La Secretaría de Marina (Semar) ha anunciado una inversión de 8,000 millones de pesos para renovar el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), en preparación para el Mundial 2026. Con 75 obras programadas, incluyendo mejoras en la torre de control, pistas, salas de espera, accesos y estacionamientos, además de la certificación como “aeropuerto verde”, la iniciativa busca atender el arribo masivo de visitantes internacionales. Sin embargo, esta renovación llega tarde, tras décadas de abandono y negligencia que han llevado al aeropuerto más importante del país a una situación crítica.
El AICM, con más de 90 años de operación, se encuentra muy por detrás de otros aeropuertos del país como Monterrey, Guadalajara, Tijuana y Cancún, que ofrecen instalaciones modernas y una experiencia de usuario superior. A pesar de recibir casi 45 millones de pasajeros al año, cerca de la mitad internacionales, la terminal ha sufrido de una evidente falta de mantenimiento, infraestructura deteriorada y decisiones improvisadas que no han resuelto su saturación ni sus problemas operativos.
Aunque la presidenta Claudia Sheinbaum y la Marina han destacado las obras como un paso importante, la realidad es que representan lo mínimo indispensable para mantener operativo un aeropuerto que debería ser una joya de conectividad en el país. Acciones como la limitación de vuelos y la prohibición de operaciones de carga han sido medidas temporales, pero insuficientes para solucionar el colapso que enfrenta la terminal.
Además, es fundamental subrayar que el éxito del AICM no depende únicamente de una remodelación millonaria para un evento como el Mundial. Su verdadero desafío está en garantizar un mantenimiento constante y eficaz. Durante años, las autoridades han permitido que el aeropuerto se deteriore progresivamente, dejando a los pasajeros enfrentar largas filas, infraestructura ineficiente y una experiencia de viaje que dista mucho de ser competitiva a nivel internacional.
La renovación, aunque necesaria, será un esfuerzo inútil si no se acompaña de una estrategia integral de cuidado, actualización y modernización continua. Aeropuertos como el de Cancún, que ha demostrado ser un ejemplo de eficiencia y expansión sostenida, han crecido gracias a un enfoque en el mantenimiento y la mejora constante, no solo en inversiones esporádicas.
El AICM enfrenta un momento crucial. Si bien el Mundial 2026 es una oportunidad para mostrar una cara renovada al mundo, las autoridades deben entender que esto no puede ser un simple esfuerzo de maquillaje. De lo contrario, el aeropuerto seguirá siendo un símbolo de abandono, incapacidad y oportunidades perdidas. El futuro del AICM está en juego, y su destino dependerá de la voluntad política de cuidarlo, no solo de invertir en él cuando ya no queda otra opción.