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América Latina sigue moviéndose a la izquierda, dándole paso a un nuevo socialismo

El concepto “socialismo del siglo XXI” es la ideología de gobiernos y movimientos políticos progresistas que hoy en día se encuentra en la mayoría de los gobiernos de América Latina. Su mayor exponente fue el expresidente Hugo Chavéz en Venezuela.  El socialismo del siglo XXI nace del socialismo fallido de la Unión Soviética (socialismo del siglo XX), se reconstruyó y se basó más en acción política y no en doctrina o filosofía. Se conoce históricamente que la doctrina socialista nunca ha funcionado en ningún caso, debido a tres factores importantes: el populismo, el manejo estatal de la economía y la deuda/gasto público. Es cierto que quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla, han existido numerosos gobiernos y líderes que han implementado la ideología del socialismo del XXI y todavía no han producido un caso exitoso. Figuras políticas claves de esta ideología son: Rafael Correa en Ecuador, Hugo Chavéz y Nicolás Maduro en Venezuela, Pedro Castillo en Perú, Lula da Silva y Dilma Rouseuff en Brasil y Evo Morales en Bolivia entre otros. 

Una de las razones porque existen tantos gobiernos con un modelo socialista en América Latina es porque las poblaciones siempre rechazan la ideología del gobierno anterior. Siempre buscan los extremos, o un gobierno derechista y nacionalista o un gobierno socialista y populista.

Uno de los factores más importantes que contiene un gobierno socialista del siglo XXI es el populismo con un líder salvífico. Este líder, usualmente tiene un fondo que nació en una ciudad o una zona altamente pobre y vende una historia de superación económica y académica. Además, el discurso incluye una dicotomía falsa, estableciendo soluciones fáciles a problemas complejos. En otras palabras, usan soluciones a corto plazo para problemas complejos como la desigualdad social y la pobreza extrema. Esto se puede notar con las campañas de bolsas milagrosas en Venezuela o cajas de esperanza en Honduras. Son campañas que implementan los gobiernos para “aliviar el hambre” cuando la hambruna y la pobreza son problemas sistémicos que no se solucionan con una bolsa de comida semanal. Se deben implementar políticas públicas que resuelvan y ataquen los problemas más críticos del país. Las campañas electorales de los líderes salvíficos se presentan como la única salvación del país y usan ese mismo discurso para incrementar su popularidad y relacionarse más con la población. Pero detrás de esa cortina, hay nuevos problemas que surgen y nacen de esto. Lula da Silva era un líder altamente querido en Brasil, al punto que lo volvieron a reelegir este 2022. El pueblo brasileño ignoró su caso de corrupción de Petrobras y su arresto solo por presentarse como un líder salvífico y carismático.

Otra de las características incluidas en el socialismo XXI es la economía insostenible por la expropiación de las empresas estatales que prestan los servicios básicos a la población. La mayoría de las empresas que brindan los servicios básicos como energía, agua, petróleo son manejados por el gobierno. Para el control estatal de las empresas convencen al pueblo que él las empresas deberían de estar en manos del gobierno y nacionales en vez de empresas extranjeras (especialmente empresas estadounidense), esto va también relacionado al discurso anti-imperialista que la mayoría de los líderes del socialismo del siglo XXI tienen. Las empresas estatales controladas por el gobierno se categorizan por ser altamente burocráticas, corruptas y no eficientes. Los directivos y altas figuras de las empresas no son puestos por mérito o por experiencia si no por conexiones y nepotismo político. Consecuentemente, esto lleva a una pésima administración y a casos de corrupción a nivel nacional e internacional. Esto puede llevar a la quiebra de estas mismas empresas, el famoso caso de PetroBras fue claramente debido a estas razones. Altos ejecutivos de empresas y políticos de Petrobras son investigados por el entramado de pago de sobornos por contratos. En julio de 2013, la Policía Federal de Curitiba descubrió una red de lavado de dinero que operaba en Brasilia y en Sao Paulo. Tras meses de trabajo, la investigación los llevó a Alberto Youssef, experto en blanqueo, que al ser detenido, llegó a un acuerdo de “delación premiada” con la policía. Su testimonio, junto al de Paulo Roberto Costa, exdirector de Abastecimiento de Petrobras, hizo explotar el caso. La investigación de la Policía Federal sobre el caso, que se llama Operación Lava Jato, llegó al gran público en marzo de 2014, con la detención de 24 personas en varios Estados de Brasil. La Policía investiga irregularidades entre 2005 y 2014 en torno a Petrobras. La red de corrupción se dedicaba de forma sistemática al desvío de fondos públicos, el amaño de contratos y el pago de sobornos. Este dinero se desviaba a políticos y empresarios. Los implicados transferían altas sumas de dinero al extranjero.

Los gobiernos socialistas del siglo XXI también son conocidos como gobiernos con un alto porcentaje de gasto público y altamente endeudados. Los gobiernos socialistas tienen un gasto público alto para alimentar las políticas públicas populistas y soluciones a corto plazo. Esto lleva a un endeudamiento del país y a la manipulación de la moneda nacional. Cuando el gobierno aumenta un tipo de gasto público y se incrementa la tasa del crecimiento económico, el gasto público se define como productivo; pero si disminuye la tasa del crecimiento económico, el gasto público se define como improductivo. El gasto público en este caso es improductivo porque las políticas públicas y medidas económicas donde se utiliza este dinero no ayudan al crecimiento económico y no crece la productividad económica del país. Rafael Correa en Ecuador duplicó el gasto público y la deuda externa del país, pero bajo el índice de inversión extranjera, de democracia y libertades económicas y de mercado. En el caso de Venezuela, Argentina y Bolivia se dieron las mismas consecuencias solo que también se dio la manipulación de la moneda nacional que causó un aumento de inflación y una crisis económica al punto que la economía nacional se hace insostenible. 

El socialismo nace de la desigualdad social. La mayoría de las poblaciones de América Latina son víctimas del sistema de pobreza que hay. El mayor porcentaje de la población es pobre, por ende existe una desesperación de la población para salir de esa pobreza. La razón es porque varios de los políticos izquierdistas que recientemente fueron presidentes en América Latina pelearon su oportunidad durante años, con trayectorias que incluyeron desde cárcel hasta sucesivas derrotas electorales. Andrés Manuel López Obrador fue elegido presidente de México en el 2018, en su tercer intento. Lula da Silva alcanzó el poder de Brasil en su cuarta postulación, en 2002. Lula fue antes dirigente sindical y fue preso en 1980 por incitar a una huelga durante el régimen militar brasileño. Morales fue detenido como dirigente cocalero años antes de volverse el primer presidente indígena de Bolivia. Hugo Chávez pasó dos años preso por un intento de golpe de Estado en Venezuela antes de ser electo en 1998 y gobernar hasta su muerte en 2013. Ese largo y tedioso camino al poder crea un sentimiento de revolución, en donde ven a un líder que ha vivido luchas similares y por ende, confían su voto en ellos.

La cultura electoral de los países en América Latina es repetir gobiernos que no han funcionado en el pasado. Se da la tendencia de escoger los dos extremos políticos cuando uno no funciona. Peña Nieto era de derecha y cuando no se dieron los resultados que México quería, el pueblo mexicano escogió al socialista Andrés Manuel López Obrador. Así fue también el caso de la transición y toma de poder de Dilma Rousseff a Michel Temer en Brasil. La causa de esto es la falta de educación política y electoral de los países de América Latina, donde prefieren elegir políticos que prometen un cambio drástico en el país en vez de políticos centristas o moderados que usualmente brindan promesas y políticas públicas más realistas.  El socialismo, ni lo que conocemos como el socialismo del siglo XXI no ha funcionado y no va a funcionar en el futuro, por ende, ¿por qué América Latina sigue eligiendo a líderes socialistas?