Cuatro producciones de vértigo. Esa es la gran apuesta de Netflix para Latinoamérica, que llevará a la pantalla obras de calado universal como Cien años de soledad, a la que darán vida actores por primera vez, lo mismo que la famosa historieta argentina El eternauta, protagonizada por Ricardo Darín. El gran éxito de Juan Rulfo, Pedro Páramo, y la vida de Ayrton Senna, el emblemático piloto brasileño de Fórmula 1, completan el ambicioso cuarteto de ficción que se estrenará en 2024. Este proyecto cuenta con gran talento en su creación y un despliegue de tecnología y efectos especiales “usados por primera vez en la región”. El macroproyecto cuenta con el visto bueno de los familiares directos de los protagonistas o de los autores de las obras. Salvo la película de Pedro Páramo, las demás producciones se han concebido por capítulos.
Cinco años de negociaciones, más de 20.000 extras y cuatro set para recrear el paso del tiempo por el emblemático Macondo y adaptar la obra de García Márquez por primera vez a un formato audiovisual en 16 capítulos. La colombiana Laura Mora (Los reyes del mundo) y el argentino Álex García (The Witcher) serán los directores de esta serie a la que la familia del Nobel de Literatura ha impuesto una doble condición: que sea grabada en Colombia y en español.
Rodada en las desérticas tierras de San Luis Potosí, la obra mexicana más universal, Pedro Páramo, llegará a las pantallas de la mano del galardonado director de fotografía Rodrigo Prieto, que en esta ocasión se estrena en la silla del director de un largometraje. No es la primera vez que una película aborda el fantasmagórico mundo que Juan Rulfo recreó, pero sí la que contará con el mayor despliegue de tecnología y efectos especiales para transitar entre los vivos y los muertos, entre el tiempo que fue y los recuerdos de quienes ya no deberían tener memoria. Juan Carlos Rulfo, uno de los hijos del escritor, ha colaborado con los productores sin injerencia alguna, a decir de su colega Prieto.
Las nuevas tecnologías permitieron mapear un Buenos Aires desierto por la pandemia para recrear después la famosa historieta de Héctor G. Oesterheld, publicada a finales de los cincuenta bajo el título de El eternauta. Entre la nieve tóxica se desempeñará Ricardo Darín a las órdenes de Bruno Stagnaro y bajo la producción de K&S Films (Relatos salvajes). Será la primera vez que los argentinos vean en movimiento a los personajes de su emblemática novela gráfica, una historia de supervivencia y segundas oportunidades traída a nuestros días con un protagonista de más edad que el original y forjado como combatiente en la guerra de Las Malvinas.
Abundando en los gustos locales, Brasil podrá llevar a sus casas la vida del piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna. La biografía ha indagado en los archivos familiares para ir entresacando al hombre detrás del héroe deportivo. Que este deporte está en auge y que la vida y, sobre todo, la muerte del piloto ofrecen un contenido digno de una serie son factores que, naturalmente, se han tenido en cuenta. Gabriel Leone encarnará al campeón con la dirección de Vicente Amorim.
“Hay detrás de todos estos productos un compromiso cultural y social con los miembros de nuestra plataforma a quienes les ofrecemos los títulos más relevantes, novelas fundacionales o héroes nacionales, habida cuenta de la preponderancia de la cultura hispanoamericana en el mundo occidental”, dice el vicepresidente de Contenido de Netflix en Latinoamérica, Francisco Ramos, consciente de la responsabilidad de adaptar historias literarias que se atesoran desde hace décadas en el imaginario de millones de personas en todo el mundo. “Asumimos una mirada audiovisual de las obras, sin afán superatorio. Somos responsables y ambiciosos en lo intelectual, creativo, técnico. Estamos construyendo Macondo”, pone como ejemplo Ramos, muy implicado en esta producción.
Los títulos anunciados cumplen ese doble objetivo de lo local y lo universal por el que transitan las ofertas que el espectador encuentra en la pantalla de la N roja. En 2015, Netflix lanzó la primera serie en habla no inglesa, Club de cuervos, con la que ponía su primera pica en los contenidos locales, por los que detectaron un buen apetito en el público. “En cada país gusta ver sus contenidos propios, se genera una relación de pertenencia. La combinación de lo mejor de Estados Unidos con lo mejor de cada país nos hace únicos”, sostiene Ramos.
La industria de televisión y cine sale de la pandemia con la idea de una expansión regional. Se prevé que el mercado global de entretenimiento alcance 170.000 millones de dólares en 2030, con un crecimiento anual del 7,2%, según datos que aporta Netflix. Argentina, Brasil y México son los grandes paquebotes de Latinoamérica en el sector, donde Colombia emerge con el mayor crecimiento, un 15%. La razón de ello es el incremento de usuarios de internet y dispositivos electrónicos para ver videos a demanda, que abre una enorme ventana a los proveedores de estos productos para colaborar con productoras locales y exportar contenido audiovisual, como ha detectado el Banco Interamericano de Desarrollo en una de sus investigaciones. El crecimiento acelerado de estas industrias de animación y efectos visuales en la región tiene, de este modo, el potencial de convertirse en un motor económico y esa es su apuesta. Como ya se ha explorado con éxito en el mundo anglosajón, el idioma español compartido permite distribuir series y películas a más de 560 millones de personas. Digital TV Research pronostica que la cantidad de suscripciones a estas plataformas de contenidos pasará en América Latina de 53 millones en 2020 a 116 millones en 2025, una posibilidad que ahora disfrutan 14 millones de hogares, con un crecimiento entre 2019 y 2022 del 41%.
Ramos atribuye el éxito obtenido por Netflix en Latinoamérica al producto que dominaba los hogares antes de que llegaran, hace una década: una televisión tradicional que basaba su contenido en telenovelas eternas. Fueron sustituidas por series de 10 o 12 capítulos, “nuevas narrativas” bien acogidas por un público amplio. “Son relatos que empoderan distintos puntos de vista, cada serie obedece a una mirada del mundo, eso es lo más interesante de la nueva televisión”, dice, frente a relatos prácticamente idénticos de amores y desamores de carcomida usanza, en muchos casos.
El crecimiento en la zona de estos visionados a demanda plantea un interés económico que no se le escapa a ningún Gobierno. La industria audiovisual suma en Argentina, Brasil y México ingresos por 20.000 millones de dólares, 3.000 de ellos del sector cinematográfico, con datos de 2021. Ese año, Netflix anunció 50 producciones locales en Latinoamérica y una inversión de 300 millones de dólares en México. Esfuerzos parecidos a los de otras plataformas.
La asociación puntual de Netflix con las productoras locales, así como el valor directo e indirecto que dejan estos enormes rodajes en cada país son indudables. Artesanos confeccionando miles de prendas para el vestuario, restaurantes, proveedores de toda clase, equipos, un revulsivo para la economía y la tecnología. En el caso de El eternauta, en Argentina, su productor, Matías Mosteirin, saluda el músculo tanto económico como tecnológico que ha aportado Netflix para sacar adelante esta serie que llevaba años concebida como futura película, con todos los derechos adquiridos, pero sin cuajar. “Es ciencia ficción, pero también western y han aflorado grandes dosis de aventuras. Está también la idiosincrasia de los argentinos, su búsqueda de soluciones a los problemas cotidianos aplicando el ingenio”, dice Mosteirin.
De nuevo, lo local, en lo que cada espectador se reconoce, en cada calle, cada barrio. Pero también el extranjero llega buscando esa experiencia de pisar sobre las huellas de sus personajes favoritos. Es notable el interés turístico que despiertan las locaciones donde se filmaron series de éxito. Netflix calcula que por cada 10 dólares gastados en la industria de pantallas se generan entre seis y nueve más en la cadena de suministros, además de los nuevos empleos. Solo hay que darse una vuelta por un set de rodaje.
Los beneficios para los países donde se ruedan estas series los mide Alejandra Serna, vicepresidenta de Producción de la plataforma en América Latina, en términos tecnológicos y de formación. “Aceleramos el crecimiento de la industria local con otras formas de trabajar, con nuevos equipos, tecnología, métodos y herramientas que aportan gentes de todo el ámbito hispanoamericano”, dice en las oficinas de la plataforma en México. “Eficiencia, calidad visual y tecnología”, cuenta. Se refiere al rodaje de Ayrton Senna o de El eternauta, por ejemplo, donde en una sola habitación el piloto completa un recorrido ganador en un circuito al otro lado del mundo, sin tener que viajar. Pero la colombiana Serna abunda en la “transferencia de conocimientos” que se produce al mezclar el talento de unos y otros profesionales y permitir a nuevos aspirantes que observen y participen de algunas tareas de la producción, “gente joven de Latinoamérica que a veces lo tienen difícil porque provienen de sectores desfavorecidos”. Hay pocas empresas, grandes y pequeñas, que no sumen a sus proyectos propios ciertas tareas de formación y capacitación. “Estamos empujando la creación de una nueva generación de productores de contenido”, asegura.
La pandemia de covid ha sido solo un paréntesis (y no siempre molesto, porque permitió al cine vagar por ciudades desiertas, algo difícil para cualquier producción en días ordinarios). En México, por ejemplo, el coronavirus disminuyó los ingresos del sector cinematográfico aproximadamente un 25%, pero se espera un crecimiento del 6,6% anual hasta 2025 y recuperarse este mismo año.
Aunque no hay como una coronagripe para darse un atracón de series favoritas. El empuje del sector impulsa nuevas políticas de incentivos económicos. En 2021, São Paulo creó un programa para reembolsar el 30% de los costos de producción si el rodaje se hacía en esta ciudad brasileña. Dos series y una película lograron ese beneficio en 2021 y generaron alrededor de 14.000 empleos en la ciudad, según los datos que maneja Netflix. Brasil apuesta por lo local, sin embargo, la serie de seis capítulos de Ayrton Senna viaja con el piloto por siete países, aunque se ha rodado en cuatro. “Brasil está en un momento desafiante, se están recuperando todos los incentivos a la cultura, hay competencia, y eso es bueno”, sostiene Elisabetta Zenatti, vicepresidenta de Contenido de Netflix en el gigante de habla portuguesa. “Necesitamos desarrollar juntos esa industria”.