La pobreza se desploma en México. Casi nueve millones de mexicanos han salido del umbral económico más bajo entre 2020 y 2022, según el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Las cifras de personas en situación de pobreza sigue siendo alta —46,8 millones de mexicanos, el 36,3% de la población total— pero ha mejorado radicalmente en los últimos dos años. También lo ha hecho la pobreza extrema, que baja un 1,4% en el país. Los datos del Coneval desvelan al mismo tiempo que en este tiempo ha aumentado el rezago educativo y especialmente la falta de acceso a servicios de salud en México.
El informe del Coneval sirve para hacer un corte de caja sobre la situación social que vive el país. El consejo considera que una persona se encuentra en situación de pobreza cuando no tiene ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades y presenta al menos una de las seis carencias sociales: rezago educativo, falta de acceso a servicios de salud, a seguridad social, a espacios de vivienda y a servicios básicos en ella, o no tiene acceso a una alimentación nutritiva. Se considera pobreza extrema cuando sufre tres o más de estas carencias y además su ingreso es inferior a la llamada Línea de Pobreza Extrema por Ingresos, que se corresponde con el valor de la canasta alimentaria por persona al mes.
Las cifras de 2022 representan la mayor caída de la pobreza en el país en seis años. En 2016, el porcentaje de población pobre era del 43,2% (52,2 millones), subió hasta el 43,9% en 2020, con 55,7 millones de mexicanos en la pobreza y ahora ha mejorado cifras de antes de la pandemia. Estos datos suponen un espaldarazo a las políticas de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, quien ha hecho de “primero los pobres” su lema estrella.
En estos seis años, la pobreza extrema se ha quedado prácticamente en el mismo nivel, solo ha disminuido un 0,1%, hasta el 7,1% de la población en 2022, es decir, 9,1 millones de mexicanos no pueden cumplir la mayoría de sus necesidades básicas. En total, según el Coneval, el 65,7% de los mexicanos sufre una de las carencias básicas, y el 27,9% presenta, al menos, tres de ellas.
Al desglosar por edad saltan las alarmas: el 47,5% de los niños menores de 11 años viven en la pobreza; en el otro lado, también están en esta situación el 31% de las personas mayores de 65 años. O, según grupos de población, el 65% de la población indígena vive en situación de pobreza y el 48,8% de quienes viven en un entorno rural. También hay diferencias por sexos: el 36,9% de las mujeres, frente al 35,6% de los hombres.
La pobreza también mantiene su constante diferencia entre el norte y el sur del país. Así, mientras el 67,4% de las personas en Chiapas vive en la pobreza (más del 28% en la pobreza extrema), son al 13,3% de Baja California Sur. También Guerrero, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Veracruz tienen a más de la mitad de su población en situación de pobreza, frente al menos del 20% de Nuevo León, Coahuila, Baja California y Chihuahua.
Cuatro de cada 10 mexicanos no tiene acceso a la salud
La mayor carencia que se sufre en México es el acceso a la seguridad social: el 50% del país no tiene medios de subsistencia ante accidentes o enfermedades, ni ante circunstancias naturales como la vejez y el embarazo. Le sigue la falta de servicios de salud, el 39% de la población, esto 50,4 millones de personas no tienen acceso a la salud. Esta cifra es la que más ha aumentado en los últimos años, prácticamente se ha multiplicado. En 2016, era el 15,6% de la población sin acceso; subió al 16,2% en 2018; al 28,2% en 2020, en plena pandemia de covid-19, pero en vez de mejorar después del fin de la contingencia sanitaria sigue creciendo hasta el 39% en 2022. Esto es desde 2018 30 millones más de personas sin acceso a la salud.
“Los datos del Coneval son muy preocupantes”, interpreta la investigadora del Colegio de México Laura Flamand, que une las cifras de este jueves con otros indicadores alarmantes que se han presentado en el último año: el aumento de la mortalidad materna, la caída en la cobertura de vacunación, especialmente infantil, el cada vez más difícil acceso a los servicios de especialidad o el último dato de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de que las personas con menos recursos están gastando entre el 30% y el 50% de sus ingresos en tratar de atender cuestiones médicas.
“Todo esto nos revela que el sistema de salud mexicano está en crisis. Ahora, a la luz de las campañas presidenciales y de las elecciones, como ciudadanos deberíamos ser exigentes de que se nos están proponiendo hacer con el sector salud”, afirma la directora de la Red de Estudio sobre Desigualdades del Colmex. Hasta diciembre del 2019 funcionó en México el llamado Seguro Popular, destinado a las personas que no tenían acceso a un seguro regular de salud, pero López Obrador lo extinguió en favor del Insabi, que debía llegar a sustituirlo a partir de enero de 2020. En la práctica es ahí donde se encuentra el gran bache que se muestra ahora en el Coneval. Hace apenas dos meses que el Gobierno volvió a reformar el sistema de salud y eligió al IMSS Bienestar como el programa que atendería a los mexicanos sin seguro.
“México tiene un problema estructural en el acceso a la salud, porque tenemos muchas personas en la economía informal, el gasto público en salud es muy poco, lleva años alrededor del 2,5% cuando la OMS recomienda el 6% del PIB, hay una falta de recursos y de personal, y es un sistema fragmentado”, explica Flamand. “Ya era un problema grave cuando López Obrador llegó al Gobierno. Tanto que él propuso un sistema universal de salud, pero no se ha cumplido. Y ahora parece que estuviéramos dando pasos hacia atrás. Es un panorama muy preocupante que requiere atención inmediata”.
Menos pobreza gracias a las transferencias
Desde 2016 también sigue aumentando el rezago educativo, que no ha recuperado las cifras anteriores a la pandemia: 25,1 millones de mexicanos tiene carencias en la educación. Por ejemplo, el 16% de los niños y adolescentes de tres a 21 años no asiste a la escuela y no cuenta con la educación obligatoria. Los principales avances se registran en el acceso a una alimentación nutritiva y en tener una vivienda de calidad, aunque todavía hay un 7,1% de la población que vive en casa que no cuentan con suministro de agua.
En función de los ingresos, en 2022, 15,5 millones de mexicanos (es decir, el 12,1% de la población) recibía ingresos por debajo de la línea de pobreza extrema y 56,1 millones (el 43,5% del país), por debajo de la línea básica de pobreza, que se calcula con el valor de la canasta alimentaria más la canasta no alimentaria por persona al mes.
El Coneval apunta a que si no hubiera transferencias sociales habría 3,5 millones de personas más en situación de pobreza y 2,4 millones más en la pobreza extrema. Esta información se enlaza con la publicada hace apenas dos semanas de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, elaborada por el Inegi. Ese informe reveló que los ingresos de los hogares más pobres de México están sujetos a las ayudas del exterior, es decir, a los apoyos del Gobierno, las remesas enviadas desde otros países y las becas. Esas transferencias constituyen el 17,2% de los ingresos monetarios de los mexicanos, solo por debajo de los ingresos obtenidos por el trabajo.
Así, aunque respecto al 2020, el ingreso promedio de los hogares mexicanos aumentó 11% con un promedio de 63.695 pesos (unos 3.800 dólares) al trimestre, para los hogares más pobres las ayudas representan el 66% de sus entradas monetarias. Sin estas transferencias, los hogares del decil más tendrían entradas por apenas 4.392 pesos al trimestre. En 2022, 46% de los hogares más pobres fueron beneficiarios de programas sociales que brinda el Gobierno mexicano, como la pensión del Bienestar a adultos mayores, o las becas Benito Juárez.