Cuando la medicina que conocemos no funciona, necesitamos replantear nuestra salud desde la raíz

En entrevista exclusiva con México Pragmático, el Dr. Alexander Krouham comparte cómo la medicina funcional y un enfoque integral pueden transformar la forma en que entendemos la salud y el envejecimiento

Durante el Cracks Wellness Summit 2024, hablamos con el Dr. Alexander Krouham, referente en medicina funcional y presidente de la Asociación Mexicana de Medicina de Estilo de Vida. Con su enfoque en la prevención y personalización de la salud, el Dr. Krouham nos compartió cómo pequeños cambios, como priorizar la salud intestinal y encontrar propósito, pueden transformar nuestra calidad de vida.

Tras la entrevista, presentó su conferencia “Retando a la naturaleza: cómo eludir el envejecimiento”, donde dejó claro que el paso del tiempo no es sinónimo de declive, sino una oportunidad para replantear nuestras decisiones y construir una vida más plena.

Arturo Elízaga: ¿En México sabemos qué es salud?

Dr. Alexander Krouham: No.

AE: ¿Por qué?

AK: Definitivamente no. Porque, como diría Stephen Covey, atacamos lo urgente y no lo importante. No nos estamos yendo al fondo, no nos estamos yendo a las bases. Recuerda que México ha enfrentado bien, somos una economía en crecimiento, o sea, no podemos dejar de considerar que somos, depende de quién lo dice, pero la décimo segunda o la décimo quinta economía del mundo. Y sin embargo, muchísimos de los problemas de salud que seguimos enfrentando todavía son enfermedades agudas.

O sea, todo lo que pasó, por ejemplo, recientemente con el tema del desabasto de medicamentos y el tema de las vacunas. Sin embargo, fíjate que hemos tenido una transición gravísima y hoy sí tenemos una verdadera epidemia de enfermedades crónico-degenerativas. Y hace cuenta que esta transformación fue tan rápida, fue tan dramática, que no nos dio tiempo para que el país se preparara para ello.

Apenas hace 35, 40 años las primeras causas de muerte en este país eran enfermedades infecciosas. Cuando yo estaba en la escuela de medicina en los 70, la primera causa de muerte en México era neumonía de influenza y la segunda eran gastroenteritis infecciosas. Hoy, si tú ves las 10 primeras causas de muerte en este país, esas dos ni siquiera aparecen porque son enfermedades crónico-degenerativas.

El problema es que no hubo un proceso de adaptación y no generamos los sistemas de salud y no generamos la conciencia, primero política y en segundo lugar social, para decir: “A ver, los retos son otros”. Hemos transformado completamente la forma en la que vivimos y hoy tenemos que hacer algo completamente diferente y no lo estamos haciendo.

AE: ¿Y esos modelos convencionales de salud a los cuales México se tiene que adaptar, México falló a su implementación o los modelos le fallaron a México?

AK: Yo no quisiera decir que esto es una cuestión privativa de México, es una cuestión que está ocurriendo en todo el mundo, esa es la realidad. Y el problema no es, o sea, los gobiernos al final tienen que responder ante las demandas de la sociedad, ¿de acuerdo?

Pero empecemos primero por la comunidad médica y la comunidad médica es la que no ha respondido y no ha reconocido esta transición epidemiológica como de enfermedades agudas. Ahora lo que estamos enfrentando son enfermedades crónico-degenerativas. Y entonces seguimos utilizando el mismo modelo de atención médica que proviene desde principios del siglo XX y finales del siglo XIX, cuando las situaciones de salud eran otras, eran infecciones y eran traumatismos fundamentalmente.

Era una época donde no había buenas condiciones de sanidad, no había tampoco un reconocimiento biológico, las condiciones laborales eran terribles. Pero fíjate lo que ha sucedido, particularmente en las últimas cinco décadas, seis décadas. Ahora estamos viendo enfermedades como obesidad, diabetes, cáncer, arteriosclerosis, demencias, enfermedades autoinmunes, artritis. Y ese modelo convencional de atención médica no es útil, no sirve para atender estas enfermedades.

AE: Entonces, no es un tema del gobierno nada más.

AK: Exacto, es un tema de la comunidad médica y del reconocimiento de que tenemos que hacer un giro. Y es ahí donde surgen estas opciones como la medicina funcional.

AE: ¿Y ese giro por dónde va?

AK: El giro va por entender que si seguimos haciendo exactamente lo mismo, no estamos llegando a ningún lado. Hoy, si tú ves, por ejemplo, los servicios de salud, no solo en México, en todo el mundo, están totalmente rebasados por estas enfermedades crónico-degenerativas, los presupuestos de salud no alcanzan a cubrir ni siquiera una pequeña parte de lo que implican todos estos padecimientos. Y el giro va hacia: a ver, eduquemos de manera diferente a los profesionales de la salud, volvamos a recuperar la relación médico-paciente que se ha perdido, entendamos que no todos son tratamientos farmacológicos, entendamos que hay hábitos de vida y hay muchas situaciones que ni siquiera representan costos, pero en términos de educación podríamos implementar para mejorar la salud de la sociedad.

AE: ¿Cómo se relaciona este giro hacia una medicina más funcional con las realidades económicas y políticas de nuestro país?

AK: Hay un gran desafío en términos económicos, porque los servicios de salud en México, y en muchos otros países, están completamente rebasados. El presupuesto no alcanza ni para cubrir una pequeña fracción de lo que implican los padecimientos crónico-degenerativos. Por eso, el cambio tiene que venir desde la educación, tanto para los profesionales de la salud como para la población. Necesitamos recuperar la relación médico-paciente, porque eso se ha perdido. Además, debemos reconocer que no todo debe girar en torno a tratamientos farmacológicos; hay un gran potencial en los cambios de hábitos de vida que no implican altos costos.

Sin embargo, aquí entra un “pero” muy importante: hay muchos jugadores en la industria que ven afectados sus intereses si se promueven estos cambios. ¿Le conviene a la industria farmacéutica que seamos más saludables? ¿A la industria agropecuaria o alimentaria? No necesariamente. Por eso, esto no debe ser una lucha de intereses, sino una mesa de diálogo para reconocer esta nueva realidad y buscar soluciones en conjunto.

AE: Hablando de soluciones, cuéntanos más sobre la medicina funcional.

AK: La medicina funcional surge como modelo de atención hace aproximadamente 30 años, aunque realmente las voces que cuestionan el modelo tradicional llevan ya más de 40 años. La medicina funcional nace de la necesidad de cambiar la forma en que atendemos a los pacientes.

No fue que alguien se levantara una mañana y dijera: “Vamos a inventar algo genial”. Fue un proceso de cuestionamiento ante un sistema que estaba fracasando. A pesar de los avances en medicamentos, los resultados en el manejo de las enfermedades seguían siendo deficientes.

La medicina funcional toma lo mejor de diversas propuestas para crear un modelo operativo que sirva tanto en la práctica clínica como en la educación de profesionales de la salud. Este modelo pone al individuo, no a la enfermedad, en el centro. Esto implica evaluar integralmente al paciente y buscar resolver los problemas desde la raíz, no solo controlarlos.

AE: ¿Esta individualización responde a una deshumanización generalizada en la medicina?

AK: Totalmente. Si analizas, en países como Estados Unidos, el promedio de duración de una consulta con un médico especialista es de 7 a 15 minutos. Esto es resultado de un modelo de medicina administrada, donde los médicos son asalariados de grandes corporativos que definen en qué se gasta y qué se hace, dejando al paciente en segundo plano.

La medicina funcional busca romper con este esquema y recuperar la relación médico-paciente, reconociendo aspectos clave como la unicidad genética y bioquímica de cada individuo, así como el impacto de su entorno.

Hoy en día, se conocen más de 155,000 enfermedades registradas, pero la medicina funcional las clasifica a partir de siete procesos biológicos fundamentales. En esencia, la medicina funcional es la medicina del “porqué”, porque busca entender la causa raíz de los problemas de salud y no quedarse en los síntomas.

AE: ¿Cómo es ese proceso de entender al paciente desde la raíz?

AK: Tiene cinco elementos fundamentales:

  1. Línea del tiempo: Analizar la historia completa del paciente, desde antes de su nacimiento, incluyendo etapas gestacionales, hasta los eventos relevantes de su vida.
  2. Detonadores, perpetuadores y mediadores: Identificar qué eventos iniciaron un problema, cuáles lo exacerban y cuáles lo perpetúan en el tiempo.
  3. Estilo de vida: Aquí entran seis pilares fundamentales: nutrición, ejercicio, calidad del sueño, relaciones interpersonales, manejo del estrés y consumo de sustancias.
  4. Esfera neuroemocional y espiritual: Esto no se refiere a religiosidad, sino a qué conecta al individuo, qué le da sentido a su vida.
  5. Interacción con los siete procesos biológicos fundamentales: Estos determinan cómo funciona el organismo y se conectan bidireccionalmente con los demás elementos.

Con esto, puedes armar un “rompecabezas” del individuo y entender las verdaderas causas de sus problemas de salud.

AE: ¿Qué tan escalable es este modelo a nivel sociedad?

AK: Totalmente escalable. Aunque puede parecer que requiere tiempo y recursos, grandes instituciones como UCLA, Johns Hopkins, Cleveland Clinic y Mayo Clinic ya están implementando modelos similares. Por ejemplo, en la Cleveland Clinic se están llevando a cabo consultas grupales, donde se educa a grupos de pacientes, reduciendo costos y aumentando la eficacia.

El enfoque debe ser quitar al médico del centro de atención y promover la participación de otros profesionales de la salud, como nutriólogos, psicólogos y terapeutas. Esto permite un cuidado más integral y menos costoso.

AE: Justo en México, donde tenemos el mito de que tenemos “estómagos de acero”, tú pones al intestino como eje de salud. ¿Por qué es tan importante?

AK: El intestino es clave porque regula funciones esenciales: respuesta inmune, producción de neurotransmisores, procesos de desintoxicación, regulación hormonal y asimilación de nutrientes, entre otras. Si tenemos un intestino saludable, prevenimos muchas enfermedades. Pero esto implica cambiar hábitos alimenticios y reducir el consumo de alimentos procesados.

AE: Finalmente, el estrés y la salud mental son temas que están resonando mucho. ¿Cómo abordamos el estrés en este contexto?

AK: El estrés hoy en día está amplificado por tres grandes factores: el avance tecnológico (Ley de Moore), la globalización económica y los cambios climáticos. Estos elementos nos hacen sentir fuera de control, generando frustración y estrés crónico.

Además, vivimos una epidemia de desdicha porque tenemos concepciones distorsionadas de la felicidad, el éxito y la belleza, en gran parte influenciadas por las redes sociales. Todo esto contribuye al deterioro de nuestra salud mental.

Para enfrentarlo, debemos pensar en la salutogénesis, que se enfoca en cómo crear salud. Esto depende de nuestros recursos de resiliencia y nuestro propósito de vida. Si tenemos un propósito claro, construimos una “armadura” emocional que nos permite enfrentar los retos de la vida.

AE: Doctor, muchísimas gracias por su tiempo y por esta conversación tan enriquecedora.

AK: Al contrario, Arturo. Ha sido un placer. Creo que llegamos a puntos muy interesantes.