México es el campeón mundial de las búsquedas en Google de la palabra nearshoring y por mucho. Datos del motor de búsqueda muestran que el interés del país en esta tendencia comercial alcanza el 100, la más alta calificación, mientras que los países que le siguen (Filipinas, Guatemala y Costa Rica), no llegan ni al 30. El nearshoring, que aparece en discursos políticos, reportes financieros y hasta anuncios promocionales ha capturado la imaginación de muchos mexicanos.
La tendencia refiere al traslado de empresas de un país a otro por su cercanía con el mercado meta (como lo sugiere su nombre: near, por cerca y shoring, como sinónimo de fortalecer). Si bien tuvo auge hace 20 años cuando empresas optaron por subcontratar trabajadores en Europa del este, el término se utiliza hoy para refererirse al potencial de países como India y Filipinas.
En los últimos años, conforme se ha recrudecido la llamada “guerra comercial” entre Estados Unidos y China, México ha surgido como una alternativa para que las empresas muevan sus operaciones para seguir vendiendo al mercado norteamericano sin incomodar a la Casa Blanca. La segunda economía de Latinoamérica tiene mano de obra comparablemente barata a la china, pero tiene la ventaja de vivir a lado.
Pero el impacto en la economía mexicana y, por lo tanto, en la vida de los mexicanos, todavía está por verse. Si bien la inversión extranjera directa (IED) alcanzó un récord de 31.096 millones de dólares entre enero y septiembre, según datos de la Secretaría de Economía, la mayoría es inversión de empresas extranjeras que ya estaban en el país. El banco de inversión inglés Barclays estima que el nearshoring pudo haber contribuido entre 0,3% y 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB) este año.
El futuro de esta tendencia dependerá, en gran parte, del desempeño económico de EE UU, la más grande del mundo y con la cual México está profundamente integrada. El comercio entre ambos países incrementó en 2024, en el que México desbancó a China como el principal socio comercial. Cuando a EE UU le va mal a México le puede ir peor, y viceversa.
Analistas que realizan la encuesta blue chip en EE UU, la cual incluye a los principales economistas empresariales, calculan que el PIB estadounidense ha crecido 2,6% este año. Goldman Sachs, el banco de inversión, espera que este ritmo continúe en 2025, aunque con una leve desaceleración de 2,1%. De cumplirse los pronósticos, México pudiera ver los frutos del nearshoring, pero en un horizonte de mediano plazo, han advertido analistas.
Al repasar la narrativa del Gobierno mexicano desde que el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó el poder, es evidente que la apuesta para el crecimiento económico siempre estuvo en el intercambio comercial con EE UU. Antes de que el término nearshoring, como tal, se colara en el léxico de los empresarios mexicanos, el secretario de Hacienda hablaba del tratado de libre comercio con EE UU y Canadá, el T-MEC, como la palanca de desarrollo con la que México despegaría.
Quizás “T-MEC” no es una palabra tan pegadiza como nearshoring, aunque en el fondo se trate de la misma promesa, la cual ya ha tenido ya un impacto en el tipo de cambio. La moneda mexicana se apreció 13% contra el dólar este año por varios factores, entre ellos: la entrada de divisas por exportaciones, remesas e IED, el atractivo diferencial de tasas de interés entre México y EE UU y la “expectativa de mayor oferta de dólares en el futuro en México, por crecimiento de las exportaciones e inversión extranjera directa, ante la oportunidad del nearshoring”, escribió Gabriela Siller, jefa de análisis en Banco Base, en un reporte a clientes esta semana.
“El crecimiento, aunque desacelerado, de las exportaciones y remesas dio fundamento a la apreciación sostenida del peso, pero fue la expectativa sobre la oportunidad del nearshoring lo que dio el mayor impulso al peso, al punto de mostrar la mayor apreciación anual en registro, desde que se tiene el régimen cambiario de libre flotación”, dijo Siller.
En la lista de preocupaciones que tienen las empresas extranjeras cuando consideran a México como su nuevo destino está la escasez de agua en la mayoría del territorio nacional, así como los apagones de electricidad experimentados en años recientes por un déficit de capacidad instalada por la empresa paraestatal de electricidad, la Comisión Federal de Electricidad. La falta de infraestructura ha sido uno de los factores que han rezagado la construcción de una fábrica de Tesla en el norte del país, un incidente que expone los riesgos que le quedan al país para resolver si quiere gozar de los frutos del nearshoring.