En términos generales, en México la capacidad de los individuos para mejorar su posición socioeconómica es baja. En términos específicos, México es un país heterogéneo en cuestión de movilidad social, pues existen diferencias importantes entre las regiones. Recientes investigaciones demuestran que nacer en ciertas regiones del país genera mayores posibilidades de movilidad social que otras. Nacer en la región norte implica mayores oportunidades que nacer en la región sur, donde incluso se han encontrado resultados negativos; es decir, que los individuos retroceden en vez de avanzar frente a la situación de sus padres.
Estos resultados son determinados por factores internos y externos: por una parte, influye el esfuerzo y el mérito de los individuos; por otra, se correlacionan en gran medida con las condiciones de origen y las oportunidades de acceso a servicios públicos. El enfoque de este trabajo es sobre las diferencias entre la región norte y la región sur de México para el acceso a la educación. El análisis de esta variable es fundamental, pues la educación ofrece posibilidades de mejor aprovechamiento de las oportunidades del entorno y está correlacionada con los niveles de bienestar material y no material.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el grado de escolaridad de la población de quince y más años de la región sur es de 9.02 mientras que el de la región norte es 10.31. No sólo los habitantes de la región sur aprobaron menos años en promedio que los del norte, sino que también estuvieron por debajo del promedio nacional, que es de 9.74. Destaca el caso de Chiapas, donde el promedio fue de 7.78 años, dos años menos que en la región norte.
Asimismo, la región sur del país denota peores indicadores en torno a la tasa de deserción escolar que la región norte. En el caso del nivel de escuela primaria y secundaria la tasa de la región sur es de 2.7, mientras que la de la región norte es 1.8. Por otra parte, en el nivel de educación media superior las dos regiones tienen tasas similares (9.7 para la región sur y 10.1 para la región norte). En cambio, cuando se observa el caso de la educación superior se denota la mayor diferencia entre regiones, pues en la zona sur la tasa de deserción escolar es de 9.2 frente a 4.7 de la región norte. Cabe destacar que en todos los niveles educativos la tasa de la región norte fue menor que el promedio del país.
Estos resultados van de la mano con la información presentada en el Atlas de movilidad social del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY): la movilidad intergeneracional en educación —movilidad de un nivel educativo más bajo a uno más alto— es mayor en la región norte (10 %) que en la región sur (8 %). Lo mismo sucede con el porcentaje de personas que, al igual que sus padres, estudiaron hasta la primaria o menos: es mayor en la región sur (45 %) que en la región norte (29 %).
En suma, estos datos demuestran la relevancia de condiciones externas al individuo en su movilidad social. El caso de la región sur del país demuestra la urgencia de atender deficiencias estructurales en el sistema educativo. En las zonas rurales y comunidades indígenas de los estados que componen esta región la infraestructura educativa es insuficiente, y las instituciones educativas no cuentan con capacidad para atender a toda la población, lo que genera problemas de accesibilidad. De igual forma, otras barreras —como la condición de pobreza— restringen la permanencia y acceso a la educación. Por ello, combatir las barreras de acceso a la educación es un elemento fundamental para aumentar la movilidad social. Recordemos que sin acceso a las mismas oportunidades no hay posibilidad de reducir las brechas de desigualdad de una población.