trabajo del país de no haber estado atenta a estas quejas”, comenta.
Para Tenorio existe una probabilidad escasa de que México resulte victorioso ante EE UU en la pugna eléctrica ni en el panel para defender el veto al maíz transgénico, uno de los principales productos que importan los campos estadounidenses al territorio latinoamericano. El especialista detalla que Estados Unidos cuenta con argumentos de peso para ganar la batalla energética a México al exponer la eliminación de los certificados de energías limpias y el haber mermado el carácter autónomo de la Comisión Reguladora de Energía y acotar el mercado eléctrico bajo la figura de autoabasto, uno de los esquemas más atractivos para la iniciativa privada para generar su propia electricidad y así abaratar sus costes.
El TMEC entró en vigor hace cuatro años y será revisado en 2026, bajo nuevos gobiernos tanto en México como en EE UU. Los expertos admiten que pese a los jugosos réditos que el TMEC ha supuesto para los tres países, los asuntos por resolver en el tablero aún podrían inclinar la balanza en perjuicio de alguno de los tres países.