En la sala de conferencias del Foro Económico Mundial se escuchó un leve suspiro cuando Javier Milei culpó a todos los movimientos políticos, excepto al suyo, de los males de Occidente.
“Ya se proclamen abiertamente comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, nacionalsocialistas, democristianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas, no hay grandes diferencias. Todos dicen que el Estado debe dirigir todos los aspectos de la vida de los individuos”, dijo el presidente de Argentina a la concurrida multitud la semana pasada.
Los directivos empresariales intercambiaron miradas sonrientes. Hubo risas esporádicas. Fue sólo una de las muchas frases sorprendentes del discurso de 20 minutos de Milei en Davos, su primer viaje al extranjero desde que asumió el cargo en diciembre. Advirtió que los participantes en el FEM, a los que el profesor de economía calificó de “héroes” del mundo capitalista, habían sido “cooptados” por neomarxistas, feministas radicales y activistas climáticos.
Un veterano del capital privado europeo se declaró “impresionado”. Más tarde, ese mismo día, un gestor de fondos insistió en que bajo la provocadora fachada de Milei se escondían “algunas verdades”. La élite de Davos había recibido un sermón sobre la pérdida del rumbo y le había encantado.
No sólo ha llamado la atención la firme postura proempresarial de Milei. “La audiencia ha quedado intrigada porque consiguió ser elegido con una plataforma de austeridad, al decir a sus votantes que recortaría sus prestaciones y subsidios estatales”, afirmó uno de los asistentes.
La calurosa acogida se hizo eco de los comentarios positivos del FMI, uno de los principales acreedores de Argentina. La institución, con sede en Washington, accedió a desembolsar fondos después de que el gobierno de Milei intentara recortar el déficit y devaluara el peso. La nueva administración “se ha movido con valentía para corregir varios de los desajustes que existen en la economía”, dijo en Davos la subdirectora gerente del FMI, Gita Gopinath.
Daniel Pinto, número dos de JPMorgan, argentino y habitual del FEM, también se mostró optimista. La administración de Milei está “abordando todas las cosas correctas en la economía”, dijo, con la esperanza de que las medidas puedan poner “fin a 80 años de deterioro económico”.
Algunos participantes compararon el apoyo de la élite empresarial con el de Wall Street a Donald Trump, provocado por la perspectiva de políticas de libre mercado. Pero Milei, a quien se vio blandir una motosierra durante su campaña para simbolizar su plan de reducir el Estado, parecía un defensor de la desregulación más creíble por su formación académica, sugirió uno de ellos.
Otros especularon que algunos de los elogios podrían formar parte de un movimiento cínico para obtener una parte de las privatizaciones previstas por Milei de docenas de empresas estatales. “Me ha sorprendido lo positivos que son algunos banqueros respecto a las ‘teorías económicas’ de Milei”, declaró Ludovic Subran, economista jefe de Allianz, tras el discurso. “Me pregunto si no se trata de puros intereses creados: el olor de una gran ola de privatizaciones que se avecina y sus mandatos de banca de inversión”.
Pero, quizá ingenuamente, muchos encontraron consuelo en la creencia de que las ideas más radicales de Milei estarían atemperadas por un equipo maduro a su lado. Una reunión privada entre los consejeros delegados y la ministra de Asuntos Exteriores, Diana Mondino, el jefe de gabinete, Nicolás Posse, y el ministro de Economía, Luis Caputo, causó buena impresión, según un ejecutivo que asistió. “Parecían profesionales”, dijo.
A su regreso de los Alpes suizos, el presidente argentino se vio obligado a hacer concesiones en su ambicioso proyecto de reforma, que actualmente se debate en el Congreso, donde el partido de Milei tiene una minoría de representantes. La privatización de la petrolera estatal YPF ya no figura en el proyecto, lo que indica que el político libertario podría tener que ceder ante las fuerzas neomarxistas que se apresuró a denunciar en Davos.