Tesla quiere saber quién será el próximo presidente de Estados Unidos antes de invertir miles de millones de dólares en una nueva planta en México y es de esperar que no sea el único. La decisión de Elon Musk, el dueño mayoritario y director de la empresa automotriz, tiene que ver con la caída en sus ventas, pero toca también en una fibra sensible para el país latinoamericano: el posible regreso de un Donald Trump hostil con México.
El martes por la tarde, Musk anunció que sus ganancias se desplomaron 45% en el segundo trimestre del año, su segunda caída trimestral consecutiva. En una llamada con inversionistas, respondió a una pregunta sobre su plan de construir una gigafactory en México diciendo: “Actualmente, estamos en pausa con Giga México. Creo que necesitamos ver dónde están las cosas después de las elecciones. Trump ha dicho que impondrá fuertes aranceles a los vehículos producidos en México. Entonces no tiene sentido invertir mucho en México si ese va a ser el caso”. Solo unos días antes, Musk había anunciado su apoyo, tanto moral como financiero, a la campaña de Trump.
El candidato republicano no ha anunciado que quiere tasar los vehículos eléctricos mexicanos, como dijo Musk, pero sí ha anunciado que, de ganar los comicios presidenciales en noviembre, impondrá un arancel a todas las importaciones a EE UU. Esto iría en contra del tratado de libre comercio entre países de Norteamérica, el TMEC, y golpearía a la industria mexicana, ya que el 80% de las exportaciones del país van al mercado estadounidense. El sector automotriz es, además, estratégico para EE UU. Bajo la presidencia de Joe Biden, la Casa Blanca diseñó un plan de incentivos económicos para migrar del uso de gasolinas a vehículos eléctricos hechos, ya sea en casa, o en algún país aliado, como México.
En este ajedrez comercial, China es una pieza central. Ambos partidos políticos en EE UU coinciden en que el país asiático representa una amenaza a la seguridad nacional, por lo que, en el último año, parte de la industria estadounidense se reacomodó para suministrarse de materias primas y bienes mexicanos en lugar de chinos. Su atractivo está en que forma parte del TMEC, acuerdo negociado por la Administración del propio Trump (2016 – 2020) que les da a inversionistas garantías jurídicas y ventajas competitivas. Pero en lo que va de la campaña, Trump ha ligado a México con China, acusando que China está invirtiendo en México para “triangular” sus bienes y acceder a mercado estadounidense.
“Si vemos el TMEC como uno de los hijos de Donald Trump, hay que nada más ver como trata a sus hijos para saber qué tanto le importa”, dice Matías Gómez Léautaud, analista para la consultora político-económica Eurasia Group en Ciudad de México. El sector privado entiende que los incentivos en ambos lados de la frontera van a seguir ahí para perseguir los beneficios de la integración, asegura el especialista, pero si Trump gana las elecciones, el tiempo entre ahora y cuando quede lista la nueva versión del tratado que se revisará en 2026, va a ser de mucha incertidumbre. “El anuncio de Musk al respecto de Tesla apunta a que hay un freno” en la inversión en general, sostiene Gómez Léautaud.
“En cuanto a la integración económica de Norteamérica, hay mucho escepticismo de cómo pueda quedar la versión final del tratado. Así como la ola del nearshoring fue una señal del ímpetu con el que los diversos sectores estaban viendo a México, creo que el mensaje de Musk es una señal sobre el nerviosismo que hay sobre cómo va a verse la región norteamericana después de noviembre”.
La Secretaría de Economía informó recientemente que las empresas extranjeras siguen invirtiendo en México. Los tres anuncios más grandes hechos el mes pasado incluyen 2.000 millones de dólares para construcción de gasoductos por parte de la francesa Engie, 1.800 millones para construcción de tiendas Walmart y 1.000 millones para incrementar la producción de Volkswagen.
Pero, Nuevo León, estado que Musk había elegido para su nueva planta, ha visto una desaceleración de la demanda de naves industriales por parte de empresas extranjeras que buscan trasladarse de China a un país más integrado con EE UU. Según Héctor Tijerina, director de la agencia de promoción de negocios en el estado de Nuevo León Invest Monterrey, se estima que este año la demanda de espacio industrial cierre en 15 millones de pies cuadrados, una caída considerable de los 21 millones registrados en su pico en 2022.
“Es muy natural que empresas decidan esperar a ver qué pasa, sobre todo las empresas que están en industrias en el foco de las campañas electorales, como la energética en México o la automotriz”, dice Tijerina. “Estamos en un momento de campañas en donde se dicen muchas cosas y necesitamos ver cómo se desarrollan las cosas políticamente”, concluye.
Sofía Ramírez, directora del centro de investigación y análisis sin fines de lucro México ¿cómo vamos? anticipa que el anuncio de Tesla tendrá un impacto en la inversión en México. La suspensión de los planes de Tesla “se veía venir”, opina la economista, “Elon Musk no es cualquier empresario… me da la impresión de que está mandando una señal importante al resto de los empresarios”.
“Es como decir ‘yo no entro ahí’ y ese es un referente”, dice Ramírez, “el anuncio no me parece inocente porque que no vaya a invertir en México implica que sí invertirá en EE UU, o en Texas (sede de sus instalaciones). Este puede ser incluso un llamado al electorado para que voten por su candidato, que es Trump”.