Los bosques tropicales del mundo están desapareciendo. Según un reporte de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), la selva maya ha perdido el 33% de su cobertura forestal en 23 años, especialmente en Petén, Guatemala. La causa principal es la industria ganadera. La agencia estadounidense obtuvo estos datos mediante el Espectrorradiómetro de Imágenes de Resolución Moderada (MODIS, por sus siglas en inglés), uno de los principales objetos de observación terrestre que orbita el planeta desde 1999 y comenzó a llevar el censo visual un año después.
La selva maya es el segundo bosque tropical más grande del continente americano. En 1990 se creó la Reserva de la biósfera maya en Guatemala, una superficie superior a los 21.000 kilómetros cuadrados. Tras su formación, se les permitió a los habitantes de la región permanecer en ciertos sitios con el compromiso de utilizar el bosque de manera sostenible, según se lee en el reporte. Algunas personas de estas áreas se dedicaron a la tala selectiva de caoba, la cosecha de la flor de jamaica, miel y resina de chicle, por ejemplo. Estos emprendimientos calificados como de bajo impacto aportaron ingresos considerables a los residentes, lo que incentivó al cuidado del bosque.
Los mapas publicados por la agencia muestran un contraste significativo de colores. Sin contexto, la zona oeste de la reserva pintada de negro engaña con ser el océano. Esto por la línea fronteriza que se dibuja alrededor de la parte oeste en colores morado, que representan los primeros ocho años desde que se lleva registro, y amarillo, que va entre 2016 y 2023. En esta zona se encuentra la Laguna del Tigre y la Sierra del Lacandona, al noreste de Petén. La NASA señala que es el lugar con las tasas más rápidas de pérdida de bosques en Latinoamérica, a pesar de tener las reglas más estrictas de uso de tierras.
El impacto ambiental se lo atribuyen a la construcción de carreteras para proyectos exploratorios de perforación de gas y petróleo, además de buscadores de madera y minería, y otras actividades ilícitas no especificadas. Pero Diego Incer, experto en teledetección citado en el reporte, asegura que la industria ganadera es el factor principal de la deforestación en Guatemala. “Pero esta situación es dinámica. A menudo vemos que los bosques que inicialmente fueron talados para la ganadería luego se convierten en plantaciones de palma aceitera”.
La alta demanda de productos que contengan aceite de palma provoca que los fabricantes talen regiones de selvas tropicales, sin la intención de reforestarlos. En 2019, el mercado demandó más de 74 millones de toneladas y se prevé un aumento del 2,3% para 2027, según la empresa de investigación y consultoría estadounidense Grand View Research.
A partir de 2009, las autoridades conservacionistas guatemaltecas iniciaron un plan para recuperar el control de algunas concesiones forestales. Específicamente a lo largo de la carretera a Carmelita, un camino de casi 85 kilómetros desde el lago Petén Itzá, el tercero más grande del país. En este tramo se encontraban puntos críticos de deforestación debido a la invasión de tierras por motivos relacionados con la ganadería, según el informe. Desde 2024, las autoridades han expulsado estas operaciones de al menos 137.000 hectáreas dentro de la reserva. “De esta manera, la tasa de pérdida de bosques ha disminuido en la última década”, mencionó Danger Gómez, jefe de Sistemas de Información Geográfica del Instituto Nacional de Bosques (INAB) de Guatemala.