En México, sobrevivir al cáncer de mama ya no significa resignarse a las secuelas físicas que deja esta enfermedad. El acceso a implantes mamarios y cirugías reconstructivas se ha convertido en un derecho garantizado por el sistema de salud pública, marcando un antes y un después en la atención integral de las mujeres afectadas. La pérdida de un seno ya no es un final, sino el comienzo de una nueva etapa que el Estado está obligado a acompañar.
El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) lidera esta transformación. Hoy en día, ofrece cirugías reconstructivas a todas sus derechohabientes que han enfrentado una mastectomía, eliminando barreras para mujeres que necesitan esta atención. Este servicio no se limita a casos específicos, ya que también se extiende a mujeres con antecedentes genéticos de cáncer y personas en procesos de reasignación de género. Todo esto respaldado por el Artículo 56 de la Ley del IMSS, que incluye prótesis y ortopedia como parte de las prestaciones obligatorias.
El ISSSTE, por su parte, implementó en 2023 el programa “Reconstrucción de mama, me cuido, el ISSSTE me cuida”, que garantiza a sus derechohabientes un acompañamiento integral desde el diagnóstico hasta la cirugía reconstructiva. Este programa, dirigido a mujeres que han enfrentado el cáncer de mama, busca restituir no solo la salud física, sino también la emocional y psicológica. Por otro lado, el Instituto Nacional de Cancerología (InCan) mantiene su liderazgo al realizar entre 85 y 100 cirugías reconstructivas al año, consolidándose como un referente nacional en atención especializada.
Este esfuerzo colectivo está cimentado en un marco legal robusto. La Norma Oficial Mexicana NOM-041-SSA2-2011 y el Protocolo Técnico para la Atención del Tumor Maligno de Mama (PTATMM), actualizado en 2023, obligan a las instituciones del Sistema Nacional de Salud (SNS) a garantizar los insumos y tratamientos necesarios para las pacientes. Estos recursos son financiados a través del Fondo de Salud para el Bienestar (FONSABI), asegurando que ninguna mujer quede desprotegida por falta de financiamiento.
Zoé Robledo, director del IMSS, ha enfatizado que el objetivo no es solo realizar cirugías reconstructivas, sino también establecer una red de atención integral. Esto incluye apoyo psicológico y emocional para las pacientes y sus familias, así como programas de prevención más efectivos que aborden las necesidades antes de que la enfermedad se desarrolle. Este enfoque busca garantizar que ninguna mujer, independientemente de su ubicación o condición económica, quede excluida de este derecho.
Sin embargo, el desafío persiste. Extender estas iniciativas a las comunidades rurales y marginadas, donde el acceso a servicios médicos especializados es limitado, es una tarea pendiente. La reconstrucción mamaria no es un lujo ni una opción, es un derecho fundamental que simboliza la recuperación de una vida. Cada implante colocado no solo reconstruye un seno, sino también devuelve esperanza y dignidad a quienes han luchado contra esta enfermedad. El sistema de salud mexicano tiene la responsabilidad de garantizar que este derecho llegue a todas las mujeres del país. En un México que avanza hacia la equidad, reconstruir un seno es, en esencia, reconstruir un futuro.