Con la puja por Banamex en su recta final, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha declarado que aceptará al dueño de Grupo México, Germán Larrea, si resulta vencedor en la contienda para hacerse del cuarto banco más grande del país. El mandatario ha explicado que el llamado rey del cobre cumple con los requisitos que desde Palacio Nacional han sugerido a Citigroup: que sea capital mexicano, esté al corriente en el pago de sus impuestos, se comprometa a no despedir a los trabajadores del banco y garantice que el patrimonio cultural de la institución financiera se queda en el territorio.
Pese a que esta misma semana, el mandatario utilizó esta misma palestra para criticar a Larrea, el segundo hombre más rico de México, con una fortuna de más de 24.800 millones de dólares, asegurando que su empresa se había beneficiado de los sexenios anteriores, este viernes ha matizado su postura. “Nosotros no vetamos a los mexicanos que quieran participar [en la puja] y que estén al corriente de los impuestos y hasta donde tengo información, Larrea está al corriente del pago de sus impuestos”, ha dicho este viernes.
En un giro de 180 grados respecto a sus comentarios a inicio de semana en los que deslizaba la idea de que el conglomerado de minería, infraestructura y transporte había logrado construir ese emporio empresarial por el favor de los entonces presidentes priistas, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, ahora López Obrador ha ensalzado como una ventaja de Larrea frente a su contendiente –Daniel Becker, de Banco Mifel—que el empresario aún no tiene un banco y, según el mandatario, esto garantizará que no incurrirá en despidos si llega a convertirse en el próximo dueño de Banamex.
El presidente indicó escuetamente que el director de Banco Mifel y actual presidente de la Asociación de Bancos de México, Daniel Becker, también tiene posibilidades en la puja por Banamex. El mandatario calculó que por el proceso de compra de la institución financiera se pagarán entre 8.000 y 10.000 millones de pesos solo por concepto de impuestos. “Desde luego que tienen que pagar los impuestos, dependiendo del valor del banco”, añadió. El mandatario aprovechó el momento para cargar contra el expresidente panista Vicente Fox al asegurar que no se repetirá la historia de 2001, cuando Banamex fue vendido a la estadounidense Citigroup “y le dieron la vuelta” para no pagar impuestos por dicha operación.
Aunque la decisión final sobre el próximo dueño de Banamex solo corresponde a Citigroup, en reiteradas ocasiones el presidente de México ha externado sus opiniones sobre el proceso, incluso en agosto pasado confesó que se llegó a considerar que el Gobierno adquiriera parte del banco, sin embargo, luego se descartó esta idea porque no había certeza de que la operación pudiese concluir antes del 2024, es decir, antes de que finalice su mandato.
Desde el inicio, López Obrador ha insistido en que el banco debe regresar al capital mexicano y por ello ha aupado a que sea un dueño de México quien compre la institución financiera. “Nosotros queremos que sean mexicanos [los nuevos dueños] porque ya prácticamente no hay bancos de mexicanos, es de los negocios más jugosos, por eso es importante que queden aquí las utilidades, que no se las lleven y que paguen impuestos”, concluyó el presidente.
La puesta en venta de un banco con más de 23 millones de clientes y más de un millar de sucursales —valuada según analistas en más de 10.000 millones de dólares—supondrá la mayor transacción privada del país en más de una década. En este momento, en la puja por hacerse del banco con 138 años de historia solo quedan dos postores: el millonario Larrea y el banquero Becker. En el camino quedaron las ofertas de otros participantes relevantes como Santander, Banorte, Banco Azteca y Grupo Financiero Inbursa.