Javier Milei mantiene como presidente de Argentina el tono incendiario que le dio popularidad en la campaña electoral, pero sus provocaciones se convierten ahora en crisis diplomáticas. Tras la tensión generada por sus ataques tempranos contra el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el venezolano Nicolás Maduro, la última relación bilateral que ha dinamitado Milei ha sido la colombiana. El Gobierno colombiano exige al argentino un pedido de disculpas por haber llamado “asesino terrorista” a Gustavo Petro y ha anunciado la expulsión de diplomáticos argentinos del país. El vínculo es tirante también con México: Andrés Manuel López Obrador ha acusado a Milei de “despreciar al pueblo” después de que el líder de derecha argentino lo llamase “ignorante”.
“Con sus agravios y ofensas, Milei rompe 200 años de relaciones pacíficas y amistosas entre Argentina y Colombia”, criticó el excanciller argentino Santiago Cafiero. Lo acusó también de poner en crisis el comercio bilateral por su “política exterior infantil”. Desde Colombia, el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, denunció que Milei “no puede ir por el mundo con este tipo de actitud y señalamientos con quien representa la unidad del Estado, la unidad del pueblo de otro país”. Velasco condenó la “actitud chabacana” y aseguró que “le debe una explicación a su propio pueblo”.
La canciller argentina intentó, la noche del jueves, relativizar la tensión aduciendo que las relaciones bilaterales con Colombia y México se definen “a larguísimo plazo” y van más allá de los choques entre los presidentes. Como en ocasiones anteriores, la cartera encabezada por Diana Mondino intenta evitar que el conflicto escale, en una estrategia pacificadora que se diferencia de la del presidente. Lejos de mostrarse preocupado por la tensión política, Milei se dedicó a tuitear notas de medio año atrás, cuando Petro comparó con Hitler al entonces candidato a presidente.
El vínculo entre Argentina y Colombia, pese a sumar dos siglos de relaciones diplomáticas, nunca ha sido particularmente cercano. No solo porque están en extremos opuestos de Sudamérica, sino por decisiones diplomáticas, como cuando el país andino se abstuvo de apoyar a Buenos Aires en la guerra de Malvinas. Pero ninguna ha llegado al nivel de tensión actual, con el anuncio del Gobierno de Petro de que expulsará a diplomáticos argentinos, como respuesta a la entrevista en la que Milei señaló a su homólogo de ser un “asesino”.
La acusación es particularmente fuerte en Colombia porque toca el sensible punto del conflicto armado y la búsqueda de una paz esquiva. Petro fue miembro de la guerrilla del M-19, un grupo de tendencia más socialdemócrata que comunista, que firmó un acuerdo de paz hace más de 30 años. Un grupo que se mantuvo en su decisión de dejar las armas y convertirse en un partido político pese al pronto asesinato de su líder y entonces candidato presidencial, Carlos Pizarro Leongómez, en abril de 1990. Un grupo que, ya siendo partido, fue una de las fuerzas fundamentales en la redacción de la Constitución de 1991, reconocida como un gran avance en apertura democrática y derechos sociales.
Para el presidente argentino, ese pasado y las tres décadas que ha dedicado Petro a la política, parecen no existir. Pero para los colombianos, sí. La decisión de la expulsión de diplomáticos argentinos es una de las pocas que ha tomado el presidente colombiano y ha suscitado el apoyo general, a juzgar por las reacciones de respaldo o el silencio de los principales líderes políticos. Eso pese a que la popularidad de Petro apenas ronda el 35% y a que el país está sumido en una clara polarización política.
Tensión con México
López Obrador no dejó pasar la última ofensa de Milei. Su respuesta llegó a través de las redes sociales. El presidente mexicano, que habla regularmente a diario, tomó unas vacaciones por Semana Santa y no dio su conferencia de prensa matutina. En X, sin embargo, escribió: “Milei afirmó que soy un ‘ignorante’ porque le llamé ‘facho conservador’. Está en lo cierto: todavía no comprendo cómo los argentinos, siendo tan inteligentes, votaron por alguien que no está exacto, que desprecia al pueblo y que se atrevió a acusar a su paisano [el Papa] Francisco de ser ‘comunista’ y ‘representante del Maligno en la tierra’, cuando se trata del Papa más cristiano y defensor de los pobres que yo haya conocido o tenido noticia”. Ante los rumores de una ruptura en las relaciones diplomáticas, la Embajada mexicana en Buenos Aires salió a desmentir esa información y aseguró que el vínculo era sólido.
López Obrador mantiene, desde que es presidente, la política de no meterse en asuntos exteriores. El mandatario mexicano había tomado únicamente una postura firme sobre la crisis que atravesó Perú con la salida de Pedro Castillo y la llegada de Dina Boluarte al poder. Pero con la victoria del ultraderechista en Argentina no pudo evitar expresar su descontento.
Tras la primera vuelta de las presidenciales, le calificó de “facho conservador” y, después del triunfo en segunda vuelta, dijo que el pueblo argentino se había metido “un autogol”. Recientemente, durante una visita de expresidente Alberto Fernández a México, evitó referirse a Milei ante las preguntas de la prensa que buscaban comparar la relación entre los dos países con el anterior Gobierno y el actual. No quiso mencionarle, pero criticó en términos generales el rumbo impuesto por el argentino. “Es un modelo fracasado”, dijo.
Algo similar hizo López Obrador este miércoles, después de difundirse fragmentos de la entrevista. Sin nombrar a Milei, sacó pecho con el “super peso” mexicano, que alcanzó esta semana su mejor nivel desde diciembre de 2015. “El peso es la moneda que más se ha fortalecido en el mundo con relación al dólar”, señaló en redes sociales, “se reduce la pobreza y la desigualdad. Con hechos estamos demostrando que es mejor la Economía Moral que el neoliberalismo”.
En la misma línea respondió la candidata presidencial del partido de López Obrador, Claudia Sheinbaum, que también fue atacada por los dichos de Milei, y dijo que se trata de dos proyectos de país diferentes. “Nosotros reivindicamos el libre mercado, la inversión privada, el papel de los empresarios, estamos en contra de la corrupción, pero también reivindicamos el papel del Estado, en términos del Estado de bienestar”.
La conflictiva relación de Milei con los mandatarios de los grandes países latinoamericanos contrasta con los elogios dirigidos hacia Estados Unidos e Israel, a quienes presenta como sus principales aliados en política exterior. Se trata de un giro radical en las relaciones internacionales de Argentina, que en los últimos años mantuvo una distancia equidistante entre Washington y Pekín e hizo mucho hincapié en los vínculos regionales.