Claudia Sheinbaum ha ganado unas elecciones que ella misma ha planteado como un refrendo de las políticas de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, y cabe afirmar que el enorme carisma del presidente es responsable de unas urnas tan abultadas a favor del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) que él fundó y llevó al éxito en 2018.
“Me voy a retirar con muchísima satisfacción”, ha dicho el líder izquierdista mexicano. La satisfacción es lógica, porque el resultado de las elecciones es también un aplauso a su mandato. Es la primera parte de la frase la que se puede poner en cuestión. ¿Se va a retirar? Marchará a su rancho en Palenque, pero quién sabe si se despedirá del poder. Un traspaso definitivo y completo del mandato en favor de su sucesora es lo que está en entredicho. A López Obrador le costó llegar, pero quizá no tanto como irse. Aunque personas cercanas a su entorno sostienen que es una decisión muy meditada, estudiada, y que sus planes de vida ya son otros.
La continuidad y lealtad que ha sostenido Sheinbaum con el presidente permite dudar de que se aparte de sus dictados, algo que muchos echaron en falta durante la campaña. De la lluvia de votos recibida, sin embargo, puede inferirse que le han concedido el beneficio de la duda. En entrevista, la entonces candidata afirmaba con rotundidad: “Inventan cosas como que voy a estar a la sombra de López Obrador. Algo que no es cierto, porque quien va a gobernar soy yo”.
“Desde Maquiavelo para acá, incluso antes, se ha hablado de la dificultad de dejar el poder”, dice María Eugenia Valdés Vega, experta en Procesos Electorales en la UAM Iztapalapa. Visto así no cabe, sino especular y eso es lo que está haciendo la población. Creer o no creer al presidente. Quienes le creen confían en lo que ha dicho en la Mañanera poselectoral: “Voy a jubilarme y que quede claro, que se oiga bien: terminando mi mandato no vuelvo a participar en ninguna actividad pública política”. ¿Y privada?
Esa es la pregunta que se hace el historiador del Colmex Humberto Beck: “López Obrador será una referencia política para Sheinbaum, la duda es si adoptará un papel pasivo o activo. Él dice que se retira, pero no creo que lo haga del todo, su peso político sigue siendo inmenso y un retiro completo es imposible, máxime porque seguirá viviendo en México. Su carisma es poderosísimo”.
“Yo sí le creo”, afirma Valdés Vega. “Será difícil renunciar a un papel como el que él ha jugado, pero ya está viejo, debe ser muy desgastante, estar todos los días de pie tres horas sin beber agua siquiera, peleándose con unos y otros”. López Obrador tiene padecimientos coronarios que ya le han jugado alguna mala pasada en el ejercicio del Gobierno. “Ya trabajó mucho para llegar. Sí creo que tiene voluntad para retirarse. Y más le vale, porque Sheinbaum necesita toda la libertad para desempeñarse bien”, dice casi como una advertencia maternal Valdés Vega. En eso coincide Beck: “Sería deseable que la presidenta electa tenga un camino aparte y que pueda potenciar los elementos de su perfil más progresista respecto del de López Obrador. Desde luego, tiene legitimidad para ello”, afirma.
Sheinbaum ha roto el techo de votos jamás conseguido por un presidente anterior, 35,5 millones de mexicanos le dieron su apoyo, cinco millones más que a Obrador. Las poblaciones crecen, pero el porcentaje también está a su favor: 59,5% del sufragio total frente al 53,2% que obtuvo el presidente. Desde Vicente Fox, cuando se rompió la inercia priista, no había ocurrido nada igual.
Valdés opina que los mexicanos no suelen creer a un presidente que promete quedarse calladito en su retiro porque tienen en mente el Maximato de Plutarco Elías Calles, que extendió su mandato de 1924 a 1928 con tres presidentes de paja, manteniendo para él la jefatura máxima de la Revolución. “Es de entonces aquella frase de “aquí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente”, explica Valdés Leal. Y se sonríe al recordar también cómo a alguno de aquellos presidentes sometidos a Calles “le decían el nopal, por verde y baboso”.
Cuánto de alargada será la sombra de López Obrador es, precisamente, la cuestión. A Beck le gustaría que la nueva presidenta, aunque ha prometido la continuidad del proyecto y los ciudadanos lo han avalado, se aparte de los dictados de su antecesor al menos en tres puntos: la reforma fiscal progresiva (es decir, que la ponga en marcha), la política de transición energética, que más o menos ha prometido, y el diálogo con las minorías, movimientos sociales, como el feminismo, o las víctimas de tantas causas.
Eso y “deslindarse de la democracia hegemónica de López Obrador”. Cree que la enorme mayoría conseguida también en las Cámaras legislativas plantean riesgos si no renuncia a ciertos cambios previstos por el presidente que, a juicio de Beck, lastimarían la división de poderes, por sus planteamientos de reforma del Poder Judicial, o el propio sistema electoral, con la eliminación de las listas plurinominales. Beck considera que aportan pluralidad en el Senado.
Hay medidas claves para un país que un solo partido no debería emprender, aunque tenga la mayoría suficiente para ello, sino buscar los consensos con todo el arco político, vienen a sugerir el historiador. “Una cosa es la democracia mayorista y otra la plural”, afirma.
“Más le vale” no interferir, decía Valdés Vega, y quizá sea lo mismo que esté pensando la propia Sheinbaum. Quienes conocen de cerca a la presidenta electa, como el analista político Jorge Zepeda Patterson, afirman que su carácter está muy lejos de ser “de papel”, ha dicho. Imposible pensar en que se convierta en un títere de López Obrador, asegura Zepeda. Se basa en la sólida formación académica y la experiencia profesional que caracterizan a la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Una personalidad así forjada es difícil que se deje manipular, máxime si concibe la política o el ejercicio del poder como una cuestión científica, tecnócrata, de ensayo y rectificación, de coste beneficio, sin detenerse en los bajos fondos partidistas. En su administración capitalina ya demostró que la disciplina y la lealtad no le impidieron marcar su propio paso. Zepeda cree que ser mujer no será el principal obstáculo en su camino.
Valdés Vega, sin embargo, no le quita peso al asunto del sexo. “Ella tiene fuerza y legitimidad. El carisma no se transfiere y no alcanzará el del presidente, ni el amor que este ha cosechado, ni tampoco, probablemente, los odios”, dice la profesora. “Pero a ningún gobernante le conviene aparecer como subordinado de nadie y menos a la primera mujer presidenta del país. Creo que debe sacar fortaleza y demostrar lo que ella realmente es. No creo que esté a la sombra de nadie, hay que fijarse con qué apoyos llega. Muchos de ellos son por su adhesión al proyecto obradorista, sí, y su lealtad la puede proteger, las mujeres estamos siempre muy expuestas”.
Este lunes, el presidente ha comunicado que consultará o acordará con Sheinbaum algunas de las medidas más polémicas que quedan pendientes y que él planteó a la espera de conseguir la fuerza suficiente en las Cámaras, algo que pidió a los ciudadanos insistentemente y que se ha conseguido. Mayoría calificada en el Congreso y amplia en el Senado, propicia para la negociación. Una de ellas es la reforma del Poder Judicial, que prevé agitar el avispero político. A preguntas de los periodistas sobre si mantendrá comunicación con Sheinbaum afirmó: “Si ella me busca sí, porque va a ser mi presidenta, pero voy a procurar no molestarla”.