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¿Es tiempo de legalizar la cocaína?

En las faldas de la Sierra Madre Occidental, ubicada en el noroeste de México, Juan Carlos Mercado se prepara todos los días para caminar 2 kilómetros y tomar un autobús a la escuela. Lo que Juan Carlos no sabe es que a pocos kilómetros de ahí, su padre y hermanos acaban de perder la vida a manos del cártel que controla la zona. Durante los próximos días, la familia de Juan Carlos contactará a un coyote, y en menos de tres meses, Juan Carlos estará reuniéndose con sus tíos en Chicago, donde residirá por los próximos años. Él nunca más volverá a ver la Sierra Madre. 

Como Juan Carlos, miles de mexicanos, colombianos, ecuatorianos, etc. han sido afectados por el tráfico de drogas. Los continuos esfuerzos de los gobiernos y demás organizaciones han sido calificados en vano. La “guerra contra las drogas” ha elevado el crimen a niveles sin precedentes, obligando a miles de latinoamericanos, como Juan Carlos, a migrar a otros países para escapar de la violencia. A raíz de todo esto, los gobiernos se comienzan a cuestionar si la legalización es la salida final a la institución del narcotráfico. 

La cocaína es virtualmente la droga que mejor financía a las organizaciones criminales. Su legalización tendría efectos fiscales como cualquier otra industria en un sistema capitalista. La producción, distribución y venta de la sustancia estaría sujeta a impuestos y competitividad de diferentes empresas, y generaría ingresos dentro de una industria que hasta el momento no ha sido explotada, pero que tiene un potencial inmenso en países como Colombia. La legalización de la cocaína también tendría controles de calidad por parte de instituciones del Estado, como la Procuraduría Federal del Consumidor en México, o la Institución Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos en Colombia.

Si es verdad que la legalización puede traer estas consecuencias positivas, ¿por qué aún no se toma en cuenta esta estrategia? La respuesta principal involucra las dos leyes de la economía: la oferta y la demanda. Según Catalina Gil Pinzón, la Oficial en Política de Drogas de la Open Society Foundation, si existe una demanda del mercado de drogas, siempre existirá una oferta. No importa cuantos recursos se destinen a la quema de sembradíos o a la lucha contra grupos narcotraficantes, las drogas van a existir si existe alguien que esté dispuesto a comprarlas. El 90% de las drogas producidas en Colombia es destinada para el mercado internacional, por lo tanto, la legalización tendría que venir directamente de estos mercados para que la estrategia funcione. El mercado colombiano, o latinoamericano, es muy pequeño para que tenga un efecto significativo en las finanzas de los grupos criminales.

En días recientes, el presidente de Colombia Gustavo Petro compartió un artículo de la revista británica The Economist en el que analiza la legalización del polvo blanco y sus posibles consecuencias en la seguridad y economía de los países productores. El artículo hace mención de la fallida Guerra Contra las Drogas que comenzó Richard Nixon hace más de medio siglo, y cómo esta ha incrementado los niveles de violencia en Colombia (3 veces más violenta que EEUU) y en México (4 veces más violenta que en EEUU). 

Claro que si su legalización en los países consumidores, principalmente Estados Unidos, fuera un hecho, las bandas criminales encontrarían otras fuentes de ingresos, pero sería un golpe estratégico a las finanzas de estos grupos. Su legalización a medias tampoco es una opción. Si solamente se legaliza el consumo, pero no la producción, entonces los criminales serían los productores y su consumo aumentaría significativamente, aumentando los ingresos de los productores, y a su vez, su producción.  

La historia nos cuenta que la prohibición de sustancias nocivas abre la puerta para un mercado ilícito en el que grupos criminales que la producen, distribuyen y comercializan, toman el control de territorios, y a veces de estados enteros. Es momento en la historia de la humanidad de cambiar el estigma y la retórica hacia las drogas. 

Admitir el hecho de que una guerra contra estos grupos criminales ha fallado, es el primer paso para cambiar la estrategia. La legalización de las drogas generará ingresos y permitirá a las poblaciones hacer uso de las sustancias de una forma segura. Los mismos ingresos que se generen en manera de impuestos se pueden usar para la investigación sobre el consumo de estos productos a largo plazo, o para desincentivar a la población de su consumo.  La Guerra contra las Drogas ha privado a miles de personas como Juan Carlos, de una vida digna. Durante más de 50 años, los gobiernos de múltiples países han destinado recursos a la batalla física contra aquellos que producen, comercializan y consumen las sustancias. Si durante todo este tiempo no se ha visto progreso, ¿por qué seguir con una estrategia que no funciona? “Locura es hacer lo mismo una y otra vez, y esperar resultados diferentes” -Albert Einstein.