Ahora que el tequila Don Julio es parte de la empresa global DIAGEO, su presencia internacional es mucho mayor, pero no ha cambiado su esencia: el tequila se sigue produciendo con la misma receta y con los perfiles y valores que mantuvo su creador.
Don Julio González nació el 7 de enero de 1925 en Atotonilco el Alto, en el estado de Jalisco, una tierra muy fértil para los agaves y que concentra gran parte de las plantas productoras de tequila. Desde joven mostró su pasión por los campos de cultivo de esas plantas que mediante horas y horas de observación llegó a conocer profundamente. Después empezó a vender, en los pueblos aledaños, el tequila que uno de sus tíos producía. Sin embargo, la necesidad de ganar más dinero para mantener a su familia –fue el tercero de seis hermanos y quedó huérfano de padre a los dieciséis— lo impulsó a buscar nuevos caminos y oportunidades: un préstamo de 20 mil pesos le permitió iniciar, en el centro de Atotonilco, su propia producción de tequila en la destilería La Primavera, que fundó en 1942.
Durante años el tequila fue considerado como la bebida de las trincheras de la Revolución mexicana, tal y como se ha mostrado en infinidad de películas nacionales sobre ese periodo. Pero don Julio soñaba con que su bebida ocupara otro espacio. Esa inspiración lo llevó a desarrollar, con esmero y paciencia, las técnicas de perfeccionamiento que le permitieron producir el primer tequila de lujo en el mundo, que es el que nace como la marca Don Julio Reposado. A lo largo de su vida, don Julio González –murió en 2012 a los 85 años de edad— continuó con el compromiso de seguir mejorando su tequila con cada nueva edición.
Karina Sánchez, embajadora global de la marca Don Julio, resume los factores que, desde el cultivo de los campos hasta el añejamiento de la bebida, hacen la diferencia con otros tequilas: “Todo empieza con la selección de las tierras para plantar nuestros agaves. Don Julio transmitió a sus colaboradores en qué consiste el cuidado y mantenimiento de las condiciones necesarias –que haya espacio suficiente entre unos y otros, por ejemplo– para que los agaves crezcan de manera óptima y esperar el tiempo adecuado para que las plantas maduren, no importando cuánto dure este proceso”.
“Ya en la parte del proceso de producción de la bebida”, añade Karina, “es importante dar a las pencas y piñas un tiempo de cocción prolongado para asegurar la obtención de todas la mieles y azúcares que se necesitan para conservar los perfiles característicos de nuestro tequila. Y la parte secreta de la receta: Don Julio desarrolló una levadura que nos permite mantener las notas frutales en nuestros tequilas”.
“Y, por último, siguiendo en esta línea de constante perfeccionamiento, está un proceso de añejamiento en barriles de roble blanco que sobrepasa los estándares usuales que nos marca la norma y que puede durar hasta 24 meses en los casos de mayor calidad, como el de Don Julio 1942, tequila creado para celebrar el 60 aniversario de don Julio González en la industria tequilera, y que, justo por ello, fue seleccionado como parte de la actual campaña ‘Me quito el sombrero’ para hacer la edición especial wixárika”.
Karina Sánchez establece un parangón entre el tiempo, la dedicación y la paciencia que requiere la preparación del tequila Don Julio 1942 y el proceso de los artesanos wixaritári para crear cada una de las botellas de esta edición.
Cuando cuenta la historia de don Julio se emociona particularmente al referirse a su calidad como ser humano: “Era un hombre generoso, con devoción por lo que hacía y comprometido con su gente, que daba un trato igual tanto a los jimadores como a quienes estaban a cargo de todos y cada uno de los procesos. Frecuentemente iba a los campos para seleccionar personalmente los agaves maduros y le gustaba compartir los alimentos con los jimadores. Estas características lo llevaron a ser reconocido, entre su comunidad, como un ‘don’ a pesar de su juventud –es sabido que en México usamos el ‘don’ en señal de respeto ante una persona de edad avanzada”.
Por sus características, el tequila Don Julio 1942 es considerado como la culminación de la búsqueda por el perfeccionamiento de la bebida: es el tequila que tiene el proceso más prolongado de maduración de los agaves, así como de cocción, y es el que tiene más tiempo de añejamiento en barricas de roble blanco (24 meses). El proceso total de su fabricación puede llevarse hasta ocho años y medio. La botella, que también fue diseñada por don Julio González, tiene la forma alargada de una penca de agave tequilana weber –conocido popularmente como agave azul–, espigada hacia arriba.
De ahí se tomaron las 1,200 botellas que los artesanos wixaritári están transformando en piezas de arte únicas. En este mismo sentido, la conexión con la tierra guarda congruencia con la importancia que la destilería concede a las comunidades aledañas al extender esta colaboración a los campos de agave: unas 120 personas –la mitad son mujeres wixaritári– apoyan en el cuidado y conservación de los agaves que finalmente se reflejan en la calidad del tequila.
Además de honrar a los artesanos de la comunidad wixárika, en esta ocasión, Don Julio 1942 se quita el sombrero para conmemorar a su fundador, don Julio González, y a todas las personas que forman parte del proceso que hace posible la fabricación y distribución de un tequila que ha conquistado un lugar privilegiado, no sólo en México sino también en el mundo.