Nicolas Sarkozy, de 68 años, presidente de Francia entre 2007 y 2012, ha sumado este miércoles una nueva condena por sus actividades durante sus años en la primera línea política. El Tribunal de Apelaciones de París ha sentenciado al expresidente por corrupción y tráfico de influencias a una pena de tres años de prisión, de la que deberá cumplir uno y podrá hacerlo en libertad y con un brazalete electrónico. Sus abogados han anunciado que recurrirán al Tribunal de Casación, equivalente al Supremo, lo que deja la condena en suspenso hasta el nuevo juicio.
El veredicto, tras el juicio celebrado en diciembre, es un revés para el expresidente, pues confirma la decisión de marzo de 2021 en un tribunal de primera instancia. Los otros dos partícipes en la trama —su abogado y amigo, Thierry Herzog, y el exfiscal Gilbert Azibert— han sido condenados a las mismas penas. Sarkozy, si el Supremo ratificase el veredicto, también se vería privado durante tres años de sus derechos cívicos, lo que significaría que no podría ser elegido a un cargo público.
El llamado caso de las escuchas se remonta a 2014, cuando Sarkozy ya había abandonado el poder. Los jueces han considerado probado que, con la ayuda del abogado Herzog, intentó comprar la voluntad de Azibert, entonces fiscal en el Supremo. El expresidente, según el tribunal, planteó un intercambio de favores. A cambio de que el fiscal Azibert le diese información sobre otro caso que le afectaba y se decidía en el Supremo, él se ofrecía para impulsar la candidatura de Azibert para el Consejo de Estado de Mónaco.
“Yo le haré subir, le ayudaré”, le decía por teléfono el expresidente al abogado, según una de las grabaciones entre ambos que dan nombre al caso, y que pudieron escucharse durante el juicio. “Yo me ocupo porque voy a Mónaco y veré al príncipe [Alberto II]”. Sarkozy argumenta que los extractos de las grabaciones se sacaron de contexto. Sostiene que, si hubo intercambio de favores, fue inútil: ni él obtuvo lo que quería de Azibert –perdió el caso que le afectaba en el Supremo– ni Azibert logró su cargo en Mónaco.
La decisión del tribunal llega una semana después de que la Fiscalía Nacional Financiera pidiese formalmente llevar a juicio a Sarkozy por un tercer caso por el que está imputado, el de la supuesta financiación de la campaña presidencial de 2007 con dinero de la Libia de Muamar el Gadafi. El expresidente francés está pendiente también de otro juicio en apelación por su condena en septiembre de 2021 a un año de prisión por financiación ilegal de la campaña de 2012. El juicio debe celebrarse el próximo noviembre. El recurso dejó en suspenso la condena, que habría podido cumplir con un brazalete electrónico.
El conservador Sarkozy es el segundo presidente de la República sentenciado a una pena de prisión. Jacques Chirac, presidente entre 1995 y 2007, fue condenado en 2011 por malversación, pero no entró en la cárcel debido a su estado de salud. Murió en 2019.
Aunque la influencia política de Sarkozy ha menguado con los años y ya no disfruta del ascendente que tuvo en el partido que fundó, Los Republicanos (LR), sigue siendo una voz escuchada en Francia. Ha aconsejado al actual presidente, Emmanuel Macron, y pertenece a los consejos de administración de grandes grupos franceses como Accor y Lagardère.
En el juicio por el caso de las escuchas en diciembre, Sarkozy aseguró: “Yo nunca he corrompido a nadie”. El expresidente se considera víctima del enseñamiento de los jueces. La Fiscalía Nacional Financiera investiga en paralelo la atribución del Mundial de fútbol de Qatar, en la que el antiguo jefe del Estado pudo tener un papel determinante, aunque todavía no ha imputado a nadie y se desconoce si el caso llegará a juicio.