Ciudad de México es la decimosexta urbe más costosa del mundo, por encima de ciudades como Washington o Milán. Ese era el titular que se leía en muchos medios cuando salió a la luz hace una semana el ranking del Índice Mundial del Costo de Vida, elaborado por la prestigiosa publicación The Economist.
Pero, ¿cómo pueden vivir en una megaurbe tan cara millones de capitalinos que de media cobran 4.600 pesos – unos 272 dólares- al mes?
La letra pequeña del estudio aclara que la lista está hecha para que las empresas puedan calcular las compensaciones a “expatriados y viajeros de negocios”. La metodología, que calculó el índice con un dólar más débil frente al superpeso de 2023, la gentrificación de ciertos barrios y la inflación mexicana son otras razones para encontrar a la capital entre las urbes más inasequibles, señalan los expertos.
No es lo mismo que una familia pague la renta media de Iztapalapa, en 13.022 pesos; a que un nómada digital que cobra en dólares viva en la Roma, donde la renta promedio es el doble, según el portal inmobiliario Real State Market. O comprar en un mercado que hacerlo en una gran superficie, donde el desfase en los precios puede ser de hasta un 50%.
“Para hacer comparaciones rigurosas no solamente se debe medir el coste en dólares de los principales bienes y servicios, hay que tomar en cuenta el ingreso en cada una de estas ciudades y la posibilidad de adquirir esos bienes con más facilidad”, explica el director de desarrollo social con equidad del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, Rodolfo de la Torre.
The Economist midió 400 precios individuales de más de 200 productos y servicios en 173 ciudades, entre ellos bebidas, alimentos, ropa, tarifas de telefonía o el transporte público.
Una de las razones por las que la capital mexicana pasó del puesto 76 a colocarse en el top 20 es la inflación que afectó a México durante todo 2023. Y aunque el ranking mida los precios para trabajadores extranjeros, el Índice de Precios de Consumo de la comida, con una tasa anual de 6,25%, ha afectado a todos los bolsillos. “La inflación ha sido alta en los productos alimenticios. Mucho más que los bienes y servicios”, explica de la Torre.
Un precio que contradice la lista es el del transporte público. “En el transporte ha habido estabilidad de precios por un enorme subsidio”, explica el director del centro de estudios. Los cinco pesos de un boleto de metro -unos 0,30 dólares- abaratan por mucho el monto de dos dólares para subirse en el tren urbano en Washington.
The Economist convierte los precios de las ciudades del mundo a la moneda estadounidense, y aunque el metro siga siendo barato para personas de sueldos altos, es más caro que en 2022 para monedas foráneas por la revalorización del peso que comenzó a principios del año pasado.
El coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la UNAM, Ignacio Martínez, asume que los costos para los extranjeros han subido, aunque los precios se mantengan en ciertos sectores. “No es lo mismo que vengan estadounidenses con un tipo de cambio como el de hace un año, a 20 pesos, que a 16, como está ahora. Eso provoca que para ellos todos los servicios se encarezcan”, contrasta Martínez con los pagos de los mexicanos, que adquieren en pesos muchos servicios y productos al mismo precio que el año pasado. Para de la Torre, el estudio debería haber medido la “paridad de poder de compra”, que en el proceso de conversión de las monedas elimina las diferencias de precios entre países.
El elemento que ha marcado la diferencia en este ranking de 2023 ha sido la vivienda. Los incrementos de la tasa de interés hasta el 11,25%, una menor oferta por la caída en la construcción y la inflación hicieron que el precio de la vivienda subiera un 11,6% en tan solo un año, según la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF). “El costo de la vivienda, cada vez se ha elevado más en la Ciudad de México para viviendas comparables con otros países”, explica de la Torre.
Ese precio se ha incrementado sobre todo en los barrios gentrificados del centro de la ciudad, los que ocupan la mayoría de trabajadores extranjeros -para los que se hace el ranking de The Economist- en la Ciudad de México.
“La gentrificación muestra que hay una demanda por vivienda de buena calidad no satisfecha que hace que las zonas en donde se pueda remodelar, reconstruir la vivienda y que se está cercano a ciertos servicios, se eleve. Esta demanda por este tipo de ubicación es muy grande”, detalla de la Torre. La acumulación de servicios también influye. “Ha habido una inversión pública en infraestructura básica: las líneas del metro, asfalto, inversión en seguridad. Ves patrullas cada cuatro o cinco calles. Todos esos servicios encarecen”, explica Martínez.
La otra cara de la moneda es el desplazamiento de la población local a colonias exteriores. Cada vez más lejos de sus puestos de trabajo, en viviendas y zonas más precarias.
“Estas personas viven en las zonas periféricas, en donde los servicios públicos como el alumbrado, el drenaje o el agua potable no son de muy buena calidad y las viviendas no son tan caras”, denuncia el director de Espinosa Yglesias. “Ciudad de México se diferencia de Washington, de Milán, en que en estas ciudades hay un desarrollo territorial donde es homogéneo el ingreso y el encarecimiento”, explica el coordinador del LACEN de la UNAM. Aquí, los habitantes se van a las zonas periféricas de la capital o al Estado de México. Esa es la gran parte de la población que no vive en la decimosexta ciudad más cara del mundo.