Las turbulencias globales y macroeconómicas no suelen favorecer a monedas de mercados emergentes como el peso mexicano. En esos momentos inversionistas buscan la seguridad del dólar y dan la espalda a los valores de mayor riesgo. Esta vez es distinto. Pese a la incertidumbre provocada por las secuelas de la pandemia y la guerra en Ucrania, la moneda mexicana se ha fortalecido en los últimos dos meses. Los analistas apuntan a las subidas de la tasa de interés por parte del Banco de México y a la entrada de dólares vía remesas y exportaciones.
El peso ha abierto esta mañana, una vez más, por debajo de la barrera de las 20 unidades por dólar. El valor de la moneda mexicana ha ganado alrededor de un 3% en lo que va de año y casi un 7% respecto a inicios de marzo. En ese momento, un par de semanas después del inicio de la guerra en Ucrania y de la brusca subida de los precios de los combustibles, llegó a cerrar en 21,33 unidades el dólar, su peor nivel desde principios de diciembre pasado. El peso también ha ganado terreno frente al euro. De cotizarse por encima de las 23 unidades en enero, la moneda europea se sitúa ahora en poco más de 21.
Las ganancias en las últimas semanas han sorprendido a muchos analistas. “En cualquier otra perspectiva, se hubiera pensado en una depreciación. Lo que suele suceder es que predomina la aversión global al riesgo”, señala James Salazar, analista de CIBanco. En otra señal de fortaleza, el peso se mantuvo fuerte el miércoles pese a las caídas en las Bolsas de México y de EE UU, donde los índices encajaron su peor jornada en dos años. “Llamó mucho la atención. Generalmente, cuando el mercado de capitales cae, el peso se deprecia”, apunta la economista Gabriela Siller, de Banco Base.
Entre los factores que pueden explicar la fortaleza del peso está la entrada de divisas extranjeras a la economía mexicana vía exportaciones y remesas. “Hemos visto salidas de divisas por importaciones e inversión extranjera de cartera. Sin embargo, lo que entra por exportaciones es muchísimo mayor”, señala Siller. Por otra parte, la llegada de dinero enviado por los mexicanos residentes en el extranjero se mantiene en niveles altos. En marzo, el último mes con datos, entraron 4.680 millones de dólares, un 20% más que en febrero y un 12% que en el mismo mes del año pasado.
Además de la entrada de dólares, las continuas subidas en la tasa de interés por parte del Banco de México han aumentado el atractivo de los activos en pesos. La institución elevó la tasa la semana pasada en 50 puntos básicos hasta el 7%, el octavo aumento consecutivo ante el empeoramiento de los pronósticos de inflación. “En el acumulado comienza a volverse atractivo para el inversionista el peso respecto al dólar”, opina Salazar. Este factor también explica el fortalecimiento frente al euro. El Banco Central Europeo ha mantenido la tasa de interés de referencia por debajo de 0 pese a la inflación rampante, aunque ya anunció la semana pasada que la subirá a finales de julio.
El peso no es la única moneda emergente que pasa por un buen momento. En Latinoamérica, las monedas se han visto fortalecidas por el alza en los precios de las materias primas y por las decisiones de sus bancos centrales, que también se han embarcado en una política monetaria restrictiva para combatir la inflación. Frente a la apreciación del 2,9% del peso mexicano respecto al dólar en lo que va de año, el real brasileño se ha apreciado un 13,2% y el sol peruano un 6,6%, según cifras de Bloomberg recogidas por CIBanco.
La volatilidad característica del peso, una de las monedas más líquidas que hay en el continente, hace prever altibajos en los próximos meses. Además, es probable que la Reserva Federal de EE UU continúe con las subidas de las tasas de interés para lo que resta de año, lo que aumentaría el atractivo de los activos en dólares. Después de dos incrementos a la tasa de interés desde marzo, el presidente de la institución, Jerome Powell, afirmó esta semana que no dudará en apoyar más subidas hasta ver una reducción “clara y convincente” de la inflación.
A medio plazo, CIBanco ve “un escenario incierto”, con una tendencia a la depreciación en la segunda mitad del año hasta situarse en torno a los 21 pesos por dólar. “Vamos a seguir viendo bandazos”, señala Salazar. “Después de julio y agosto, consideramos que la presión sobre la moneda se va intensificar por las decisiones de la Fed. Un bono estadounidense será más atractivo que los activos en monedas emergentes”. Siller cree que la aversión al riesgo por la pandemia y la guerra en Ucrania limitará el fortalecimiento de la moneda mexicana. “Es poco probable que se baje de los 19,80 pesos por dólar precisamente por el miedo que se tiene a lo que pueda suceder en México y en el mundo”, apunta.