El periodista Manuel Buendía fue asesinado de cinco balazos disparados a quemarropa por la espalda. Corría el verano de 1984 y México se hundía en una dura crisis económica y escándalos de corrupción bajo el Gobierno del presidente Miguel de la Madrid.
Buendía, periodista de Excélsior, publicaba entonces una ácida columna titulada Red privada, en la que denunciaba las oscuras actividades de la CIA en México, la podredumbre de los sindicatos petroleros, los chanchullos de los funcionarios gubernamentales y hasta la venta de armas a la contra en Nicaragua. El periodista tenía buenos contactos y una estrecha relación con los mandamases de la temible Dirección Federal de Seguridad (DFS), encargada de espionaje en el Estado, hasta el punto que contaba con una credencial de esa oficina, una llave que abría muchas puertas. Sus detractores lo acusaban de ser una pluma a sueldo y fueron muchas las personas que se sintieron agraviadas con sus denuncias.
El asesinato del periodista generó un sismo en el México de la época y resume la relación ambigua entre periodismo y poder durante el priísmo, pero también demuestra cómo las revelaciones periodísticas contribuyeron a la creación de una opinión pública crítica que desembocó en la apertura democrática.
El caso Buendía es analizado en De escándalo en escándalo (Siglo XXI editores), de la historiadora estadounidense Vanessa Freije (Indianápolis, 38 años), un libro que explora el impacto de las denuncias que hacía el periodismo durante la era del PRI. “Lo que hicieron los escándalos y la prensa de denuncia fue moldear esa concientización y prestar un lenguaje para disputar lo que se decía desde los ámbitos del poder político. Muchos escándalos o reportajes empezaron con una filtración, que hizo posible una investigación más profunda”, explica Freije.
El trabajo de Menéndez y de otros periodistas valientes influyó en la opinión pública a tal punto que el Gobierno tuvo que intervenir en muchas ocasiones por temor a las consecuencias de los escándalos revelados por la prensa. Si los sobornos no surtían efecto, acudía a la barbarie traducida en confiscación de imprentas, cierre de redacciones, negar el papel necesario para la impresión de diarios y revistas. Los poderosos usaron también el método más brutal: el asesinato de reporteros.
Ninguna de esas artimañas, sin embargo, logró callar la voz de la prensa. “Creo que a través de esos escándalos y esos reportajes de denuncia se generó un consenso de que se tenía que ir el PRI y que eso iba a significar la democracia. Ese fue, digamos, el impacto más fuerte que tuvieron”, analiza Freije. “La prensa de denuncia jugó un papel importante en la democracia en el sentido de que iba formando un público, que estaba unido por su desengaño con la vida política”, agrega.
La apertura democrática en México no significó, sin embargo, garantías de seguridad para el trabajo de los periodistas. Si bien el Estado ya no ejerce la censura directa y ahora los reporteros cuentan con leyes que protegen el acceso a la información, hay un nuevo autor en esta historia: la violencia criminal y el narcotráfico, que amenazan la libertad de expresión. “La democracia electoral no ha garantizado mejores condiciones para la prensa.
México es un caso ejemplar, en el sentido de que es un país que no está en guerra, pero donde los periodistas sufren peligro. Creo que influye mucho el hecho de que el sistema judicial no funciona como debería y no hay reglamentos para proteger a los periodistas”, dice la autora, que teme que esa violencia se convierta en el arma que logre la censura del periodismo. “Ese es el peligro. La violencia es un problema muy fuerte para la prensa. Tenemos que estudiar más para entender exactamente cómo está generando autocensura, pero en ciertas zonas del país los periodistas no pueden tocar ciertos temas, incluyendo temas relacionados con la política local. Creo que esto a largo plazo va a ir degradado mucho la calidad de información a la que uno puede acceder, así como la vida democrática y pacífica del país”, alerta Freije. Con todo, la autora aplaude la valentía del periodismo mexicano: “Una cosa que me impresiona muchísimo de la prensa mexicana es que a pesar de esas condiciones ha podido florecer y la muestra es que salen reportajes que están denunciando al poder”.