La bicicleta de Xóchitl Gálvez lleva un tiempo pedaleando con lentitud o lo que es lo mismo, la oposición va a empezar la carrera electoral con poco fuelle. Los momentos de euforia, cuando la candidata para el Frente Amplio ganó las encuestas a finales de agosto, han ido apagándose al tiempo que su contrincante en Morena, Claudia Sheinbaum, parece avanzar con paso firme, sin estridencias, acorde con su personalidad política. La opositora sigue viajando y organizando su agenda cada día, pero no alcanza gran eco, mientras que la morenista se gana su espacio de forma habitual en los medios de comunicación a medida que presenta a su equipo de campaña, donde algunos quieren ver ya señales de un futuro gobierno. Las encuestas que se vienen publicando insisten en la sobradísima ventaja de Morena y su candidata para las presidenciales de junio de 2024.
La columnista Violeta Váquez Rojas opina que la última encuesta que publicó el diario mexicano El Universal “ha sido demoledora para la oposición”. Ese sondeo, de hace apenas un par de semanas, adjudica a Sheinbaum 30 puntos por encima de Gálvez, quien no tuvo más remedio que desacreditar el trabajo argumentando que lo que hay detrás de esas informaciones es dinero y prometió “dar la madre de todas las batallas” para lograr los mejores resultados en las urnas. “No descarto que la oposición trate de reorganizarse a ver qué solución le dan a esto”, dice Vázquez Rojas, quien atribuye ese declive de la ilusión opositora a “la creación de una figura falsa, construida mediáticamente, que no ha sido capaz de resistir el escrutinio de la gente”. “Creo que a Xóchitl Gálvez se la escogió por razones demasiado obvias, que si venía de abajo, que si era indígena, pero su perfil solo superficialmente puede satisfacer a un electorado que no pide nada. En el despacho de comunicación donde crearon a la candidata, porque así tuvo que ser, no calcularon que el momento político actual ya no es el de años atrás. Ahora hay una discusión política en la calle más activa e involucrada”, sostiene.
Las razones de que la figura de Gálvez se esté mustiando las observa el analista Khemvirg Puente en su falta de fuerza en el seno de los partidos que la sostienen, “por tanto, ella no puede llamar a negociar a los actores que quieren ser candidatos a gubernaturas o para legisladores. Esos cuadros relevantes que podrían apoyarla no dependen de ella, sino del reclutamiento que hagan las dirigencias de los partidos políticos”, afirma. Y esa, dice Puente, de la UAM, es la gran diferencia con Sheinbaum, “que tiene muchos recursos para distribuir y muchos puestos que ofrecer en espacios legislativos, incluso en el partido, del que ahora tiene el control”.
El poder de alguien que se adivina presidente es inmenso. Las fichas se van colocando por sí solas. En sus salidas de campaña, Sheinbaum llena los auditorios, donde no faltan líderes y empresarios pendientes de su mensaje, que todavía es limitado. Entre los cuadros de su partido cunde el mismo instinto de situarse bajo el paraguas del ganador, aquellos que no eran afines se cuidarán, al menos, de no ser contrarios. Visto en perspectiva, cuando Andrés Manuel López Obrador le entregó el bastón de mando, acertaba de nuevo con un gesto que en política es ganador: los símbolos lanzan el mensaje adecuado. Por más que el líder morenista y jefe del Gobierno sea, a decir de algunos, quien lleva aún las riendas del poder dentro y fuera del partido, el futuro está a la vuelta de la esquina y quien gana, manda.
La foto de Sheinbaum con Alejandro Encinas ha sido exactamente eso, un símbolo eficaz que traza líneas políticas y electorales. Encinas, que ha abandonado la Subsecretaría de Gobernación para sumarse al equipo de la candidata, representa como pocos esa imagen de izquierda transformadora que el proyecto quiere ofrecer. “El capital político de Encinas es incuestionable y su inclusión parece marcar un sello propio de Sheinbaum que recoge personajes que quizá no estaban tan cómodos con López Obrador”, dice Vázquez Rojas. “Además, Sheinbaum está reclutando personas con perfiles altamente técnicos, bien formados, pero que no son tecnócratas, que le ahorran escoger entre honestidad y capacidad. Son leales, como Andrés Lajous, de Movilidad, o José Merino, de Innovación digital, que han trabajado con ella en la Ciudad de México. Son técnicos al servicio popular. Un poco el mismo perfil de ella”, añade la columnista.
“Yo creo que Encinas va a ser del gusto de las bases morenistas, tiene muchos años a la izquierda, y en general, creo que Sheinbaum está formando un equipo con coherencia, es lógico, el poder es como el dinero, poder llama a poder, dinero llama a dinero”, opina María Eugenia Valdés Vega, experta en Procesos Políticos de la UAM en Iztapalapa. “Pero creo que Xóchitl Gálvez también está esbozando su proyecto político, con gente como Enrique de la Madrid que sí pueden pensar bien sobre ello. Me resultará interesante ver de qué mujeres se rodean ambas candidatas”, añade.
En procesos así cuentan también las especulaciones, como la que ha trascendido estos días sobre que Arturo Zaldívar podría ser su secretario de Gobernación en un hipotético gobierno. Zaldívar, anterior presidente de la Suprema Corte de Justicia, resultó con el tiempo un personaje cómodo con el Gobierno de López Obrador, y algunas de las sentencias que emanaron de ese tribunal, como la despenalización del aborto en todo el país o de la marihuana, lanzaron mensajes casi presidencialistas, y desde luego, de izquierdas. Son asuntos que el presidente actual ha dejado de lado, pero quizá cabe esperar otra postura de la candidata si llegara al poder. Sin embargo, Valdés Vega sostiene que, al contrario del símbolo Encinas, el perfil de “Zaldívar se enmarca más en una búsqueda de alianzas más allá de Morena, necesarias todas para ganar las elecciones”.
Mientras, el ruido que estos días alborota el panorama político por la extinción de los fideicomisos en el Poder Judicial, también supone una herramienta de campaña para Sheinbaum, que pronto se ha posicionado al lado del presidente y pedido a los jueces que sean solidarios con el pueblo reduciendo sus “privilegios”. “En ese sentido, la candidata está ofreciendo un perfil más de campaña, de ruido mediático, que de gobierno, porque hay que tener en cuenta que no es la presidencia lo que está en juego, sino las mayorías legislativas y este asunto levanta la confrontación necesaria para prender la campaña”, dice Vázquez Rojas. A su juicio, Xóchitl Gálvez, no puede rentabilizar tanto ese asunto, “porque los apoyos populares se están volcando más en contra del Poder Judicial, es que son muy escandalosos esos privilegios”, añade. “Claudia capitaliza ese malestar de la gente”, asegura.
Experto en sondeos, Francisco Abundis opina que ha habido una “desproporción entre los que se espera de la candidata, porque las expectativas fueron altas, habida cuenta de que la oposición no tenía una figura relevante para este proceso”, pero cree que se construyó esta candidatura de forma un tanto artificial y considera que el lastre que suponen para ella los partidos que la apoyan, el PAN y el PRI no es la mejor cosa. “El presidente del Gobierno la ha cuestionado mucho y ella a él. Enfrentarse a un personaje de una popularidad tan alta sale caro”, afirma Abundis, de Parametría.
Gálvez, dice, ha subido rápido en el conocimiento de la ciudadanía, casi 10 puntos por mes, “pero su imagen personal sigue siendo muy cuestionada. Tiene potencial, pero no es fácil hacer oposición en su casa, con la desconfianza que genera la dirigencia de esos partidos y el hecho de que Movimiento Ciudadano no se ha ya integrado”. “Yo creo que ellos sabían lo que decían las mediciones, pero no lo hacían público”, opina Abundis. Aunque cree que las encuestas sobrestimados, bastaría que la diferencia fuera de 10 puntos arriba o de 15 para ser enorme. Entiende que los que apostaron por ella, los empresarios, estén deprimidos. El potencial de Gálvez tiene difícil competir, afirma, con los candidatos de Morena, que llevan tiempo en la palestra y que han tenido funciones de gobierno.
“Las encuestas solo sirven para crear una impresión”, ha argumentado Gálvez. Puede ser cierto, pero dan pistas de la fortaleza del enemigo y el que la oposición tiene enfrente no parece pequeño. Se va a necesitar un renacer político para combatir la firme pedaleada que ha emprendido Sheinbaum, una corredora de fondo.