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Los primeros meses de Gabriel Boric, el revolucionario presidente más joven de la historia chilena

En marzo de este año, Chile entró a una nueva etapa revolucionaria de su historia, cuando el joven socialista de 36 años Gabriel Boric asumió la presidencia tras ganar las elecciones convincentemente con el 56% de votos. La posesión de Boric significó un cambio radical en la política chilena puesto que se une a la redacción de una nueva Constitución, fruto de las protestas sociales del 2019 en las que el actual presidente participó activamente.

El gobierno de Boric junto a la nueva Constitución en proceso buscan dejar atrás el legado de la dictadura de la era Pinochet que dejó miles de asesinatos, torturas y exilios. Parte de ese legado dictatorial fue las políticas pro-mercado y liberales a las que se le atribuyen el exitoso desempeño económico, líder regional. Por lo que gobiernos de izquierda y derecha han decidido mantener tal política económica a través de los años a pesar de los crecientes índices de desigualdad.

Los chilenos demandaron reformas sociales más justas que involucren inversión en los servicios públicos y seguridad social, Boric tuvo resonancia y popularidad en las elecciones por su compromiso con el medio ambiente, derechos de minorías y propuesta de subir impuestos para financiar la inversión pública y reforma social.

Chile se propuso buscar así niveles competitivos de bienestar social y justicia que vayan de la mano con el crecimiento económico con un presidente con potencial de liderazgo para la región latinoamericana. El joven presidente ha criticado públicamente a gobiernos represivos de la región como Cuba, Venezuela y Nicaragua a pesar de contar con una ideología izquierdista al igual que estos países, refutando así las acusaciones de ser demasiado extremista e ideológico. Internamente ha reiterado su intención de diálogo con la oposición para limar asperezas y no seguir profundizándolas a perjuicio de los chilenos. La expectativa y esperanza revolucionaria que genera Boric lo ha puesto en el listado de las personas más influyentes de mundo por la revista Time, quien en su reseña elogió su “capacidad para escuchar, su empatía y su profunda comprensión de la historia de Chile y su cultura”.

El sector privado sin embargo ha mantenido su nerviosismo de un potencial crecimiento de la deuda y gasto irresponsable. Esto se ha materializado en millones de dólares dejando el país y paralización de proyectos de inversión. La estrategia de Boric al elegir a un tecnócrata como ministro de finanzas, Mario Marcel, que tiene un compromiso fuerte con la responsabilidad fiscal para aplacar estos temores ha sido eclipsado por la composición del cuerpo que redactará la nueva Constitución, lleno de socialistas independientes considerados radicales.

Hoy en día, se puede declarar por terminada la etapa de “luna de miel” de Boric, que duró muy poco y ha tenido una caída de popularidad histórica apenas dos meses pasada su posesión. El descontento se da por un sentimiento de lentitud en el cambio prometido y las finanzas personales siendo afectadas por el paro a las contribuciones sociales que fueron impuestas durante la pandemia.

Parte de este estímulo fiscal era la posibilidad de contar adelantadamente con los fondos de pensión individuales y entregas de dinero, pero el cuerpo legislativo ha declinado el plan de extender estas medidas puesto que ha forzado al país a optar por más deuda internacional para poder financiarlas.

Los chilenos empiezan a sentirse decepcionados que un presidente de izquierda ponga un alto a estos beneficios sociales de gran popularidad. Planes para realizar el cese de estos beneficios de manera progresiva de parte del gobierno y su ministro de finanzas han sido rechazados por el Congreso, resaltando otro problema al que se enfrenta el ejecutivo, falta de gobernabilidad por no tener una mayoría en el congreso que agilite sus proyectos. La redacción de la nueva Constitución podría ayudar a Boric en esta
disyuntiva, e incluso podría retomar puntos de aprobación, sin embargo, la percepción pública también muestra escepticismo en cuanto al nuevo documento.

En materia económica la nueva administración también tiene un impasse importante, conciliar la reciente promesa de incrementar el sueldo básico en una magnitud que no se ha visto en décadas sin empeorar la baja proyección de crecimiento económico de este año y los niveles históricos de inflación que ya bordean las dos cifras porcentuales. La estrategia conlleva subsidios para las Pymes y ayuda a los más vulnerables.

En seguridad también tiene conflictos que han afectado sus niveles de aprobación. En la zona de La Araucanía, al sur del país, se ha desenfrenado la violencia, los atentados y la presencia del narcotráfico, la actividad del gobierno en la zona ha sido cuestionada por su ausencia. El problema ha obligado al ejecutivo a permitir la presencia de militares en la zona para controlarla, algo que contradice su posición de campaña de limitar la presencia militar.


Los primeros meses de Gabriel Boric a la cabeza de Chile han sido controversiales, se enfrenta a conflictos difíciles en varias áreas junto con el peso de las expectativas. La nueva Constitución proveerá soluciones, pero no garantiza éxito si no es acompañada de una estrategia inteligente del gobierno para recuperar el apoyo de los ciudadanos y empezar a proporcionar soluciones tangibles inmediatas para las demandas de los chilenos.