Luego de casi 16 años en el poder, la canciller alemana Ángela Merkel se retira finalmente de la política europea. Desde su posesión como la primera canciller mujer en el país teutón, Merkel no ha dejado de hacer historia y se ha convertido en el referente democrático y político de la Unión Europea. Generaciones jóvenes no conocen lo que es tener un canciller diferente a ella, su salida deja un hueco enorme en Europa que será muy difícil de llenar… para bien o para mal.
Ángela Merkel comunicó al pueblo alemán que se retiraba de la política el 29 de octubre de 2018. Lo hizo añadiendo que su marcha no se haría realidad hasta después de las elecciones del 26 de septiembre de 2021, una vez que se hubiera formado el gobierno resultante de los comicios. En esos momentos, la noticia sorprendió, pero parecía que todavía era un hecho lejano en el tiempo.
Hace dos días se celebraron esas señaladas elecciones. Los resultados han dado como ganador, aunque por un margen mínimo, al partido socialdemócrata SPD que lidera Olaf Scholz, que ha quedado con el 25,7% de los votos por delante de los democristianos de la CDU, que después de dieciséis años se han presentado a las urnas sin tener a Merkel a la cabeza; su sucesor como líder del partido, Armin Laschet, ha obtenido el 24,1% de los votos, quedando el segundo en la competición por llegar al gobierno de Alemania. Ante una diferencia tan pequeña, ninguno de los dos ha obtenido la mayoría, por lo que se hará necesario formar una coalición con otros partidos más minoritarios, como los Verdes, que se han convertido en la tercera fuerza política, o los liberales del FDP, para poder constituir un gabinete. Quién conseguirá la combinación ganadora todavía es un misterio, pero lo que sí ha quedado claro es que elegir al sucesor de Ángela Merkel no es una tarea fácil.
Y es que la marcha de esta mujer dedicada en cuerpo y alma a su país abre un nuevo ciclo en la política de Alemania. Mientras que los socialdemócratas y los democristianos comienzan a entablar conversaciones con el resto de partidos buscando formar alianzas que los mantengan o los lleven al
gobierno, la sociedad alemana empieza a ser cada vez más consciente de que la marcha de Merkel es, después de años de ser anunciada, de pronto una realidad. Esto, aunque también entre los ciudadanos hubiera una parte que estaba ya harto de ella, como demuestran los malos resultados que su partido, es un shock. Y es que Merkel, para muchos jóvenes, es por ejemplo la única canciller de la que han tenido conciencia a lo largo de todas sus vidas. Pero también para los adultos es igual de desconcertante; no obstante, ha ganado cuatro elecciones generales consecutivas, y después ha sido capaz de formar otras cuatro grandes coaliciones que le han permitido seguir gobernando. Demasiados años lleva siendo el eje sobre el que gira Alemania, y es normal que su retirada deje un vacío difícil de llenar, para bien o para mal.
No han sido años fáciles, además. Desde 2005, cuando Ángela Merkel fue nombrada canciller por primera vez, la mujer ha tenido que enfrentarse a múltiples pruebas, pasando por la crisis financiera mundial de 2008 y la que vino después con el euro, durante la que fue una gran defensora de la austeridad y de medidas muy impopulares en los países del sur de Europa, algo que escaló hasta llegar a un momento de tensión en el que Grecia estuvo a punto de acabar fuera del club de los Estados que pueden usar la moneda única europea. Después, cuando todavía no se había salido del todo de estas, llegó la crisis de los refugiados en 2015, en la que aceptó acoger a miles de inmigrantes en su país, lo que hizo que bajara su popularidad en un electorado entre el que estaba creciendo la afección por la ultraderecha, ante la que Merkel siempre ha tenido una actitud intransigente; es famoso su cordón sanitario a los partidos que se identifican con este espectro político radical y su negativa absoluta a pactar con ellos en cualquier situación. Ahora, por último, ha sido la pandemia lo que más recientemente la ha hecho tener que manejar con mano férrea los destinos de su país.
Se puede decir que las consecuencias más inmediatas de la retirada de Ángela Merkel es el enorme hueco que deja. Alemania tiene ahora que tomar un nuevo rumbo bajo la dirección de una nueva persona que tiene que ganarse la confianza de sus ciudadanos, aunque es difícil llegar al nivel de Merkel después de tantas crisis capeadas a lo largo de casi dos décadas de gobierno. En el aire está si el nuevo canciller será capaz de llenar el vacío que ha dejado su predecesora, y si sabrá mantener a su país en el estatus en el que Merkel lo deja ahora, siendo la principal potencia de la Unión Europea, algo que también provoca intriga puesto que, ante esta nueva inseguridad, Francia, Italia o España se preparan para postularse como líderes de la Unión y desbancar al país germano. Esas son las consecuencias más inmediatas, todavía sin conocer quién es el que la sucederá. Sin embargo, ocurra lo que ocurra, lo que sí se sabe seguro es que Ángela Merkel es ya Historia de Alemania.