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La Cumbre del G7 deja críticas y ambiciones altas

La cumbre del G7 realizada la semana pasada conllevaba altas expectativas y el interés
internacional en cuanto a las decisiones por tomar sobre la invasión rusa a Ucrania y la crisis económica y energética presente.
Los líderes del G7 ratificaron en el evento que sus esfuerzos irán destinados a impedir que Rusia se beneficie de su agresión a Ucrania, que ha disparado los precios de la energía, y minimizar al mismo tiempo los daños económicos en todo el mundo causados por las subidas.

Los aliados debatieron la imposición de un nuevo mecanismo que pretende imponer un techo a los precios del petróleo ruso. La idea con esto es permitir que el petróleo ruso llegue a los mercados emergentes que no han impuesto prohibiciones al producto ruso para limitar la presión al alza de los precios mundiales del petróleo, al mismo tiempo limitando los ingresos de Moscú para continuar la guerra.


La iniciativa es analizada desde semanas atrás, nació en EE. UU. como una alternativa al
embargo total petrolero por miedo a un alza exponencial en los precios del crudo. Si bien el plan es ambicioso en su intención, la implementación efectiva tiene muchos nudos por desatar, entre ellos, encontrar un precio lo suficientemente bajo como para reducir significativamente los ingresos petroleros de Moscú, pero lo suficientemente alto como para que Rusia considere que le sigue interesando exportar. Otra dificultad será convencer a un número suficiente de países y grandes aseguradoras para que se adhieran al plan.

El G7 y las autoridades de la UE tendrían que desempeñar un papel importante, supervisando el precio de los cargamentos de petróleo, ya que de lo contrario las aseguradoras podrían rehuir de ofrecer cualquier negocio dados los inconvenientes que supondría no aplicar correctamente el tope de precio.
En materia climática, las resoluciones de la cumbre han sido criticadas y catalogadas como decepcionantes, los líderes han sido acusados de “retroceder” en los objetivos climáticos después de que suavizaran sus promesas de frenar la inversión en combustibles fósiles por temor a la seguridad energética.


Además de regresarle al gas un espacio protagonista en los esfuerzos energéticos a futuro, el G7 añadió una laguna a un compromiso anterior de poner fin a las inversiones en proyectos de combustibles fósiles en el extranjero para finales de este año, diciendo que habría una excepción “en circunstancias limitadas claramente definidas por cada país y coherentes con un límite de calentamiento de 1,5C”.

Los grupos climáticos criticaron al G7 por no cumplir con las nuevas promesas de financiación para el clima, y por su renovado enfoque en el gas. “No podemos permitirnos este tipo de retroceso. Hay vidas en juego”, dijo Laurie van der Burg, activista de Oil Change International, un grupo de campaña con sede en Estados Unidos.

La guerra en Ucrania ha causado deslices en la cadena mundial de suministros, ante la potencial crisis alimenticia, los presidentes del G7 instaron a los países y empresas de todo el mundo a no almacenar alimentos para ayudar a aliviar la escasez mundial.


China también estuvo bajo el foco de atención de los presidentes quienes admitieron que las relaciones del gigante asiático con el Kremlin han permitido a Rusia continuar con su constante ataque, consecuentemente, pidieron a China que presione a Rusia para que detenga inmediatamente su agresión militar, y retire inmediata e incondicionalmente sus tropas de Ucrania; así como incitarla a respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, incluso en el Tíbet y en Xinjiang, donde los trabajos forzados preocupan mucho.