Cuando el presidente Vladimir Putin se pronunció sobre Ucrania el martes, por primera vez en más de un mes, el mensaje de que Rusia estaba abierta a una resolución diplomática de la crisis pareció enfriar las temperaturas, al menos por el momento. Pero también demostró el enorme abismo existente entre las exigencias de Moscú y lo que los países occidentales están dispuestos a discutir.
El peligro del momento no ha pasado: la OTAN sigue prestando apoyo militar a los vecinos ucranianos en Europa del Este, y Rusia planea simulacros más extensos esta semana a las puertas de la Unión Europea en Bielorrusia. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, también ha aprobado el despliegue de unos 3000 soldados estadounidenses adicionales en Europa del Este, según dijeron el miércoles funcionarios del gobierno.
Pero en lo que va de semana, gran parte de la atención se ha centrado en la diplomacia, empezando por un explosivo enfrentamiento entre diplomáticos estadounidenses y rusos en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Estos esfuerzos diplomáticos continuaron con una serie de reuniones el martes, tanto en Moscú como en Kiev: Putin habló con el primer ministro húngaro Viktor Orbán y el primer ministro británico Boris Johnson visitó al presidente ucraniano Volodímir Zelenski.
No está claro si estos esfuerzos individuales harán avanzar las esperanzas de paz o las frenarán.
He aquí algunos puntos a tener en cuenta:
1. El presidente Putin ha roto su silencio
Mientras las agencias de inteligencia occidentales observaban que vagones de tren llenos de tanques y artillería rusos se dirigían a las fronteras con Ucrania en diciembre, Putin lanzó una advertencia que señalaba a Estados Unidos y a la OTAN como los agresores.
“Si nuestros homólogos occidentales siguen una línea claramente agresiva, adoptaremos medidas defensivas técnico-militares proporcionadas y responderemos con firmeza a los pasos hostiles”, dijo Putin en declaraciones en televisión el 21 de diciembre.
Dos días más tarde, Putin guardó silencio sobre el tema en público, un silencio estudiado que mantuvo a Occidente adivinando sus intenciones. Rusia presentó una lista de exigencias en materia de seguridad, entre ellas que la OTAN retirara sus fuerzas de los países que formaban parte de la esfera de influencia de la antigua Unión Soviética, algo que Occidente no considera viable. Sin embargo, el gobierno de Biden respondió por escrito a las demandas de Rusia como parte de un esfuerzo diplomático para evitar la guerra.
Así que destaca que cuando al fin rompió su silencio el martes, Putin no repitió su lenguaje amenazante, al decir que “el diálogo continuará”. Pero dejó claro que el abismo entre lo que Rusia quiere y lo que Estados Unidos y la OTAN van a discutir sigue siendo enorme.
Y continuó acusando a Occidente de intentar conducir a Rusia a un conflicto, al decir que la crisis de Ucrania era un intento de “contener el desarrollo de Rusia” y un pretexto para imponer sanciones económicas.
2. EE.UU. ha suavizado sus advertencias, sin embargo, enviara mas tropas a la región.
Durante semanas, los funcionarios estadounidenses afirmaron que Putin estaba a punto de ordenar un ataque contra Ucrania, lo que culminó con la predicción del presidente Biden el 19 de enero: “Creo que avanzará”.
Aunque otros funcionarios estadounidenses no fueron tan lejos, la semana pasada el portavoz del Pentágono, John F. Kirby, dijo que Rusia seguía aumentando su número de tropas y que una incursión en Ucrania “podría ser inminente”. Esas advertencias se intensificaron al día siguiente, cuando el secretario de Defensa, Lloyd Austin, dijo que Moscú había acumulado una fuerza lo suficientemente grande como para apoderarse de toda Ucrania.
Pero en medio de la ráfaga de reuniones diplomáticas —y tras las críticas del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, de que las menciones de Estados Unidos sobre la posibilidad de guerra eran ayudaban poco— el gobierno de Biden parece haber suavizado su tono.
Cuando se le preguntó el martes si seguía creyendo que una invasión era inminente, la embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, dijo a NPR: “No diría que estamos afirmando que es inminente, porque seguimos buscando una solución diplomática para dar a los rusos una vía de escape”.
Pero Estados Unidos también está buscando llevar más tropas al terreno en Europa Oriental. El miércoles, Kirby, el portavoz del Pentágono, dijo que 3000 efectivos adicionales serían enviados a Polonia y Rumania.
“Estamos dejando en claro que estaremos preparados para defender a nuestros aliados de la OTAN si es necesario”, dijo.
3. Lideres europeos buscan dialogar con Putin de manera individual
Mientras que Estados Unidos se ha presentado como el líder de una respuesta occidental unificada dirigida a Rusia, las naciones europeas han hecho su propio acercamiento directo al Kremlin en un esfuerzo por enfriar la situación. Estos acercamientos, tanto como cualquier cosa que haga Estados Unidos, podrían ayudar a determinar si la crisis se resuelve pacíficamente.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro de Italia, Mario Draghi, han hablado por teléfono con Putin en los últimos días, y Boris Johnson, el primer ministro británico, tenía previsto hacerlo el miércoles.
Macron ha instado a adoptar un enfoque más conciliador hacia Moscú, argumentando que Europa debe asumir más responsabilidad por su propia seguridad puesto que Estados Unidos no es un aliado tan fiable como antes. Draghi emitió una declaración tras una llamada con Putin el martes, en la que subrayaba la necesidad de reconstruir un “clima de confianza mutua” para resolver la crisis.
Los países europeos tienen un gran interés en disminuir las tensiones, en parte porque si una invasión rusa provoca duras sanciones contra Moscú, sus economías, mucho más vinculadas a la de Rusia que a la de Estados Unidos, se verían afectadas.
La campaña también está dirigida a los públicos nacionales. Macron está tratando de encumbrarse como estadista antes de su candidatura a la reelección en abril. Y Johnson —que ha adoptado una línea más dura que otros líderes europeos, al acusar a Putin el martes de “apuntar con una pistola a la cabeza de Ucrania”— está ansioso por desviar la atención del escándalo por las fiestas celebradas en Downing Street que desobedecieron las reglas de los confinamientos en Inglaterra debido al Covid-19.
4. Rusia no esta sola
Putin habló sobre Ucrania el martes junto al líder de Hungría, un Estado miembro de la Unión Europea y aliado de la OTAN. Fue una maniobra diplomática muy precisa para demostrar las divisiones en Occidente, así como el hecho de que Putin no está aislado.
En general, Estados Unidos y sus aliados europeos han estado en la misma línea, y Orbán es una excepción. Pero Putin ha intentado demostrar que tiene otros aliados. El Kremlin dijo que el presidente Jair Bolsonaro de Brasil se preparaba para visitar Moscú. Y quizás lo más importante para Putin es que viajará a China para reunirse el viernes con el presidente Xi Jinping, horas antes del comienzo de los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, que el presidente Biden y otros han prometido boicotear.
Será la reunión número 38 de ambos líderes, según funcionarios chinos, y la primera vez que Xi se reunirá en persona con otro líder mundial desde el inicio de la pandemia de coronavirus. El encuentro se produce después de una cumbre por video celebrada en diciembre, en la que Xi dijo a Putin que “se apoyan mutuamente con firmeza en cuestiones relativas a los intereses fundamentales de cada uno y a la salvaguarda de la dignidad de cada país”, según los medios de comunicación estatales chinos.
Washington ha observado con preocupación cómo los dos países se han alineado cada vez más, especialmente en el plano económico. El mes pasado, China anunció que el comercio anual con Rusia había alcanzado casi 147.000 millones de dólares, frente a los 68.000 millones de 2015, el año después de que Rusia anexionara Crimea y apoyara a los separatistas en el este de Ucrania.
5. Ucrania observa y espera
En Ucrania, donde unas 14.000 personas han muerto durante un conflicto que lleva años haciendo estragos en dos provincias separatistas del este, la gente ha reaccionado a las graves advertencias de Estados Unidos y a la amenazante acumulación de Rusia con una mezcla de estoicismo, aprensión y determinación.
Observar a Zelenski el martes fue un ejemplo de las contradicciones y la preocupación que se apoderan de Ucrania ante las amenazas de su gigantesco vecino. El presidente abrió una nueva sesión del Parlamento con un llamado a la unidad del país, ofreció garantías de que su economía era estable y elogió la enorme muestra de apoyo diplomático y militar de los aliados de Ucrania. Evitó cualquier mención directa a la concentración de tropas rusas.
Pero después de reunirse con los líderes de Polonia y Gran Bretaña —los últimos de una larga lista de líderes que peregrinan a Kiev para ofrecer su apoyo— Zelenski ofreció su propia y sombría valoración del momento. Apenas unos días después de reprender a Estados Unidos por hacer sonar los tambores de guerra, advirtió que si los esfuerzos diplomáticos fracasaban, “esto no va a ser una guerra de Ucrania y Rusia. Esto va a ser una guerra europea, una guerra en toda regla”.