Aunque el presidente de México haya prometido combatir la delincuencia organizada al asumir el cargo en 2018, los cárteles de la droga siguen controlando grandes extensiones del territorio mexicano, y las tasas de homicidio siguen en máximos históricos. La economía tenía un bajo rendimiento desde antes de la pandemia. El impulso del veterano izquierdista para centralizar la toma de decisiones económicas ha enfadado y contrariado a líderes empresariales locales y ha desalentado la inversión extranjera.
El problema más inmediato para la nación es que México es ahora el tercer país del mundo con mayor número de muertes por coronavirus. El COVID-19 ha matado a más personas en México que en la India -un país con una población 10 veces mayor-, un problema agravado por un sistema de salud gravemente estresado y agravado por la negativa de López Obrador a tomarse el virus en serio. El presidente de México se ha negado rotundamente a usar una mascarilla, aun después de haber padecido la enfermedad.
Las últimas encuestas han demostrado que los mexicanos no están contentos con su gobierno. Según El Financiero, el 55% tiene una opinión negativa del manejo de la seguridad pública por parte de la administración y el 47% desaprueba su desempeño económico. Sin embargo, a mitad de su único mandato de seis, López Obrador sigue siendo mucho más popular que el gobierno que dirige, con una aprobación del 62%.
En parte se debe a que los muchos ciudadanos en el país siguen culpando a los otros tres partidos principales del país -el PAN, el PRI y el PRD- no sólo de crear los problemas de México, sino también de la corrupción política endémica que hace que sean tan difíciles de resolver. Tampoco podemos ignorar el notable toque popular de López Obrador. Cuando, al igual que Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro, se infectó de COVID, argumentó que podía haber aprovechado su cargo para vacunarse primero y que contrajo el virus, como tantos de los suyos, por presentarse a trabajar. De paso, recordó a millones de mexicanos por qué le quieren y siguen desconfiando de sus rivales.
¿Cuánto tiempo podrá López Obrador desafiar la gravedad política? Eso dependerá de la rapidez con la que las vacunas puedan aliviar la crisis de COVID-19 en México. La economía del país no puede permitirse los costes de un cierre prolongado, y López Obrador se ha negado a proporcionar el estímulo y las protecciones adicionales de la red de seguridad para ayudar a los ciudadanos a sobrevivir a uno. México se ha quedado sin vacunas, pero han empezado a llegar nuevos suministros de vacunas de AstraZeneca desde la India, y el gobierno ha anunciado acuerdos para asegurar millones de dosis más. Pero, ¿podrá el sistema sanitario de México vacunar a suficientes personas de los 128 millones de habitantes del país antes de que las variantes virales creen nuevos problemas?
Si no es así, el coste sanitario y económico puede empezar a pesar sobre López Obrador en vísperas de las cruciales elecciones de mitad de mandato. El 6 de junio, todos los escaños de la cámara baja de México estarán en juego y 15 de sus 32 estados elegirán a sus gobernadores. Se elegirán casi 2.000 gobiernos locales en 30 estados. Los resultados de esta votación determinarán si López Obrador puede lograr algo en los tres años que le quedan. Por ahora, Morena y sus aliados controlan la supermayoría de la Cámara Baja necesaria para modificar la Constitución de México. Es probable que ese poder político se pierda.
En resumen, López Obrador se enfrenta a la misma pregunta que se cierne sobre casi todos los demás líderes del mundo: ¿Podrá domar a COVID y reactivar la economía de su país antes de que los votantes lo manden de vuelta a la tierra?