Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador logró una amplia victoria en julio de 2018, su gobierno se comprometió a impulsar la inversión pública y privada hasta el 25 por ciento del Producto Interno Bruto en un intento de sacar a la economía del país de un largo estancamiento.
En cambio, la inversión ha caído a medida que una serie de medidas poco atractivas para los inversionistas disuadieron las llegadas. La medida adoptada por AMLO el mes pasado para impulsar una ley que cambiaría drásticamente las normas del sector eléctrico es sólo el último ejemplo, según han advertido los inversores.
La reforma energética de López Obrador se suma a la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y una fábrica de cerveza, la anulación de subastas de electricidad, la modificación de los contratos de gasoductos. El presidente también ha contrariado a los fabricantes de alimentos procesados con nuevos requisitos de etiquetado y ha impulsado planes para prohibir la subcontratación de trabajos.
CEESP, un “Think-tank” del sector privado, aseguró que la reciente decisión de dar prioridad a la CFE era la 15ª iniciativa de López Obrador, Morena o el gobierno actual para socavar la confianza de los inversores en los últimos dos años y medio.
México está tratando de salir de su recesión más profunda desde 1932 con una ayuda limitada por parte del gobierno, que se ha abstenido de poner en marcha el tipo de ambiciosas medidas de apoyo fiscal emprendidas por otras grandes economías regionales, como Brasil.
Como resultado, no se espera que el crecimiento se recupere a los niveles anteriores a la pandemia hasta dentro de cinco años, según el Fondo Monetario Internacional.
“Les habría costado encontrar un peor momento para presentar este proyecto de ley”, dijo Carlos Salazar, director de la Consejo Coordinador Empresarial durante una entrevista al Financial Times. “No hay duda de que esto causará más problemas. Ningún inversionista querrá invertir”.
López Obrador cree que jugando rudo con el sector privado, al que ha acusado de corrupción y competencia desleal a lo largo de su carrera política, conseguirá resultados como parte de su autodenominada misión de “transformar” México erradicando practicas desleales.
Con frecuencia se ha distanciado de las sugerencias de que la economía está en problemas alegando que tiene “otros datos”. Destaca el récord de remesas -40.600 millones de dólares el año pasado, un 3,8% del PIB- como una ayuda clave para el gasto de los consumidores.
AMLO predijo que la economía mexicana crecería un 5 por ciento este año – una proyección más optimista que todas las estimaciones de economistas reconocidos-, pero incluso no compensaría la contracción del 8,5 por ciento en 2020.
Y de llegar a aquel nivel, el crecimiento sería difícil. “Si alguien te dice que puedes crecer un 5 por ciento sin un 25 por ciento [del PIB] de inversión total, está mintiendo”, dijo Carlos Urzúa, el ex Secretario de Hacienda de López Obrador, al Financial Times en 2018.
Con millones de empleos perdidos y empresas cerradas en la segunda economía más grande de América Latina a causa de la pandemia, y el 44% de los empleados sin poder llegar a fin de mes con sus salarios, varios economistas han afirmado que el presidente necesita impulsar la inversión para salvar a millones de personas más de caer en la pobreza.
“Recuperar el terreno perdido va a llevar mucho tiempo, el clima de inversión es muy tenso. Las señales no son buenas”, dijo Jessica Roldán, economista titular de la casa de bolsa Finamex. “A medio y largo plazo, es imposible crecer sin inversión”.
Sin embargo, la inversión se está quedando cada vez más atrás. La inversión fija bruta -la suma del gasto público y privado en instalaciones y maquinaria- apenas superaba el 19% del PIB en el tercer trimestre del año pasado. No había caído a esos niveles desde 2009, durante la crisis financiera que comenzó en 2008.
La inversión extranjera directa se ha desplomado de más de 10.000 millones de dólares durante la pandemia, y según datos oficiales, la mayor parte de aquel dato es reinversión de beneficios en lugar de proyectos nuevos.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). La inversión privada ahora sólo representa el 16,6% del PIB, frente a casi el 20% en 2018.
Y aunque López Obrador ha pregonado un puñado de grandes proyectos de infraestructura, incluyendo Dos Bocas, un aeropuerto y el Tren Maya, la inversión pública ha caído al 2,5 por ciento del PIB, por debajo del 2,9 por ciento cuando asumió el cargo, dijo el CEESP.
Alonso Cervera, director gerente de investigación de mercados emergentes de Credit Suisse, dijo: “México no parece tener un modelo claro de crecimiento económico. Parece que el modelo de desarrollo es construir un par de proyectos emblemáticos como la refinería, el tren y el aeropuerto y esperar que la gente esté contenta con las transferencias de dinero.”
López Obrador se enorgullece del presupuesto para gastos sociales, que incluyen pensiones a los ancianos y becas educativas.
Pero varios economistas advierten que la falta de inversión se traducirá en menores perspectivas de crecimiento en el futuro. México no ha logrado crecer mucho más allá de una media del 2% anual durante décadas. Ahora, Cervera dijo que el crecimiento potencial está en camino de alcanzar sólo el 1,5 al 2 por ciento.
“Nos enfrentamos a una caída muy clara del crecimiento potencial”, dijo Roldán.
El proyecto de ley de electricidad, que se ha aprobado por la vía rápida y se espera ampliamente que se apruebe, no ha hecho más que ahondar en el sombrío panorama.
La Cámara de Comercio de EE.UU. la instó a ser “la última de un patrón de decisiones preocupantes tomadas por el gobierno de México que han socavado la confianza de los inversores extranjeros en el país”.
Y debido a la pandemia, dijo, ahora es “el momento preciso en que se necesita más que nunca una mayor inversión extranjera directa en México”.