Estados Unidos ha elevado el tono sobre la reforma eléctrica de Andrés Manuel López Obrador. La visita este miércoles del enviado especial de la Casa Blanca para el cambio climático, John Kerry, se ha saldado con un primer mensaje de preocupación ante los planes del Gobierno mexicano para el sector eléctrico, una de las grandes reformas en la agenda de López Obrador. En una breve rueda de prensa conjunta con el canciller Marcelo Ebrard, Kerry apuntó que lo que Estados Unidos quiere es “trabajar con México para fortalecer la posibilidad de que el mercado sea abierto y competitivo”. Las declaraciones de Kerry se suman a un comunicado emitido en la noche del martes por la embajada estadounidense que subrayaba “la preocupación sobre la propuesta actual del sector energético de México”.
Ambas declaraciones suponen un viraje con las posturas mostradas la semana pasada. La Administración de Joe Biden había suavizado el tono después de que la visita a México de la secretaria de Energía, Jennifer Granholm, terminara de forma agria, con el acento puesto en las desavenencias que cunden en Washington. El objetivo de la estrategia pasa por lograr un trato “justo y parejo”, en igualdad de condiciones, para los empresarios estadounidenses del sector energético y que no haya incumplimientos del tratado comercial T-MEC entre los dos países y Canadá.
El embajador Ken Salazar salió al paso con un respaldo público de los planes de López Obrador, optando por jugar la carta de la diplomacia para evitar que una posible aprobación de la reforma eléctrica repercuta en sus intereses, es decir, sus inversiones y su apuesta por las fuentes renovables. Con la reforma eléctrica, el presidente López Obrador busca desmontar el modelo vigente y conceder a una empresa del Estado —la Comisión Federal de Electricidad (CFE)— la gestión mayoritaria del mercado. Una semana después, el discurso el embajador Salazar se ha endurecido: “Promover el uso de tecnologías más sucias, anticuadas y caras sobre alternativas renovables eficientes, pondría en desventaja tanto a consumidores como a la economía en general”.
Los cambios del nuevo mapa energético será la próxima batalla del Congreso, donde el partido oficialista Morena no tiene los números suficientes para promover la reforma constitucional que se requiere para su aprobación, dos terceras partes del poder legislativo. Sin embargo, aún no está descartado que una parte de la bancada del PRI acabe apoyando el cambio legal y por eso todos los actores afectados, entre ellos Estados Unidos, se preparan para ese escenario.
El mensaje de preocupación lanzado por Kerry, que a lo largo del día se reunirá también con López Obrador, fue matizado con una mención al respeto de la soberanía de México, uno de los mantras del gobierno obradorista. “Sé que el Presidente ha comenzado ha hacer algunas reformas que son importantes para él y para su País”, dijo el enviado de la Casa Blanca. El viaje de Kerry es la segunda visita que el veterano dirigente demócrata realiza en menos de cuatro meses. Durante el primero, en octubre, aplaudió el “liderazgo” ambiental de la Cuarta Transformación por ideas como la reforestación de amplias áreas del sur del país, con las que López Obrador intenta paliar los flujos migratorios.
Además del trasfondo relacionado con la reforma eléctrica, la visita tiene como contexto los acuerdos sellados a finales de año en la cumbre de líderes de América del Norte con el foco puesto en las fuentes limpias, las condiciones favorables para la inversión y el combate a la contaminación del gas metano.”México está bendecido con bienes que otros países no tienen, gran sol, viento, geotérmica, hidroeléctrica, y también combustibles fósiles”, destacó Kerry. “Tenemos la oportunidad de trabajar de forma conjunta para liderar esta transformación que va a beneficiar a todos los ciudadanos”, añadió.