La elección del nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia que se celebrará este lunes a las 12 del mediodía promete ser una de las más tensas que se hayan vivido. La votación entre los ministros viene precedida de largos días de informaciones sobre el supuesto plagio de la tesis de licenciatura de Yasmín Esquivel, una de las integrantes de la Corte, que se postula para sustituir a Arturo Zaldívar, quien concluye su presidencia. El escándalo surgió el pasado 21 de diciembre, cuando una información revelaba que el trabajo que presentó la ministra Esquivel en 1987 para recibirse como licenciada en Derecho era prácticamente idéntico al presentado por otro alumno un año antes. Esquivel ha estado defendiendo su honestidad desde ese día, pero las informaciones al respecto no dejaban de enturbiar el asunto y no se descartaba que la ministra renunciara a su candidatura. Lejos de eso, la noche antes del fin de año, Esquivel dijo haber aportado pruebas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que demostraban su honradez académica. Si no hay cambios de última hora, la ministra seguirá adelante con sus planes y someterá a sus colegas a una ríspida votación.
Cinco candidatos se han postulado para alzarse con la presidencia del máximo tribunal. Junto a Esquivel se presenta también la ministra Norma Piña y tres colegas más, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez y Alberto Pérez Dayán. Solo los 11 ministros que integran el pleno decidirán el ganador por lo que, si antes del escándalo se preveía una votación larga, ahora también se sabe que será tirante. El conflicto no ha hecho más que crecer estos días, aupado por las declaraciones políticas del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, de quien se decía que Esquivel era su candidata para el puesto. El mandatario la ha defendido públicamente en varias ocasiones, presentando el plagio como un asunto de juventud ocurrido “hace 40 años”. López Obrador dijo confiar en la honestidad de Esquivel, quien ha tenido otros cargos antes de ser ministra de la Corte y “nunca ha recibido una queja”. Para el presidente, el asunto es “sencillo”, se trata de “un golpe” dirigido contra el Gobierno, que unos periodistas “corruptos” airearon en los días previos a la elección para tumbar la carrera de la ministra. La animadversión hacia Esquivel responde, dijo el presidente, al “miedo del conservadurismo de que pueda ser presidenta, porque ella está de acuerdo con la transformación del país”.
Si hay intereses ocultos o no para descabalgar a la ministra de la elección a la presidencia, es algo que ha quedado muy en segundo plano a medida que se iban sucediendo las noticias sobre el plagio. Rápido se supo que no eran solo dos tesis idénticas, sino tres. Y que la directora de estos trabajos en la UNAM, Martha Rodríguez Ortiz, fue tutora de al menos otras seis tesis plagiadas entre 1986 y 2010. Rodríguez Ortiz, que ahora está bajo investigación de la universidad, fue una de las que salió a defender a Esquivel en cuanto saltó la noticia.
La bola de nieve crecía a medida que se acercaba el día de la votación y la ministra dio un giro rocambolesco al asunto al afirmar que ella no fue la plagiadora, sino el otro alumno, Edgar Ulises Báez Gutiérrez, a pesar de que este había presentado su tesis un año antes. El enredo cobraba tintes chistosos. Para defender la originalidad de su trabajo, Esquivel afirmó que había empezado a redactar su tesis en 1985, dando por bueno que Báez pudo empezar a copiarla desde entonces. Como dicha aseveración no parecía muy creíble, la ministra trató de dar un golpe final la noche del 30 de diciembre, cuando ya la UNAM había iniciado las averiguaciones. Lanzó un comunicado en el que aseguraba que Báez había declarado ante notario haber tomado “partes importantes del trabajo de ella en el año de 1985 a 1986″, documentos que estaban en posesión de la tutora Martha Rodríguez Ortiz. “Ante estos hechos, se confirma que la autoría original del trabajo es mía”, concluía. Dijo haber presentado como pruebas ante la UNAM, además, algunos “dictámenes periciales en informática y documentoscopía”. Pero no hizo público nada de ello.
Unas horas después, el propio Báez, un personaje desaparecido hasta entonces, concedía una entrevista a Juan Carlos Rodríguez, de Eje Central, en el que aseguraba que él no había declarado nada ante ningún notario. “La lógica lo disipa todo: el que se titula primero evidentemente tiene el texto original”, decía Báez a dicho medio informativo. “No querer asimilarlo o comprenderlo es hacerse pato”, añadía Báez.
El 26 de diciembre, el conflicto seguía caliente. Al presidente López Obrador no le quedó más remedio que reconocer las evidentes “coincidencias” entre ambas tesis, pero se apuntó al enredo de Esquivel y pidió a la UNAM que dictaminara quién era el plagiador y el plagiado antes del día de la votación. La Universidad llamó a declarar a los supuestos implicados el 28 de diciembre y es en ese contexto, supuestamente, donde Esquivel presentó las pruebas que en un redactado confuso dio a conocer después a la opinión pública. Báez ha asegurado que a él nadie lo ha llamado a declarar. La UNAM todavía no ha emitido un veredicto.
Y llegó el día. Este lunes, los 11 ministros tendrán que decidir quién será el nuevo presidente de una Corte por la que pasan algunos de los asuntos legales más importantes del país, donde se dictan sentencias que afectan a proyectos políticos en los que el Gobierno tiene su mayor interés, pero que a menudo la oposición los lleva ante la justicia. La Corte se ha pronunciado a favor de la despenalización del aborto en México, por ejemplo; también sobre el consumo legal de la marihuana o sobre la ley eléctrica.
No son menores algunos de los asuntos que pasarán por el voto de los ministros en el nuevo año y de ahí deriva la importancia de la elección que se producirá hoy, en la que Esquivel se presenta con una candidatura muy gastada y las enormes dudas de la ciudadanía sobre su honestidad.