Cancún, Guadalajara, Monterrey y Tijuana: los aeropuertos que están dejando atrás a la ciudad de México

Innovación privada vs. militarización: los aeropuertos mexicanos sienten la diferencia

Mientras el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) sigue enfrentando problemas de saturación, demoras constantes y un evidente desgaste en su infraestructura, otros aeropuertos del país han emergido como modelos de eficiencia, conectividad y modernidad, eclipsando por completo a la terminal de la capital.

Cancún, Monterrey, Guadalajara y Tijuana se han transformado en referentes no solo por su capacidad para manejar grandes volúmenes de pasajeros, sino también por la experiencia que ofrecen y su importancia estratégica para las regiones que sirven. Detrás de su éxito, un factor clave: la gestión de empresas privadas que han apostado por la modernización y la visión a largo plazo.

El Aeropuerto Internacional de Cancún, operado por el Grupo Aeroportuario del Sureste (ASUR), se ha consolidado como el principal motor del turismo en México. Con una infraestructura moderna y rutas que conectan directamente con Europa, Estados Unidos y Sudamérica, ha alcanzado cifras récord de pasajeros, destacándose por su capacidad para absorber la demanda masiva de turistas que llegan atraídos por las playas del Caribe mexicano. La inversión constante en tecnología, ampliaciones y un servicio enfocado en la experiencia del usuario han hecho de Cancún un ejemplo de cómo la gestión privada puede transformar un aeropuerto en un activo estratégico para el desarrollo económico de una región.

En Guadalajara, el Grupo Aeroportuario del Pacífico (GAP) ha posicionado al aeropuerto como un hub estratégico que conecta al Bajío con el resto del mundo. En una de las regiones industriales más dinámicas del país, las mejoras recientes han incrementado significativamente la capacidad operativa de esta terminal. Con proyectos que incluyen la expansión de sus terminales y la creación de zonas de carga de primer nivel, Guadalajara se ha convertido en un eje fundamental para el transporte de pasajeros y mercancías. La visión de GAP ha sido determinante para impulsar la conectividad aérea en esta región clave para la economía nacional. La inversión proyectada de 22 mil 482 millones de pesos incluye la construcción de una nueva terminal de 69 mil metros cuadrados y la planificación de una tercera pista, asegurando un futuro de crecimiento sostenido.

Monterrey, bajo la gestión de OMA (Grupo Aeroportuario Centro Norte), ha sabido adaptarse a su papel de puerta de entrada al norte de México. En una región donde el comercio, la industria y los negocios marcan el pulso económico, el Aeropuerto Internacional de Monterrey ha incrementado tanto su oferta de rutas como la calidad de sus servicios. Diseñado para atender a ejecutivos y viajeros frecuentes, su enfoque en infraestructura moderna y conectividad lo ha convertido en una terminal que responde a las exigencias de su entorno industrial.

Tijuana, sin embargo, es quizás el caso más emblemático. Operado también por GAP, el Aeropuerto Internacional de Tijuana ha revolucionado la experiencia de viajar entre México y Estados Unidos gracias al Cross Border Xpress (CBX), un puente binacional que conecta directamente la terminal con San Diego. Este innovador cruce permite a los pasajeros atravesar la frontera en minutos, posicionando a Tijuana como un modelo de cooperación transfronteriza. Además, GAP ha anunciado una inversión de 9 mil 833 millones de pesos para la expansión del aeropuerto, que incluirá 34 mil metros cuadrados adicionales en la terminal. En total, los aeropuertos de Baja California, incluyendo Mexicali, recibirán una inversión conjunta de 11 mil 422 millones de pesos entre 2025 y 2029. Este impulso no solo fortalece la conectividad aérea, sino que subraya el compromiso de GAP con el desarrollo regional.

Mientras los aeropuertos de Cancún, Guadalajara, Monterrey y Tijuana demuestran que la gestión privada, combinada con inversiones ambiciosas y una visión estratégica, puede transformar la conectividad aérea de México, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se ha convertido en el símbolo de un modelo fallido.

Saturado, desgastado y sin soluciones reales a la vista, el AICM no solo ha quedado rezagado frente a estas terminales, sino que también representa un obstáculo para el desarrollo económico y turístico del país. La diferencia es clara: mientras unos avanzan con infraestructura de clase mundial, el AICM se estanca en una crisis perpetua que ni la construcción de aeropuertos alternos ha logrado resolver. Si México no replantea de manera urgente el futuro de su principal terminal aérea, seguirá viendo cómo el éxito y la innovación del sector privado continúan opacando la inacción y el deterioro de su capital.