En Latinoamérica la corrupción no cerró sus negocios, no tuvo restricciones, no perdió su trabajo. Durante la pandemia la región ha presentado algunos de los mayores casos de corrupción, desde bolsas para cadáveres sobrevaloradas en Ecuador hasta allanamientos a edificios de gobierno en Brasil y Costa Rica.
La corrupción es una de las principales amenazas a la democracia. Esta se asocia con aumento en la desigualdad social, debilidad de las instituciones públicas, falta de confianza en los gobiernos, e incluso clientelismo en los procesos electorales.
Un problema que ya ha sido advertido
La creciente ola de casos de corrupción no es nada nuevo. Desde el 2016 la organización Transparency International señala que el 62% de los latinoamericanos piensan que la corrupción está en crecimiento y tan solo el 24% de los mexicanos piensan que el gobierno está haciendo las cosas bien en la lucha contra la corrupción.
Incluso, el problema de la corrupción en la zona es tan grande que según el mismo estudio que en promedio una de cada tres personas ha realizado al menos un soborno en el último año, siendo México el país con el índice más alto alcanzando el 51%, donde los sobornos se dan más que todo para acceder a servicios públicos.
Vale destacar que a pesar de que los sobornos se dan en el mismo nivel entre ricos y pobres, la afectación es diferente ya que como señala el estudio: “las personas pobres tienen menores ingresos disponibles, los pagos de sobornos pueden representar una carga absolutamente desproporcionada sobre sus limitados recursos.”
La pandemia no ha parado la corrupción
La movilización de recursos causados por la pandemia ha sido un nido ideal para nuevos casos de corrupción, mientras que la llegada de las elecciones en varios países ha contribuido para que muchos casos del pasado salgan a la luz.
Algunos ejemplos de malversación de fondos que debían ser usados para el tratamiento de los pacientes es el caso de Bolivia donde cada respirador costó dos millones de dólares más que el precio real.
Por el otro lado mientras miles de personas hacen filas para conseguir las vacunas, la fiscalía de Argentina, Perú, Ecuador y Brasil realiza investigaciones de tráfico de influencias a funcionarios públicos que convenientemente parecen haberse creado su propia cola de “Vacunas VIP”
Ni siquiera hablar del nuevo mega-escándalo de corrupción que se reveló en Costa Rica después de cinco años de investigación. El informe de este caso muestra dos empresas privadas que con apoyo del gobierno realizaron malversación de fondos por más de 120 millones de dólares salidos directo del bolsillo de los ciudadanos.
México obviamente no se queda atrás, varios cuerpos de gobierno están siendo investigados por la compra de ventiladores y pruebas de coronavirus por precios altamente elevados a empresas que ni siquiera vendían estos productos, durante el inicio de la pandemia.
La lucha contra la pandemia de la corrupción no es nada nuevo para los países latinoamericanos. Este parasito se alimenta lentamente de la mismísima fibra de la democracia mientras que al mismo tiempo les roba los impuestos a todas las personas. Impuestos que deberían estarse usando para educación, inversión o redistribución en vez de terminar en los bolsillos de unas pocas elites.