El Covid-19 puso en jaque a los sistemas de salud en América Latina y el Caribe, que ya arrastraban deficiencias antes de la pandemia. La crisis climática, aunque más lenta y menos escandalosa, no se queda atrás y también pone en riesgo la capacidad de respuesta de los sistemas sanitarios.
La Organización Mundial de la Salud señala que, en las próximas décadas, en todo el mundo ocurrirán 250.000 mil muertes adicionales por año debido a enfermedades relacionadas con el clima. No es una preocupación menor para América Latina y el Caribe, una región en la que la aceleración del cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de las sequías, las inundaciones y en la que los incendios cada vez son más dañinos.
Los sistemas sanitarios en los países de la región necesitan prepararse para afrontar los desafíos que el cambio climático impone y convertir esos retos en una oportunidad para el desarrollo sostenible. Veamos cómo.
Cambio climático y una población saludable
Más emisiones de CO2 se traducen en más enfermedades respiratorias y cardiopulmonares; las muertes debido a las olas de calor han aumentado y las altas temperaturas sumadas a los cambios en el patrón de las lluvias intensifican las epidemias de dengue, zika o malaria, entre otras; también provoca pérdidas en las cosechas, lo que agrava la seguridad alimentaria. Esta es una enumeración corta, pero la lista es mucho más amplia.
En América Latina y el Caribe, las muertes anuales de personas mayores de 65 años atribuibles a la exposición al calor aumentaron en promedio casi un 240% si se compara el periodo 2000-2004 con el de 2017-2021, se lee en el informe Panorama de la Salud: América Latina y el Caribe 2023, elaborado por el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Entre 2012 y 2021, el número básico de reproducción (R0) del dengue en la región aumentó entre 0,32 y 0,46, de acuerdo con el informe, y no parece ir en retroceso.
Las alarmas se dispararon en Argentina cuando, a mediados de abril, luego del verano más cálido que ha tenido ese país desde que se tienen registros, se reportaron más de 56.000 casos de dengue y 48 fallecimientos debido a esta enfermedad. Según el último reporte, a principios de mayo, se registraban más de 100.000 contagios y 59 personas fallecidas. Aunque la cifra va en descenso, se trató del mayor brote de la enfermedad en la historia de Argentina.
Este año también se registró el mayor número de casos dengue en Perú. Bolivia tuvo el pico más alto de la enfermedad en los últimos 15 años. En 2022, Brasil batió su récord con más de dos millones de casos.
Más vale prevenir
Pese a que la salud es tan vulnerable al cambio climático, solo cuatro países tienen planes nacionales completos de salud y clima. Y de los 25 países que participaron en la encuesta sobre salud y cambio climático de la OMS de 2021, solo siete cuentan con evaluaciones formales sobre vulnerabilidad y adaptación, fundamentales para contar con los datos para diseñar los planes para construir sistemas de salud resilientes al clima.
El estudio también destaca que, aunque los sistemas de alerta temprana relacionados con los riesgos climáticos y salud son clave, apenas cuatro de 23 países de la región alertan a tiempo sobre enfermedades relacionadas con el calor; mientras que solo seis países reportan que cuentan con sistemas de alerta temprana relacionados con enfermedades transmitidas por vectores, a pesar de las epidemias recurrentes de enfermedades transmitidas por mosquitos en la región.
Los expertos apuntan que dos grandes remedios para generar resiliencia en los sistemas de salud ante la crisis climática son conseguir más mecanismos sólidos e innovadores de financiamiento internacional y nacional para proyectos de cambio climático y salud y fortalecer el trabajo interconectado entre los sectores, tanto en el ámbito nacional como local en función de:
- Desarrollar planes de salud y cambio climático.
- Generar sistemas de vigilancia y alerta temprana para enfermedades relacionadas con el clima.
- Integrar los sistemas de salud pública y el cambio climático que permitan que sea fácil comunicarse con el personal de salud y otros actores fundamentales a la hora de una emergencia.
- Entrenar al personal médico en temas de salud y cambio climático (formación que aún es escasa).
- Garantizar la prestación continua de los servicios.
Que la infraestructura de los centros de salud sea más resiliente también es otro de los retos que afronta la región: siete de cada 10 hospitales en América Latina y Caribe se encuentran en zonas vulnerables a amenazas naturales, de acuerdo con la Organización Panamericana de Salud. Es necesario que los hospitales puedan seguir funcionando, pese a los peligros relacionados con el clima. Para ellos es necesario invertir en medidas de adaptación.
Hospitales climáticamente inteligentes
El informe Construyendo Sistemas de Salud Resilientes en América Latina y el Caribe del Banco Mundial menciona que otro de los grandes retos que vinculan la salud con el cambio climático es reducir la huella de carbono de los centros médicos.
Adoptar un enfoque climáticamente inteligente para reducir las emisiones de CO2 incluye esfuerzos para promover soluciones ecológicas en los centros de atención médica. Alguna de estas alternativas son la adopción de medidas de refrigeración sostenible en la infraestructura sanitaria al usar, por ejemplo, energía solar; que existan pautas para el uso del agua; garantizar la adquisición de equipos y productos que no perjudiquen el medio ambiente (que no contengan mercurio, por ejemplo) y también desarrollar regulaciones para la gestión de los desechos.
El informe hace referencia a una metodología de la OPS, llamada Hospitales inteligentes, para evaluar y mejorar la infraestructura de atención en salud en términos de seguridad estructural y operativa. Algunos países del Caribe están trabajando con esta metodología y hay casos de éxito en las islas de San Cristóbal y Nieves y en la isla de San Vicente.
Poner en marcha estos grandes remedios para que los Sistemas de Salud en América Latina y el Caribe amerita la acción de organizaciones internacionales, gobiernos, sector privado y la sociedad civil.