Parece una escena de la Guerra Fría.
Un impredecible presidente ruso despliega miles de soldados en la frontera de un país vecino, Ucrania. Amenaza de invasión. Una posible y sangrienta conflagración entre Occidente y Oriente.
Pero lo que a simple vista puede parecer un episodio peligroso de una época lejana, ahora está en el centro de la diplomacia global porque Estados Unidos se esfuerza por disuadir una incursión rusa en Ucrania.
Durante el fin de semana, la situación se intensificó cuando se supo que el presidente Biden estaba considerando desplegar miles de tropas estadounidenses, así como buques de guerra y aviones, en los países aliados de la OTAN ubicados en el Báltico y Europa del Este. Esa medida parece indicar un cambio en el gobierno de Biden, que se ha esforzado por evitar provocar a Rusia.
Sin embargo, el presidente ruso Vladimir Putin ha intensificado sus amenazas y las conversaciones entre funcionarios estadounidenses y rusos no han logrado calmar la crisis, por lo que parece que el gobierno de Biden está cambiando de rumbo.
Rusia ha movilizado a más de 100.000 efectivos militares cerca de su frontera con Ucrania. Estados Unidos ha difundido información de inteligencia que muestra que Rusia tiene un plan de guerra que contempla una fuerza invasora de 175.000 efectivos, por lo que el ejército de Ucrania, a pesar de contar con equipo y entrenamiento brindado por Estados Unidos, tendría poca capacidad para detener la invasión.
Biden ha dicho que una invasión sería “lo más trascendental que ha ocurrido en el mundo en términos de guerra y paz desde la Segunda Guerra Mundial”. Las evaluaciones actuales de los servicios de inteligencia descritas por los funcionarios de la Casa Blanca concluyen que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no ha tomado una decisión sobre la posibilidad de invadir. Y, hasta ahora, ninguna de las opciones militares incluyen el despliegue de tropas estadounidenses adicionales en Ucrania.
El posible estallido militar amenaza con desestabilizar la ya volátil región posoviética, azotada por la revuelta popular de a principios del mes en Kazajistán. También tendría graves consecuencias para la estructura de seguridad que ha gobernado Europa desde el colapso de la Unión Soviética hace tres décadas.
Rusia ha elaborado una lista de exigencias de amplio alcance: que la OTAN prometa detener cualquier expansión adicional hacia el este y acepte no admitir a Ucrania. Pero Estados Unidos ha calificado esas posturas de inaceptables. Los funcionarios rusos insistieron en que no tenían planes de invadir Ucrania y que la acumulación masiva de tropas es solo un ejercicio.
Básicamente, Putin busca reconfigurar las fronteras europeas de la posguerra fría al establecer una amplia zona de seguridad dominada por Rusia y lograr que Ucrania vuelva a la órbita de Moscú, si es necesario por la fuerza.
En caso de invasión, Estados Unidos y sus aliados han amenazado imponer una serie de sanciones que excederían por mucho las impuestas en 2014, luego de la anexión rusa de Crimea. Putin advirtió que imponer nuevas sanciones conduciría a una “ruptura completa” de relaciones con Washington.
¿Qué hay detrás de la crisis de Ucrania?
Las tensiones entre Ucrania y Rusia han estado latentes desde 2014. Fue en ese entonces cuando Ucrania derrocó a su presidente prorruso y el ejército ruso cruzó a territorio ucraniano, anexando Crimea y fomentando la rebelión de los separatistas en el este de Ucrania. En 2015 se estableció un precario alto al fuego, pero la paz ha sido difícil de alcanzar en medio de una guerra agotadora que ha matado a más de 13.000 soldados y civiles.
La postura del Kremlin hacia su vecino se ha ido recrudeciendo pues el presidente Vladimir Putin ha insistido más y más que Ucrania es básicamente parte de Rusia, tanto cultural como históricamente. A fines de octubre hubo preocupación, cuando Ucrania usó un dron armado para atacar un obús operado por separatistas respaldados por Rusia en el este de Ucrania. Rusia calificó el ataque como un acto desestabilizador que violaba el acuerdo de alto al fuego.
¿Qué busca Putin?
Con 69 años y cerca del ocaso de su carrera política, Putin está decidido a pulir su legado y corregir lo que desde hace mucho considera la gran catástrofe del siglo XX: la desintegración de la antigua Unión Soviética.
Afirmar el poder de Moscú sobre Ucrania, un país de 44 millones de habitantes que formó parte del bloque soviético y comparte una frontera de 1900 kilómetros con Rusia, es parte de su objetivo de restaurar lo que considera el lugar que le corresponde a Rusia entre las grandes potencias del mundo, junto a Estados Unidos y China.
Cada vez más, Putin ha presentado la expansión de la OTAN hacia el oriente como una amenaza existencial para su país e insiste en que la acumulación militar de Moscú es una reacción ante el fortalecimiento de los vínculos entre Ucrania y la alianza. Parece decidido a hacer retroceder el reloj 30 años, justo antes del colapso de la Unión Soviética.
Y quizás no sea coincidencia el momento en que se han movilizado las tropas de Rusia. Putin está tratando de avivar el apoyo nacionalista en el país en medio de una pandemia arrasadora y una economía que se tambalea. El año pasado, los grupos de oposición realizaron algunas de las mayores protestas contra Putin en años.
Pero aunque algunos analistas han descrito a Putin como un un astuto jugador de ajedrez que manipula hábilmente a Occidente, su gambito más reciente podría resultar contraproducente. La OTAN podría reforzar su presencia militar en los países miembro que colindan con Rusia, como ha hecho el Báltico. Y una invasión abriría la puerta a sanciones en represalia que disminuirían su apoyo en un país cansado de aventuras en el extranjero.
Mientras tanto, en Ucrania, la posición agresiva de Moscú ha azuzado aún más las pasiones nacionalistas, y hay milicias ciudadanas que se preparan para una interminable una campaña de guerrillas en caso de una ocupación rusa. Y si el objetivo de Putin es reafirmar la esfera de influencia rusa, invadir Ucrania podría desestabilizar aún más la región de países post soviéticos, donde las tropas rusas ayudan a restaurar el orden en Kazajistán, y Bielorrusia aún arde tras un levantamiento de 2020.
¿Cómo planea responder Estados Unidos?
A principios de diciembre, el presidente Joe Biden dejó claro que su gobierno no consideraba enviar tropas a Ucrania dado que, entre otras razones, Ucrania no forma parte de la alianza de OTAN y no está incluida en el compromiso de defensa colectiva del pacto.
Más bien, Biden dijo que reforzaría la presencia militar estadounidense en países de la OTAN que colindan con Rusia. Y, respecto a Putin, prometió que habría “consecuencias económicas como nunca ha visto visto”.
El miércoles, Estados Unidos y la OTAN dieron respuestas formales a las demandas de Rusia para que la OTAN retire sus fuerzas de Europa del Este y prohíba que Ucrania se una a la alianza. Si bien Estados Unidos ha dejado claro que esas demandas no tienen posibilidad de éxito, el secretario de Estado Antony J. Blinken dijo que la respuesta escrita de Estados Unidos establece un camino diplomático para que Rusia salga de la crisis y describió “medidas para aumentar la confianza con respecto a los ejercicios y maniobras militares en Europa”, así como el control de armas nucleares en Europa.
La administración Biden ya hizo esas propuestas, por lo que no está claro si la respuesta de Estados Unidos marcará la diferencia.
Biden está considerando varias opciones que acercarían mucho más a los efectivos militares estadounidenses a la frontera de Putin. Las opciones incluyen el envío de 1000 a 5000 soldados a los países de Europa del Este, con el potencial de aumentar ese número diez veces más si la situación empeora.
Los funcionarios de Biden también advirtieron recientemente que Estados Unidos podría apoyar a la insurgencia ucraniana, en caso de que Putin invadiera Ucrania.
Funcionarios de Estados Unidos han insinuado que Washington podría recurrir a su manual para manejar a China, e implementar sanciones que dejarían a los rusos sin sus amados teléfonos de próxima generación, laptops y otros dispositivos electrónicos, y al ejército sin su equipamiento avanzado. También existe la alternativa de marginar a Rusia del sistema bancario internacional, aunque los analistas dicen que eso es poco probable.
Un conflicto cada vez más intenso en Ucrania pondría a prueba la determinación de la administración Biden, ya que ha estado trabajando para restaurar la confianza en el liderazgo mundial de Estados Unidos luego de la reciente retirada desordenada de Afganistán y su reducción de compromisos en el extranjero bajo la presidencia de Donald Trump.
El manejo estadounidense de la situación entre Rusia y Ucrania afectará a sus esfuerzos actuales de reconstruir los lazos con los aliados de la OTAN tras la presidencia de Trump, durante la cual el mandatario declaró que la alianza era “obsoleta”.
Una escalada en Ucrania también amenaza con trastocar los esfuerzos recientes de Estados Unidos y la OTAN para llamar la atención de la alianza hacia el desafío de seguridad que representa China.
¿Qué se juega para Europa?
Para Europa, lo que está en juego es si puede permitir que Putin trastoque la estructura de seguridad que ha ayudado a mantener la paz en el continente desde la Segunda Guerra Mundial. Y mientras los europeos se muestran divididos sobre cómo responder a las diversas formas de agresión rusa, el conflicto también ha desnudado la debilidad de la Unión Europa así como su fracaso como una potencia de política exterior en las relaciones internacionales.
Europa perdió a una valiosa interlocutora con Moscú con la salida de la canciller Angela Merkel, que creció en la parte oriental de Alemania, habla ruso con fluidez y construyó una buena relación de trabajo con Putin.
Europa tiene importantes lazos comerciales con Rusia y podría perder mucho más que Estados Unidos a causa de las sanciones impuestas después de una invasión rusa de Ucrania. También depende del suministro de gas ruso, una debilidad que Putin ha explotado en conflictos del pasado.