Izazaga 89 es el epicentro de una gentrificación que nadie quiere ver

En el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, comienzan operativos contra mercancía ilegal en comercios bajo dominio chino

En pleno centro de la Ciudad de México, Izazaga 89 se alza como un monumento al caos organizado. El edificio, masivo y desgastado, es un laberinto de locales abarrotados, mercancías apiladas y el ir y venir de miles de personas que encuentran ahí su forma de sobrevivir. No hay glamour ni romanticismo en este comercio frenético, pero sí una realidad contundente: es un engranaje crucial en la economía informal de la capital. A unas cuadras, el Barrio Chino intenta mantener su identidad pintoresca, con lamparas y restaurantes que evocan una conexión cultural que va mucho más allá de lo gastronómico.

Pero Izazaga 89 no solo vende productos, también redefine el espacio urbano. La gentrificación china no luce como las cafeterías hipster de la Roma ni como los departamentos boutique de la Condesa, pero es igual de disruptiva. Las redes de importación y distribución han desplazado a pequeños comerciantes tradicionales para convertir lugares como este en puntos estratégicos del comercio informal. Aquí, la transformación ocurre de manera silenciosa, sin grandes titulares, pero con un impacto innegable.

Ahora, el gobierno de la Ciudad de México ha puesto su mira en Izazaga 89. Bajo el argumento de combatir la piratería, los operativos recientes parecen más un intento por cumplir con las presiones del T-MEC que una solución a los problemas de fondo. La lucha contra la piratería es un tema recurrente en las negociaciones con Estados Unidos, y cerrar estos espacios es un gesto político que busca calmar las aguas con el vecino del norte.

Pero la realidad es más compleja. Izazaga 89 no es solo un mercado de piratería; es un sistema económico que alimenta tianguis, mercados y miles de familias en todo el país. Su cierre, más que un golpe a las mercancías ilegales, es un golpe al sustento de quienes dependen de esta economía paralela. Y mientras tanto, el Barrio Chino, con su fachada turística, sigue siendo testigo del avance de una gentrificación que muchos prefieren ignorar.

En el fondo, esta situación expone las tensiones globales que atraviesan México. Por un lado, está la presión de Estados Unidos para combatir el comercio ilícito como parte de los compromisos del T-MEC. Por otro, está la creciente influencia económica de China, que ha encontrado en estos espacios una puerta de entrada estratégica. México, como tantas veces, está atrapado entre dos gigantes, intentando equilibrar intereses sin perder el control de su propio territorio.

Izazaga 89 es un símbolo de cómo las dinámicas globales aterrizan en lo local. Sus pasillos abarrotados y su actividad frenética son el reflejo de una economía informal que sostiene a millones, pero que ahora se encuentra bajo asedio. El mensaje del gobierno es claro: cumpliremos con el T-MEC a cualquier costo. Pero el costo, como siempre, lo pagarán los que están al margen, los que hacen su vida entre cajas, bolsas de plástico y pasillos estrechos.

Cerrar Izazaga 89 no resolverá el problema de fondo. Es apenas un parche en una red de tensiones internacionales que México sigue tratando de navegar. Mientras tanto, la gentrificación china avanza, transformando los espacios, desplazando lo tradicional y recordándonos que, aunque no queramos verlo, los intereses globales siempre encuentran su manera de redefinir lo local.