Se acerca el tercer debate de los candidatos a la presidencia de México, encuentro definitivo, marcado por la discusión sobre la violencia y la inseguridad en el país. El 19 de mayo, Claudia Sheinbaum, de Morena, Xóchitl Gálvez, de la coalición PRI-PAN-PRD, y Jorge Álvarez Máynez, de Movimiento Ciudadano, compartirán sus propuestas en la materia, combate esperado estos meses, sobre todo por parte de la oposición, que ven una oportunidad de golpear a Sheinbaum. La candidata oficialista enfrenta una paradoja. Sus buenos resultados en la capital chocan con las dificultades del Gobierno federal, entregado a las Fuerzas Armadas, filón que la oposición tratará de explotar.
Los adversarios del Gobierno han criticado con dureza estos años la política de seguridad del presidente, Andrés Manuel López Obrador. La crisis de personas desaparecidas, heredada de años anteriores, se ha acentuado en este sexenio. México cuenta ya más de 110.000, la mayoría de los últimos 15 años, síntoma de la inseguridad reinante en amplias regiones del país. El Gobierno ha batallado también para aplacar la curva de asesinatos, que se ha mantenido por encima de los 30.000 anuales desde hace seis. El Ejecutivo ha tratado de destacar disminuciones marginales, percepciones arrasadas por el empeoramiento de la situación en estados bajo control de Morena, caso de Guerrero o Morelos.
Puntera en las encuestas, Sheinbaum, que esta semana dejó entrever que sus viejos colaboradores, Omar García Harfuch y Ernestina Godoy, formarían parte de un futuro gabinete, tiene ante sí un reto doble. Por un lado, defender el legado del líder moral del partido, el propio López Obrador, fundador y guía de Morena, esas disminuciones marginales en el registro de asesinatos, agarradera de la oposición para sus ataques. Por otro, diferenciarse y posicionar su estrategia como jefa de Gobierno de Ciudad de México, de 2018 a 2023. La pregunta es cómo hacerlo sin herir susceptibilidades al interior del partido y del Gobierno saliente.
Este dilema ha provocado de momento un efecto disuasorio en la candidata, que ha evitado que su equipo organice foros para hablar de seguridad y violencia, encuentros que han sido habituales alrededor de otro tipo de temas, como economía o salud. Solo hubo una especie de encuentro con empresarios, en que el mismo García Harfuch planteó un boceto del plan de seguridad de su jefa, en un par de minutos.
En su plan de Gobierno, los 100 pasos para la transformación, que presentó hace unas semanas, Sheinbaum, que no aborda el tema hasta la página 323 –de un total de 381– plantea tres puntos como ejes principales de su “plan de seguridad y construcción de paz”. Por un lado, “atender las causas” de la violencia, y por otro, elevar el nivel de “coordinación” interinstitucional y de “investigación”. Son estas dos últimas, señala la fuente mencionada arriba, las más importantes para Sheinbaum de cara al futuro. Son también los dos puntos que destacan siempre, ella y su equipo, cuando hablan de sus años en Ciudad de México.
Al frente del Gobierno de la capital, Sheinbaum capitaneaba las reuniones del gabinete de seguridad, con Omar García Harfuch como jefe de la policía, y Ernestina Godoy, como fiscal general. Sus colaboradores han destacado siempre, el último, el sustituto de Harfuch, el actual jefe de policía, Pablo Vázquez, la supervisión exhaustiva de la jefa de Gobierno, única manera, defienden, de lograr resultados. La otra pata de su estrategia que pretende incorporar a un futuro mandato, en caso de victoria, es precisamente otra de las medidas que destacan en la capital, las capacidades investigativas de los cuerpos de seguridad, la policía y la Fiscalía.
Encajar las piezas
Aunque ha flirteado con la idea de limitar el poder del Ejército en temas ajenos a la seguridad pública, la candidata parece abrazar las líneas maestras de la actual administración en la materia. Uno de sus 100 puntos… señala: “Se deberá fortalecer y dar sostenibilidad a la Guardia Nacional desde su adscripción a la Secretaría de la Defensa Nacional, como una policía con capacidad de despliegue nacional, la vigilancia de carreteras y su papel como primer respondiente”. Luego, añade que “se debe robustecer a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), especialmente en sus áreas de inteligencia e investigación, así como su coordinación con la Guardia Nacional y la Fiscalía federal”.
En esas pocas palabras figura la clave de su estrategia. En sus años en Ciudad de México, Sheinbaum impulsó la capacidad investigadora de la policía de la mano de García Harfuch, en acuerdo con la fiscal Godoy. La cuestión es cómo implementarlo a nivel federal para que funcione. La fuente mencionada arriba prevé una “pequeña reforma en la SSPC, que instale dos grupos de inteligencia y seguridad” en la dependencia, en coordinación total con la Fiscalía federal. La cuestión es si estos grupos serían parte de la Guardia Nacional, comisionados a la SSPC, o serían independientes.
Para esta fuente, la persona a cargo de estos grupos sería García Harfuch, candidato a senador por el Partido Verde, aliado de Morena. García Harfuch es una persona de toda confianza de Sheinbaum, no así del núcleo duro de Morena, que forzó su renuncia a la candidatura por la jefatura de Gobierno de Ciudad de México, en favor de Clara Brugada. El sigilo de Sheinbaum sobre su figura, el cuidado por no exponerlo en campaña, en actos multitudinarios o entrevistas en radio y televisión, muestra la cautela de la candidata con uno de sus principales activos.
Otra historia es la exfiscal Godoy, que este año salió de la Fiscalía de Ciudad de México, cuando el Congreso local votó en contra de mantenerla en el cargo. El desgaste de Godoy contrasta con la lozanía de García Harfuch, punta de lanza de Sheinbaum. Toda estrategia pasa por su figura y por la confianza que le tiene la candidata. La cuestión es dónde le hará hueco y cómo lidiará, por un lado, con la Fiscalía federal, todavía con Alejandro Gertz al mando, y con el Ejército, empoderado como nunca estos años.