El Fentanilo es un opiáceo sintético 50 veces más fuerte que la heroína que ya ha comenzado a consumirse en ciudades de la frontera en México.
Por ahora, la agenda del Gobierno de México se basa en estrategias probadamente ineficaces. Tratan a las adicciones como un problema de “falta de carácter”, estigmatizan a sus consumidores y utilizan a la Guardia Nacional para acosar usuarios y romper jeringas — lo que aumenta el riesgo de VIH y hepatitis. Los resultados ya son evidentes con aumentos documentados en VIH y en el consumo de Fentanilo.
Se han quitado recursos a las organizaciones que atendían a usuarios de substancias. La última encuesta de drogas es de hace 6 años y por ahora solo se tiene planeado hacer una por internet (que no reflejaría lo que sucede en las calles). “Hay una decisión por no ver el problema” comentó acertadamente el Dr. Jaime Arredondo, experto del tema.
Las mejores políticas de drogas del mundo no hacen lo que está haciendo el Gobierno de México, por el contrario, saben que no importa cuánto miedo infundas o cuántas jeringas rompas, una vez que una persona desea consumir drogas inyectables, nada la va a detener. Lo único que funciona en el largo plazo es permitir que las personas consuman en lugares controlados a fin de aumentar su probabilidad de ser canalizados a tratamiento.
Es urgente ampliar los servicios de detección de substancias porque sin ellos, la mayoría de las sobredosis en México se esconden en registros de paros cardíacos. La situación es delicada porque con frecuencia el usuario no sabe lo que está consumiendo. Compran cristal o heroína sin saber que el Fentanilo ya viene ahí mezclado.
Estamos a tiempo. Los pocos estudios que existen sobre consumo de Fentanilo en México muestran que el problema todavía está concentrado en la frontera. Sin embargo, el problema debe atenderse a la par de la verdadera epidemia mexicana: el consumo de cristal.