Tres viajes al día a un parque cercano bajo el caluroso sol esperando junto con cientos de personas para reabastecerse de agua de una manguera de riego es la triste realidad de muchos mexicanos.
Las personas se ven obligadas a beber el agua de los camiones tanqueros. Agua que no es potable y muchas veces es marrón o tiene insectos. Gran parte de esta se la utiliza en el baño. Ganaderos están sacrificando las vacas más temprano porque pierden peso y valor sin agua ni pasto. La gente siente pánico, desesperación.
Los parques públicos, donde las autoridades locales han instalado enormes depósitos de agua en los que la gente puede llenar sus baldes no son suficientes y está habiendo escasez en las tiendas y los supermercados.
México se enfrenta a su peor crisis de agua de los últimos 30 años, ya que los reservorios que abastecen a unos 23 millones de personas están prácticamente secos. La crisis climática ha provocado períodos cada vez más calurosos, y los patrones de “La Niña” este año, enfriamiento natural y cíclico que cambia los patrones meteorológicos en todo el mundo, crearon las condiciones perfectas para una grave sequía.
La autoridad nacional del agua, Conagua, declaró el estado de emergencia en cuatro estados del norte. Monterrey, propulsor del 12% del PIB del país, se encuentra en preocupantes condiciones. Las pipas, gestionadas principalmente por la autoridad municipal, son la única forma de suministrar agua a los hogares y las empresas.
El precio del potable en las tiendas se ha triplicado en los últimos dos meses. Monterrey se enfrenta a una crisis sanitaria, ya que los que no pueden pagar el agua embotellada beben agua impura de las pipas.
La alarmante sequía ha causado que se critique a las empresas de bebidas con plantas embotelladoras en la ciudad, entre ellas Coca Cola y Heineken, que extraen casi 90 000 millones de litros al año en total, y más de la mitad de esa cantidad (casi 50 000 millones de litros al año) se derivan de los depósitos públicos.
En las últimas semanas, activistas han popularizado la frase: “No es sequía, es saqueo”.
El 18 de julio, el presidente mexicano López Obrador pidió a las empresas de bebidas que dejaran de producir y entregaran su agua al público. Además, como es usual en su discurso, culpó a las administraciones pasadas de haber permitido la explosión de la industria en el norte del país.
Se pide también la destitución del director de Agua y Drenaje de Monterrey, Juan Ignacio Barragán, por conflictos de intereses; puesto que la familia de Barragán fundó una de las embotelladoras de Coca-Cola, Arca Continental.
Sin embargo, el problema del abastecimiento de agua no se produce en totalidad por la presencia de empresas de bebidas con embotelladoras en los alrededores. El problema tiene raíces mucho más profundas y difíciles de cambiar. Monterrey nunca ha tenido una fuente de agua fiable. Las sequías son cada vez más largas y a pesar de eso la planificación urbana fue negligente.
Expertos han dicho categóricamente que el fenómeno actual fue causado por la mala planeación. El gobierno a nivel estatal y federal sabía desde hace tiempo que se necesitaba una cuarta presa y no se construyó a tiempo, incluso, cuando se suponía que se iba a construir un proyecto que iba a proveer de agua a Monterrey para los próximos 50 años, fue extremadamente lento en su elaboración.
En condiciones normales, el 60% del agua de la ciudad procede de los reservorios y el resto de los pozos profundos y poco profundos y de los túneles de captación de agua subterránea.
La penosa situación ha llevado a los residentes con la única esperanza de que llueva para poder tener un mejor nivel de vida. La desesperación ha causado que incluso se mire con buenos ojos hasta un desastre natural como un huracán con tal que la represa se recupere.