¿Dónde están los resultados de la Selección Mexicana?

La priorización de lo económico y la falta de una estructura sólida están perjudicando el rendimiento y desarrollo del fútbol en México

La Selección Mexicana de Fútbol es un tema recurrente y polémico dentro de la cultura popular en México. Más que un simple conjunto deportivo, es un “producto” que genera debates apasionados y despierta emociones encontradas en todo el país. Además, representa una fuente significativa de ingresos. México, de hecho, se destaca como uno de los países con mayor presencia en torneos internacionales. Según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, alrededor de 60 mil mexicanos viajaron a Qatar 2022, y México se posiciona en el top-5 de países con mayor inversión económica en Mundiales, un reflejo del fuerte impacto del mercado azteca en el fútbol global. 

Sin embargo, la pregunta persiste: ¿Por qué no logra los resultados esperados? ¿Está realmente dirigida a los aficionados mexicanos que residen en Estados Unidos? ¿Qué explica esta falta de logros? 

El enfoque de la Selección Mexicana hacia los partidos en Estados Unidos responde a una motivación económica clara. Los dirigentes han puesto sus miras en las ganancias, obteniendo alrededor de 9 millones de dólares por cada partido disputado en suelo estadounidense. En contraste, cuando juegan en territorio nacional, los ingresos ni siquiera se acercan a esas cifras, ya que la afición local ha perdido la paciencia ante los constantes fracasos, excusas y falta de soluciones. 

El problema se origina en la estructura misma del fútbol mexicano. La falta de incentivos para fomentar el deporte, la corrupción y la visión cortoplacista de los directivos que han priorizado los beneficios económicos sobre la construcción de proyectos sólidos que generen resultados. La Liga MX, que debería ser la base del desarrollo del fútbol nacional y el principal motor de talento, está dominada por objetivos financieros en lugar de deportivos. La Federación Mexicana de Fútbol (FMF) designa la Presidencia Ejecutiva, lo que implica que las prioridades de la liga reflejan las mismas motivaciones: dinero antes que formación de talento. 

Una de las principales causas de la falta de resultados es la tendencia de los dueños de clubes y directivos a priorizar los intereses económicos sobre los deportivos. Torneos de corta duración y los cambios constantes en el formato de competencia impiden la estabilidad y continuidad de los proyectos de los equipos. Además, se observa frecuentemente que jugadores extranjeros, a menudo de menor calidad, ocupan lugares que deberían ser destinados a jóvenes talentos nacionales. Los equipos deberían enfocarse en la formación y exportación de estos talentos a Europa, como lo hace con éxito la MLS. Sin embargo, en México, las prioridades económicas prevalecen y los jugadores que logran atraer el interés de clubes europeos enfrentan obstáculos como cláusulas exorbitantes y precios elevados, lo que lleva a los clubes europeos a buscar alternativas más accesibles en otros países. 

México también encabeza la lista global en cuanto a número de jugadores profesionales, con un total de 9,464 futbolistas, representando el 7% del total mundial. Este dato resalta la fuerte presencia del fútbol en el país y su importancia en el ámbito global. Sin embargo, la falta de talento emergente y la escasa cultura de compromiso deportivo afectan negativamente el rendimiento de la Selección Nacional. Los conflictos de intereses y la visión completamente enfocada en lo económico por parte de los dirigentes han llevado a un declive notable en los últimos años. La selección ha pasado de dominar la CONCACAF a no poder vencer a Estados Unidos en los últimos ocho enfrentamientos, y de ilusionar con un posible pase a cuartos de final en la Copa del Mundo Brasil 2014, a quedar eliminados en la fase de grupos en Qatar 2022.

Resulta obvio que sin una verdadera revolución en la mentalidad de los responsables, el camino seguirá siendo cuesta arriba. Se necesita una liga donde los jugadores jóvenes mexicanos no solo tengan la oportunidad de debutar, sino también de consolidarse y adquirir la experiencia necesaria para competir a nivel internacional. Es vital adoptar un enfoque donde los éxitos a largo plazo prevalezcan sobre las ganancias inmediatas. 

Es crucial abordar la escasez de talento emergente. Las academias deben centrarse en desarrollar habilidades y mentalidades ganadoras desde temprana edad, en lugar de solo considerar a los jugadores como productos de exportación. La formación integral debe incluir aspectos tácticos y físicos, así como soporte psicológico y valores, para garantizar que los futbolistas no solo tengan el potencial, sino también el compromiso necesario para destacar a nivel nacional e internacional. 

La Selección Mexicana enfrenta uno de los momentos más oscuros de su historia, donde la incertidumbre supera a la esperanza, y no hay indicios claros de que la situación mejorará pronto. Las recientes decisiones, como la destitución de Jaime Lozano y la llegada de Javier Aguirre, solo han intensificado la polémica y el desapego entre los aficionados. Los altos directivos de la FMF deberían reorganizar sus prioridades y construir un proyecto sólido que empiece desde la formación de los jugadores en los clubes hasta una planificación y gestión adecuadas de la selección. Solo así se podrán alcanzar los objetivos deportivos, recuperar los logros y volver a conquistar a la afición.

La afición, parte esencial del fútbol, merece respeto y atención. No se puede seguir utilizando el amor por la camiseta como excusa para generar ingresos sin ofrecer resultados deportivos. La verdadera pasión se alimenta con logros, esfuerzo y transparencia. Es hora de que se trabaje con un propósito claro, uniendo fuerzas y estableciendo un compromiso real con el desarrollo del fútbol mexicano.