Acusaciones de fraudes y corrupción. Acuerdos políticos tras bambalinas. Amenazas, golpes bajos y traiciones. La guerra de filtraciones entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Morena, la formación del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha retratado de cuerpo entero a la clase política mexicana. El audiogate ha salido a escena con las elecciones del próximo domingo como telón de fondo, pero las revelaciones han subido tanto de tono y han contaminado tanto el ambiente previo a los comicios que las votaciones a gobernador en seis Estados del país han quedado relegadas a segundo plano.
La batalla de los audios ha tenido a Alejandro Moreno, exgobernador de Campeche y dirigente nacional del PRI, como gran protagonista. Su rival política y actual gobernadora de ese Estado, la morenista Layda Sansores, lanzó desde la semana pasada una serie de filtraciones para quemar a Alito, como también se conoce al político priista. “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”, se escuchaba decir a Moreno en una de las grabaciones, en un país que ha visto como 11 comunicadores, nueve según el conteo del Gobierno de López Obrador, han sido asesinados en lo que va de año. En su último dardo, revelado el martes por la noche, Sansores le acusa de lavado de dinero, en una conversación en la que habla de tres terrenos que compró baratos para venderlos caros. Su contador le da consejos para dar la vuelta al pago de impuestos, inflar el precio de los predios y no tener que hacer público que es el dueño real de las propiedades. “Esto es lo que se me ocurrió”, le dice el contable, “entonces, no estamos obligados a reportarlo en la declaración patrimonial”.
“Son unos pinches hampones esos cabrones”, dice Alito en otra grabación con su contador, en la que habla sobre los compradores de un grupo de propiedades que quiere sacar a la venta y que supuestamente usan una empresa fachada para concretar los tratos. “Necesito decirle para que me hagan la transferencia en chinga”, dice desesperado el priista, que quería sacar 12 millones de pesos (unos 600.000 dólares) en la transacción. En otro acuerdo, Moreno pide que le depositen una cantidad de 15 millones a su mamá para que ella después triangule el dinero a su propia cuenta. “Las clases de lavado de dinero estaban a toda hora”, ha comentado sarcástica Sansores.
La gobernadora había anunciado el golpe horas antes y Alito no se quedó de brazos cruzados. Moreno destapó una conversación que tuvo con Manuel Velasco, senador del Partido Verde, para denunciar amenazas de parte del Gobierno contra él y su partido por oponerse a la reforma eléctrica, un proyecto de ley que era prioritario para la Administración de López Obrador. En la grabación, Velasco le pasa un recado del secretario de Gobernación y número dos del Gabinete, Adán Augusto López, y le advierte que “se van a ir con todo” si no se sumaban a la mayoría parlamentaria que necesitaba Morena en la Cámara de Diputados. “Si se van a venir con todo, que se vengan con todo, yo no tengo tema”, afirmó el priista. “Si algo tengo yo, es que me sobran huevos”, remató.
El contrataque de Moreno no solo iba dirigido a Velasco y al Partido Verde, aliados históricos del PRI y ahora socios de Morena, sino contra el propio secretario de Gobernación, uno de los hombres de mayor confianza y principales operadores del presidente. “Adán es nuestro hermano, es nuestro amigo y lo conocemos desde hace años, pero si tiene instrucciones de su jefe, ¿qué le vamos a hacer?”, dice Alito. Augusto López militó 25 años en el PRI antes de sumarse a la formación de López Obrador, que llegó al poder con la bandera de enterrar la corrupción y enterrar a los políticos del viejo régimen.
El presidente ha negado este miércoles que hubiera una persecución política contra Moreno. “No es cierto, yo no me meto en eso, nunca lo he hecho, es un asunto de principios, de moral”, ha sostenido López Obrador, en su conferencia de prensa diaria. Velasco también se defendió, pero no desmintió la llamada, al contrario que el mandatario. “He sostenido pláticas privadas con Alejandro Moreno desde hace más de 20 años, como esta llamada que él decidió grabar sin mi consentimiento, violando la confianza al hacerlo unilateralmente y donde yo hablé a título personal”, ha señalado el senador. “En ningún momento amenacé a nadie”, ha agregado.
“Estamos en vísperas de elecciones, pero yo no me meto en eso”, ha declarado López Obrador para no alimentar la polémica mediática desatada por las grabaciones. “No quiero hablar de eso”, ha atajado el presidente. Morena parte como favorito en Oaxaca, Quintana Roo, Tamaulipas e Hidalgo, uno de los principales bastiones dominados por el PRI. El Partido Acción Nacional aventaja en Aguascalientes y en Durango hay un empate técnico, según las principales encuestadoras. La paradoja es que las campañas estatales, los candidatos y sus propuestas han quedado completamente opacadas por el audiogate, precisamente motivado por las votaciones. En pleno enfrentamiento se ha puesto en duda la viabilidad de una alianza opositora amplia con miras a las elecciones presidenciales de 2024 y la permanencia de Moreno como líder priista, a la espera de si las filtraciones tendrán un efecto real en cómo voten los ciudadanos el próximo domingo.