El trabajo del científico mexicano, fallecido a los 77 años, fue decisivo para reducir las emisiones contaminantes y alertar por el cambio climático
El químico mexicano Mario Molina ha fallecido este miércoles a los 77 años. La noticia del deceso del Premio Nobel de 1995 ha sido confirmada por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Molina fue uno de los científicos más importantes dentro de la comunidad mundial y una de las voces pioneras en la lucha en contra del cambio climático gracias a sus investigaciones sobre el daño a la capa de ozono. Molina fue coautor con F. S. Rowland en 1974 del artículo que predijo el adelgazamiento de la capa de ozono como consecuencia de la emisión de los clorofluorocarbonos (CFCs), el cual les mereció el Premio Nobel de Química en 1995. Estos estudios sentaron las bases del Protocolo de Montreal, impulsado por la Organización de Naciones Unidas.
Molina hizo de su voz científica tuviera una plataforma para hacer ecos en la política. En los últimos años, el químico advertía con contundencia que la ciencia debía jugar un papel fundamental en el desarrollo económico de las sociedades modernas. En México criticó el olvido y dejadez de los tomadores de decisiones ante la investigación y el desarrollo. Hizo un llamado a mejor la enseñanza y estimular la innovación. Además de una destacada voz científica en el extranjero el investigador formó parte del Consejo de Asesores de Ciencia y Tecnología de Estados Unidos durante la presidencia de Barack Obama.
En 1995 la academia sueca premió sus investigaciones, fechadas en 1974, y firmadas junto a sus colegas, el estadounidense Frank Sherwood Rowland y el holandés Paul Jozef Crutzen al explicar los mecanismos químicos que afectan el grosor de la capa de ozono. “Estos tres investigadores han contribuido a salvarnos de un problema medioambiental global que podría tener consecuencias catastróficas”, afirmaron los académicos suecos hace 25 años. En concreto, la investigación de los científicos revelaba cómo el ozono es “el talón de Aquiles de la biósfera” y cómo reaccionaba negativamente si este se combinaba con gases clorofluorcarbonos, presentes en objetos cotidianos como los aerosoles o los aislantes térmicos. Los hallazgos fueron un punto de partida para una nueva conciencia medioambiental, pues condujeron a la firma del Protocolo de Montreal, uno de los primeros acuerdos dirigidos a reducir el impacto humano sobre la atmósfera.
Molina es uno de los tres mexicanos que han sido galardonados con el Nobel. La lista de reconocimientos que sumó en una vida dedicada a la defensa del medioambiente es larga. Le fueron otorgados más de 40 doctorados Honoris Causa y varios premios, entre ellos el Tyler de Energía y el de Ecología de 1983. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo nombró uno de los Campeones de la tierra. Es el único mexicano recipiente de la medalla presidencial de la Libertad de Estados Unidos, una distinción que le fue colgada del cuello por el entonces presidente Obama.