Andrés Manuel López Obrador tomó desde el primer momento las riendas de la sucesión presidencial en su partido, Morena. El mandatario concibió el año pasado las reglas que regirían la contienda interna entre los aspirantes a la candidatura y diseñó un plan para evitar rupturas y mantenerlos dentro del partido aun cuando fracasaran en sus ambiciones políticas.
López Obrador redactó de su puño y letra esas reglas y las envió al partido para que fuesen aprobadas como norma suprema. Además, en una cena a la que convocó a los pesos pesados de Morena, en junio, hizo que todos los aspirantes presidenciales suscribieran las reglas de la sucesión. El mensaje fue claro: no importaba quién ganase la candidatura, los demás le apoyarían, y, a cambio, recibirían una compensación: un lugar seguro en el Congreso o un puesto en el gabinete del próximo Gobierno.
A menos de cuatro meses para la elección presidencial y legislativa, el plan de López Obrador marcha a la perfección. Lo demuestran las listas de candidaturas al Legislativo publicadas por el partido.
En aquella cena de junio de 2023, realizada fuera de Palacio Nacional —pues se trataba de un acto partidista, no institucional—, el presidente dijo que los aspirantes que quedasen en segundo y tercer lugar se convertirían en coordinadores de la fracción de Morena en el Senado y en la Cámara de Diputados, respectivamente. Los restantes participantes tendrían un sitio en alguna secretaría relevante.
El pacto fue firmado por todas las corcholatas (nombre popularizado por López Obrador para referirse a los aspirantes presidenciales): Claudia Sheinbaum, que a la postre se convertiría en la candidata; Marcelo Ebrard, exsecretario de Exteriores y segundo en la contienda; Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación; el senador Ricardo Monreal; el diputado Gerardo Fernández Noroña y el senador Manuel Velasco.
Pese al acuerdo suscrito, durante toda la contienda interna hubo tensiones, guerra sucia, golpes bajos y denuncias mutuas de derroche de recursos. Cuando llegó la hora de la verdad y el partido declaró que Sheinbaum había ganado la encuesta de selección de la candidatura presidencial, Ebrard pintó su línea y amenazó con una estruendosa ruptura. “No nos vamos a someter a esa señora”, declaró el mismo día de su derrota. El excanciller dejó correr con anchura los rumores sobre su salida de Morena y su posible postulación como candidato presidencial de Movimiento Ciudadano (MC); denunció ante las autoridades electorales los vicios del proceso interno que habrían favorecido a Sheinbaum; encabezó una rebelión interna y creó su propia facción, que llamó El Camino de México; desde aquel momento dijo que no aceptaría una posición en el Congreso ni ningún otro ofrecimiento.
Algunos analistas vieron en la actitud de Ebrard una réplica del manual de su mentor, Manuel Camacho Solís, que luego de no ser designado candidato presidencial del PRI en 1993 jugó mucho con las especulaciones sobre su plan a seguir.
Vuelta al rebaño
Las listas de candidatos al Congreso dados a conocer por Morena este jueves confirman que el plan de López Obrador funcionó para desactivar los sobresaltos de las corcholatas perdedoras.
Ebrard, López Hernández y Noroña fueron incluidos por el partido como candidatos al Senado por la vía plurinominal, un tipo de postulación que les asegura un escaño sin necesidad de someterse al desgaste de la campaña electoral. El cuarto perdedor, Monreal, que actualmente es senador, dará el brinco a la Cámara de Diputados, donde se perfila como coordinador de la bancada morenista, según lo declaró él mismo este jueves. Todos abrazaron el nombramiento y formalizaron su candidatura.
Ebrard refirió que finalmente aceptó la oferta tras alcanzar un acuerdo con Sheinbaum, convertida no solo en candidata sino en líder del movimiento político de López Obrador, y ofreció trabajar en unidad para abonar al triunfo electoral del partido. “Esto se deriva de un entendimiento que tuve yo con Claudia Sheinbaum y vamos en esa ruta. Y vamos a trabajar y prepararnos para defender a nuestro país”, dijo el excanciller a los medios.
Monreal también dio muestras de inconformidad en su día. Por el lugar que le correspondió en la contienda interna —el último—, Monreal habría tenido acceso a un lugar en el gabinete de Sheinbaum. Sin embargo, en una entrevista, el exgobernador zacatecano dijo que no aceptaría esa posición.
“Yo preferiría mil veces volver a ser coordinador de un grupo parlamentario que ser secretario de Estado”, dijo entonces. “Nunca he sido empleado. Me cuesta trabajo, a estas alturas de mi vida, tener un jefe y tener jerárquicamente a quién rendirle cuentas”. Monreal criticó en esa conversación el trato que le dio López Obrador, en contraste con los mimos provistos a las otras corcholatas. Dijo que el presidente lo “picoteó”, lo “desflemó”, lo dejó tirado en el suelo, y en esa circunstancia de desventaja lo puso a competir.
Ha ganado, sin embargo, Monreal. Consiguió repetir como legislador, aunque, conforme el plan trazado por López Obrador, no le tocaba. Triunfó la negociación política. “La elección de los candidatos es la parte más difícil de todos los partidos, es la columna vertebral, el sistema nervioso”, dijo el senador al registrar su candidatura, este jueves. “En la selección de candidatos es cuando surgen dificultades, confrontaciones e incluso escisiones políticas al interior”, prosiguió. “Yo espero que en Morena y la coalición tengamos la tolerancia y la autoridad suficiente como para evitar este tipo de fricciones que afecten la unidad”.
El exsecretario de Gobernación, López Hernández, que ha tenido un lugar más bien secundario en las labores de campaña de Sheinbaum, ha aceptado también su candidatura al Senado. “Donde yo pueda servir a nuestro proyecto, a nuestro partido, a nuestro pueblo, y a nuestra candidata, allí estaré”, escribió en X.
Las corcholatas también hallaron en las listas de candidatos plurinominales acomodo para sus colaboradores más cercanos. Ebrard logró colocar a la senadora Martha Lucía Micher, al exdiputado y exalcalde de Azcapotzalco Vidal Llerenas, y a los diputados Emmanuel Reyes y Hamlet García, estos dos últimos vinculados a la iglesia La Luz del Mundo. López Hernández consiguió un sitio para el empresario Arturo Ávila, uno de sus principales operadores políticos durante la contienda interna de Morena.
La propia Sheinbaum ha cobijado entre los candidatos plurinominales a dos fieles colaboradores: Gabriela Jiménez, presidenta de la organización Que Siga la Democracia, y Alfonso Ramírez Cuéllar, exdiputado y exdirigente de Morena. Superadas las tensiones, repartidos los lugares, culminada la operación cicatriz, López Obrador, el director de campaña indiscutible, solo está a la espera de ver cómo marcha la etapa final de su plan, el 2 de junio.