México es varios países en uno solo. Se puede hallar un desierto y una nevada en el mismo Estado, o un cinturón de miseria rodeando una acaudalada zona corporativa. También es posible encontrar varios niveles socioeconómicos en una misma avenida: Paseo de la Reforma, la más turística y afamada de Ciudad de México, es una escala descendente de la desigualdad, que baja —literalmente— desde la riqueza de Santa Fe, en el poniente, hasta las carencias de la céntrica colonia Guerrero. Si una persona recorre toda la avenida de poniente al centro, podrá advertir el paulatino descenso del nivel socioeconómico.
El Paseo empieza en Santa Fe, una zona de barrancas en la que fue construido un epicentro corporativo de alto nivel que alberga sucursales de emporios como Televisa y HP; así como dos de las universidades privadas más caras del país: el Tecnológico de Monterrey y la Universidad Iberoamericana, cuyos costos de matrícula semestral superan los 100.000 pesos (unos 5.560 dólares). A esta altura, Reforma es una prolongación, pues originalmente terminaba en la zona de las Lomas de Chapultepec, una boscosa área con enormes residencias, como la adquirida por la pareja presidencial, conocida como La Casa Blanca. Aquí, Reforma es una pendiente con grandes camellones y áreas verdes, bien pavimentada pero con poca infraestructura peatonal, pues la mayoría de quienes viven en Las Lomas se traslada en vehículo particular. Hay pocos semáforos y una sola ruta de transporte público: los camiones.
En esa zona vive Alfonso Iturriaga, quien ha pasado toda su vida alrededor de Reforma: en su infancia en la céntrica ‘Lagunilla’ -una zona popular, vecina del legendario barrio de Tepito- conocida por la venta de antigüedades y objetos de segunda mano; más tarde en Tlatelolco y actualmente en Lomas de Chapultepec. Este profesionista ‘escaló’ los niveles económicos de la avenida gracias a su trabajo, pero confiesa que extraña la cercanía de las personas en su lugar de origen, donde todos se conocían y se hablaban, a diferencia del distanciamiento de sus vecinos actuales, que difícilmente establecen algún contacto.
Siguiendo el camino descendente está Polanco, otra acomodada área donde se ubican las residencias y empresas de una parte de la comunidad de origen extranjero que mantiene grandes inversiones en la ciudad, como la judía y la libanesa. Son vecinos los renombrados museos de Antropología y Arte Moderno, el bosque y el Castillo de Chapultepec, otrora residencia del emperador Maximiliano y a quien se debe la construcción del Paseo de la Reforma, ya que entonces no había un camino directo (y pavimentado) hacia el edificio de Gobierno, en el Centro Histórico. Actualmente el castillo es un museo y a sus pies está el Auditorio Nacional, sede de conciertos internacionales y eventos oficiales, junto al Campo Militar. Adentrándose en la acaudalada Polanco, se encumbra un gigante plateado que recuerda al Guggenheim Bilbao: el Museo Soumaya, propiedad de Carlos Slim, el cuarto hombre más rico del mundo.
Pasando Chapultepec empieza la colonia Cuauhtémoc, donde se ubican la Torre Mayor y la Torre Bancomer, las más altas de México. Luego los monumentos de la Diana Cazadora y de la Independencia (conocido como ‘Ángel’). El alquiler promedio en la zona es de 22.000 pesos (1.200 dólares), aunque algunos pueden estar en 10.000 y otros ubicados sobre la codiciada avenida llegan hasta los 89.000 pesos (5.000 dólares).
Las cotizaciones siguen bajando donde termina la Cuauhtémoc y siguen las céntricas colonias Juárez y Tabacalera: el cruce con la avenida de los Insurgentes, que atraviesa la ciudad completa, de norte a sur. A esta altura de Reforma hay más edificios descuidados, más espacios comerciales y oficinas de Gobierno, como el Senado. La Juárez todavía es una zona cara, debido a su accesibilidad y a que sigue siendo parte del corredor cultural-turístico de Reforma, aunque en sus calles ya empiezan a asomarse signos de la realidad que se revela de golpe en la estación Hidalgo del Metro, punto de quiebre de la belleza y abundancia de Reforma: a partir de aquí, el contraste con todo lo visto antes es abrumador.
“Del metro Hidalgo para acá las rentas son más baratas pero te sale más caro porque te asaltan”, cuenta Javier Del Razo, habitante de un conjunto de casas ubicado sobre Reforma, en la colonia Guerrero. Fuera de su casa estuvo instalada por años una comunidad de sin techo que dormía y se drogaba en la banqueta, donde incluso alguno de ellos fue asesinado. El grupo fue removido en febrero para la visita del Papa Francisco y reinstalado por el Gobierno a solo unos pasos dentro de la colonia. Un poco más adelante está el célebre barrio de Tepito, con su gigantesco corredor de comercio informal y su fama mundial de alta peligrosidad.
Desde ahí se pueden ver los altos edificios de la mítica Unidad Nonoalco Tlatelolco, marcada con sangre por el terremoto de 8.1 grados ocurrido en septiembre de 1985 y por la masacre estudiantil de 1968. Puede considerarse de clase media por los costos: un millón de pesos en promedio (55.500 dólares) a la venta, 6.000 pesos promedio el alquiler mensual (333 dólares). Tlatelolco marca el fin del Paseo de la Reforma (o el principio, si se parte desde el nororiente), pero la vialidad continúa con el nombre de Calzada de Guadalupe, que desemboca en la Basílica, el santuario católico más famoso de Latinoamérica, también conocido como ‘La Villa’. A partir de este punto y hasta el templo, corre en medio de la avenida un camellón por el que caminan millones de feligreses cada 12 de diciembre para visitar en su día a la virgen de Guadalupe, deidad en cuyo honor se construyó la Basílica y a quien el Papa Francisco atribuyó su visita a la capital mexicana, “si no fuera por la virgen de Guadalupe, no voy a la Ciudad de México”, dijo sin tapujos días antes.
La Calzada es una sucesión de comercios y viviendas grises, con algunos supermercados de cadena, sucursales bancarias y otros negocios pero ningún centro cultural, a excepción del Teatro Tepeyac, en cuyo escenario se montan algunas obras importantes pero locales. El nivel económico en toda esta zona es fluctuante entre la clase media de las colonias Estrella, Industrial –donde un departamento puede costar en promedio un millón y medio de pesos (73.000 dólares) y desciende conforme avanza hacia el cerro del Tepeyac.
El Paseo de la Reforma empieza en un verde, espacioso, próspero cerro y termina en otro rodeado de pobreza, marginación y la lucha por superarlas.