Israel declara el estado de guerra y Netanhayu advierte de que será “larga y difícil”

La cifra de muertos israelíes por el ataque palestino salta a 600. El Ejército israelí, que sigue sin controlar todo el territorio, está evacuando las localidades cercanas a la Franja, a la que ha cortado suministros como electricidad y combustible. Hezbolá entra en escena con el lanzamiento de proyectiles de mortero desde Líbano

Veinticuatro horas, 600 muertos y decenas de secuestrados después del ataque sorpresa de Hamás, Israel trata este domingo de recuperar el control de todo su territorio. Sus soldados aún combaten en ocho puntos con reductos de los milicianos palestinos que se infiltraron el sábado desde la Franja ―en una muestra de fragilidad solo comparable a la de la guerra del Yom Kipur― y fueron matando y secuestrando civiles, policías y soldados por la calle, en sus casas o en bases militares. Aunque bombardea con dureza Gaza desde el sábado (los palestinos muertos suman ya al menos 370), se ha marcado como primer objetivo poner orden en casa antes de lanzarse a una guerra “larga y difícil”, como la ha definido el primer ministro, Benjamín Netanyahu, tras una reunión del gabinete de seguridad. El Gobierno ha declarado el estado de guerra, cortará los suministros de electricidad, combustible y bienes a Gaza, y está evacuando todas las localidades cercanas a la Franja.

“Nos estamos embarcando en una guerra larga y difícil a la que nos ha forzado el ataque asesino de Hamás. La primera fase es acabar de destruir la gran mayoría de las fuerzas enemigas que se infiltraron en nuestro territorio. Al mismo tiempo, hemos comenzado la fase ofensiva, que continuará sin limitaciones ni descanso hasta que se logren los objetivos”, ha señalado Netanyahu. La declaración gubernamental del estado de guerra permite llevar a cabo “actividades militares significativas” y limitar reuniones.

El Ejército israelí ha ido recuperando paulatinamente el control de las localidades cercanas a la Franja y liberado a rehenes. Y, con el avance, han ido saliendo a la luz cada vez más cadáveres, elevando la cifra de muertos a 600, según un portavoz de los servicios de emergencia Zaka, citado por la prensa local. Supone más de la mitad que todos los israelíes fallecidos durante la Segunda Intifada (2000-2005).

Aún hay combates en ocho poblaciones. El Ejército israelí afirma también haber matado a cientos de milicianos palestinos y haber capturado a decenas. En la ciudad de Sderot, por ejemplo, bombardeó la comisaría en la que se atrincheraban 10 milicianos.

El brazo armado de la organización islamista Hamás, las Brigadas de Ezedín al Qasam, ha asegurado que algunos de sus milicianos siguen combatiendo contra las fuerzas israelíes en varios puntos del interior de Israel. Mientras, las bombas israelíes han alcanzado en Gaza bloques de viviendas ―sin el aviso previo del Ejército, como en otras operaciones contra la Franja―, una mezquita y las casas de miembros de Hamás, informó la agencia Reuters. Más de 20.000 gazatíes se han refugiado ya en las escuelas de la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestina (UNRWA, por sus siglas en inglés).

Las autoridades israelíes han extendido además a todo el país el estado de emergencia que habían declarado solo en una parte. La perspectiva más explosiva es lo que en Israel se conoce como una “guerra multifrentes”, es decir, que entren en acción los grupos armados de Cisjordania y, sobre todo, Hezbolá, la milicia libanesa con un arsenal, preparación y número de hombres muy superior al de los grupos palestinos. Este domingo, ha reivindicado el lanzamiento de proyectiles de mortero contra Israel, que ha respondido con bombardeos. No se ha informado de víctimas.

Tras el incidente, muy por debajo de la capacidad de acción de Hezbolá, la misión de paz de la ONU en Líbano (FINUL) ―10.000 efectivos, bajo el mando del general español Aroldo Lázaro― ha informado de que está en contacto “a todos los niveles” con las autoridades tanto libanesas como israelíes para evitar una “escalada más grave”.

El ataque sorpresa desde Gaza y los bombardeos israelíes han causado unos 2.000 heridos en cada uno de los dos territorios. En Cisjordania se registraron otras siete víctimas mortales a manos de las fuerzas israelíes.

Además, este domingo, durante una visita turística de un grupo de israelíes a la ciudad egipcia de Alejandría, “un local abrió fuego contra ellos y dos ciudadanos israelíes y el guía egipcio local fueron asesinados”, ha informado el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado. Hay, además, un israelí herido en estado moderado. Las autoridades están trabajando con las de Egipto para devolver a los ciudadanos israelíes a su país lo antes posible, ha agregado.

Las reacciones de condena del ataque de numerosos gobiernos han dado paso este domingo también a llamamientos de cese de la violencia, como los lanzados por el papa Francisco o por la Unión Africana. Turquía, por su parte, aseguró que redoblará sus esfuerzos diplomáticos para calmar la situación, mientras el canciller germano, Olaf Scholz, advirtió que una extensión de la violencia tendría consecuencias “incalculables” para la región. También la Unión Europea, que “condena con firmeza la violencia terrorista”, ha iniciado una ronda de contactos para favorecer un cese de las hostilidades. Mientras, el representante permanente de Palestina ante la Liga Árabe, Muhannad al Aklouk, ha pedido a la organización que se celebre una reunión extraordinaria lo “antes posible” a nivel de ministros de Exteriores de los países miembros para abordar la escalada.