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El mercado petrolero en tiempos de pandemia, y su mayor víctima en la región: Venezuela


LATAM AID

La asociación estudiantil LATAM AID de la Università Bocconi en Milán, fue establecida con la intención de estimular el pensamiento y la discusión económica, política y social, para poder afrontar y desarrollar soluciones para los problemas en Latinoamérica. A través de la publicación de artículos, la organización de debates y presentaciones, sus miembros han ido trabajando para cumplir dichos objetivos.

Originalmente publicado el 12 de Mayo 2020

Después de décadas bajo la dictadura del Chavismo, Venezuela está en caída libre.

Con una economía alicaída, sumergida en el caos político y social, y bajo el liderazgo tiránico de Maduro, Venezuela no deseaba más problemas. Sin embargo, luego del desplome en el precio del petróleo crudo, el pasado abril, Venezuela se encuentra al borde del abismo.

La pandemia del coronavirus ha sofocado a la industria petrolera mundial, destruyendo el valor de los países petro-dependientes y los productores del crudo.

Las dinámicas de la demanda y la oferta han agudizado esta crisis petrolera. Como reportó la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la caída en la demanda del petróleo en abril, causada por las restricciones al movimiento global, tiene una suma total de 29 mbd (millones de barriles diarios). Más aún, las profundas tensiones entre los tres mayores productores de petróleo a nivel mundial (Arabia Saudita, Rusia y los Estados Unidos), llevaron a Arabia Saudita a explotar su capacidad de producción a 12.3mbd y a cortar sus precios de exportación. Los expertos argumentan que el gobierno Saudita llevó a cabo estas acciones para reducir el precio del petróleo crudo y de esta manera poder quebrar a quienes producen a precios más elevados.

Consecuentemente, el 9 de abril, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) cerró un trato que establece un recorte de producción de 10mbd entre sus miembros, con mayores esfuerzos proviniendo de las naciones OPEP+. No obstante, con un espacio de almacenamiento cada vez menor y con una demanda todavía paralizada, el precio del petróleo crudo resbaló el 20 de abril, con los futuros de WTI (vencimiento en mayo) alcanzando un nivel récord de -$36 el barril.

Semanas después de la dramática caída en el precio del petróleo, la demanda por el crudo sigue en el piso y su volatilidad es protagonista en los mercados globales. ¿Cuál es el destino de Venezuela?

La economía Venezolana se arrastró al 2020 con problemas mayores. Con un déficit fiscal por encima del 10% del PBI, con mínimas reservas internacionales, sumido en tensiones con democracias occidentales y con su producción petrolera más baja desde el año 1945, el país está atrapado en la tormenta perfecta.

Años de relativa prosperidad y estabilidad económica se han desvanecido con el autocrático liderazgo del Chavismo. Con las reservas petroleras más amplias del mundo, Venezuela posee recursos naturales envidiables. Aún así, pese a su riqueza natural, el país no ha sido capaz de capitalizar tal riqueza a favor de mayor desarrollo y progreso social a lo largo de su historia. En vez, se ha convertido en un petroestado plagado por la corrupción, que tiene una inimaginable dependencia en el precio del petróleo.

En el 2016, el petróleo representó el 96% de las exportaciones Venezolanas y el 60% del ingreso estatal. Sin lugar a dudas, la reciente caída en precios del petróleo y la prevalencia de su volatilidad, son un duro golpe a la economía Venezolana. Con un costo de producción entre $18 y $24 por barril, los precios actuales del petróleo no forman una ganancia tangible para Venezuela. Debido a esto, se estima que el ingreso de exportación para este año caiga a $8 mil millones, de $25 mil millones en el 2019, como estimó Ecoanalítica, una consultoría Venezolana.

Sin indicios de una recuperación en la demanda al corto plazo, el destino económico de Venezuela es muy oscuro. Las repercusiones más profundas vienen desde el lado político. Con una oposición creciente en sus círculos cercanos y lejanos, el Presidente Maduro podría tener problemas en mantener su poder político al largo plazo si es que no agrupa efectivamente a su círculos de influencia. Si es que la crisis petrolera se prolonga, esta podría propinar el golpe final para el régimen de Maduro, que se ha quedado sin más soluciones económicas. Con una inflación desenfrenada, severos controles de precio y gran escasez de productos, las protestas han crecido en varias regiones del país en el mes de abril. Aunque estas demostraciones no han sido capaces de golpear duramente al aparato represivo de Maduro en el pasado, la profundización de la crisis actual podría ser la requerida bomba de tiempo.

Pese a la coyuntura, Juan Guaidó, reconocido por las democracias extranjeras como el Presidente legítimo de Venezuela, no ha aprovechado el momento. Su base política no ha organizado movimientos durante estos tiempos de pandemia y se dice que su influencia se está debilitando dentro de su propia coalición. Aún así, si el régimen de Maduro no reacciona frente a sus obvias dificultades, Guaidó podría tener su ansiado momento.

Dentro del todo, las amistades longevas del Chavismo, Rusia y China, podrían no dar una mano esta vez. Pese a que Venezuela es una pieza esencial en el juego geopolítico para el bloque sino-ruso, el clima económico global podría reducir la ayuda que le brinden al gobierno de Maduro. Antes del inicio de la crisis epidemiológica, Rosneft, el gigante petrolero Ruso, ya había anunciado el paro y retiro de todas sus operaciones en Venezuela. Aunque no esté muy claro, muchos expertos están de acuerdo que esta decisión reduciría la influencia del Kremlin en el país. China, cuna del coronavirus, ahora está en proceso de recuperación y Venezuela no es su inmediata prioridad, más aún cuando tiene problemas en recolectar los préstamos que cedió a distintos gobiernos latinoamericanos a través de su gigante Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Aunque el petróleo no es el único jugador en este juego político, es el más importante. Desafortunadamente, los precios del crudo van a propulsar la crisis económica en Venezuela y son determinantes en la dinámica social-política en un mundo post-pandemia. Con los precios actuales del WTI encontrando resistencia alrededor de los $25 por barril, los movimientos futuros del precio permanecen poco claros. Fundamentalmente, varios factores determinan el precio. Del lado de la demanda, el estado del consumo y actividad global, dependientes de la rigidez de las cuarentenas locales, es crucial. Con China, Europa y los Estados Unidos liderando el camino a las aperturas, la demanda por el

crudo gradualmente se recuperará. Sin embargo, este análisis depende netamente de la posibilidad de un probable rebote en contagios. La efectividad y el posible incremento en los recortes de producción de la OPEP, sumado a los niveles de almacenamiento y capacidad, son piezas clave del lado de la oferta. Pese a que varios medios y analistas sugieren que un ​bull market​ está de vuelta, todo esto depende de cómo reaccionen los factores previamente mencionados.

Claro que la pandemia podría disiparse pronto, pero este escenario es muy improbable, y lo más posible es que los precios del petróleo permanecerán bajos en el corto y mediano plazo. El impacto actual de los precios del petróleo podrían ser la peor pesadilla para los Venezolanos, pero también podría ser el salvavidas que tanto necesitan.